Por Mónica Castillo
“Soy una consejera independiente”
Un rostro sutil de superación, perspicaz,
soñador, una sonrisa leve. Una mujer sencilla, bonita, sin demasiado “arreglo”
y “maquillaje” sin mucho “disfraz”, con una ropa sencilla. Es una consejera ¿Qué
aconseja y a quién aconseja? Pero no es cualquier tipo de consejera es una
consejera independiente, ¿independiente de qué? ¿De quién? ¿Para quién? Hay una
marca registrada AVON, sobresalen ella –la mujer-, el mensaje y la compañía.
“Conquista tu independencia Financiera”
Otro rostro, tal vez el de la superación,
el del éxito, un rostro sonriente, a lo mejor alegre. Una mujer también sencilla
pero de traje, un traje no tan sofisticado, no tal elegante. Ella tampoco se ve
demasiado arreglada y maquillada. Ella está sentada sobre un escritorio, frente
a un computador portátil, con papeles en una de sus manos, detrás de ella una
pantalla, una repisa que contiene objetos no tan claros, que pueden ser carpetas
y cajas. ¿Dónde está? En una oficina fuera o en su propia casa, tal vez en el
estudio de su casa. No hay mucho color y lo que se quiere resaltar es la imagen
de ella. Una conquistadora y ¿Qué conquista? Su independencia financiera. El mensaje
de la imagen no es sólo el que está escrito, es el conjunto de cada objeto que
compone la imagen lo que le da una esa impresión de “estar viendo” a una mujer
independiente o que está conquistando esa anhelada independencia.
¿Cómo encontré estas imágenes? Sólo
coloque AVON en google imágenes, y aparecieron. Había otras pero estas me
llamaron profundamente la atención porque representa para mí el discurso
empresarial de este tipo de compañías. Maza (2006) afirma que las empresas proponen
ventajas compensatorias a la inseguridad del trabajo: bajo el discurso
empresarial de libertad, autodeterminación, autonomía, flexibilidad,
independencia y emprendimiento; bajo las ideas de “sea independiente”; “maneje
su propio tiempo”, “sea su propio jefe”… que son ejemplos reiterados en las
campañas de las empresas, palpadas en imágenes como estas. Todas estas ideas
compensan la inseguridad y precariedad de un trabajo que es inestable e informal,
al no poseer unos ingresos fijos, ni lugar, ni horarios determinados. Sólo se
asegura el porcentaje de venta por lo que la vendedora venda.
Para mí, imágenes
como esta le llega a la gente, pues ¿Qué mujer no busca conseguir su
independencia? Ser independiente significa generar sus propios ingresos, ser
responsables de sí mismas, sentirse capaces de conseguir lo que quieren. Es una
cuestión de conseguir dinero pero también de obtener estatus, de sentirse
exitosa, de realizarse como persona, de ser libre.
Otra
estrategia e incentivo para la productividad que realizan estas compañías se
hace a través de ventas mínimas (metas de ventas), o estimulantes como
recompensas y regalos; A las preguntas ¿Qué incentivos tiene usted en el
trabajo? ¿Qué la ha motivado a vender por tanto tiempo? Manuela responde: “Porque
lo que son las cremas, son muy buenas, son antialérgicas, te lo vas a aplicar y
no te va a causar ningún problema y duraderas. Y lo otro son los premios que
nos dan, a veces no pero los recibimos que más que todo son de cocina, hemos
pedido que nos den algo personal pero ah ah (gesto de no con la cabeza), nada”.
Así mismo, ante la frecuencia con la que realiza pedidos Manuela responde: “sí
a ti te conviene el premio, lo haces, pero si ves que el premio no vale la pena
si las ventas están malas uno trata, pero todo depende de lo que le vayan a dar
a uno, pero yo soy consecutiva con el pedido. Así esté enferma desde la cama lo
hago”. Evidentemente y a pesar de los problemas con los premios, estos son
sin duda incentivos para la productividad, para que estas vendedoras realicen
sus pedidos o consigan las ventas necesarias que establece la compañía para
obtener los premios que dan a cambio.
Bibliografía
Maza,
Octavio. 2006. Las ventas multinivel. Análisis de las formas de trabajo
asociadas. México: Universidad Autónoma de Aguascalientes
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