lunes, 31 de marzo de 2014

Hoy es Petro mañana ellos

Columnista José Jairo Jaramillo.

El presidente Juan Manuel santo no solo actuó contrario a la ley, sino que a mi entender actuó en contra de lo que puede ser su legado para la historia, la paz con las FARC.

Alejandro Ordoñez, Procurador General de la Nación, ha destituido alrededor de 331 funcionarios de elección popular (9 senadores, 3 representantes a la cámara, 288 alcaldes y 31 gobernadores) ¿Pero por qué solo hasta ahora se cuestiona sobre la competencia del Procurador para destituir e inhabilitar a funcionarios electos por voto popular?

La respuesta es que “le decretó la muerte política” a Gustavo Petro, a uno le puedo gustar o no este dirigente, lo cierto es que él representa en el imaginario colectivo lo que no representan los cientos de otros líderes políticos del país. Desenmascaro la parapolítica, arriesgando su vida con ello, destapo el carrusel de la contratación en Bogotá, y es un ex guerrillero que dejo las armas y se la jugo por la democracia, Samuel Moreno, responsable del saqueo a la capital colombiana solo fue sancionado con 1 año de inhabilidad, Petro quien denuncio ese robo es castigado con 15 años ¡que contradicción!

El problema de fondo, es jurídico más que político, veamos. El ordenamiento jurídico interno reconoce las facultades del procurador de inhabilitar y suspender a funcionarios públicos (artículo 277 de la Constitución). Por otro lado la Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 23 establece que solo un juez a través de un proceso penal puede limitar los derechos políticos. Muchos dirían que prima la Constitución pero el asunto no es tan sencillo. La misma carta política en su artículo 93 establece que los tratados internacionales sobre derechos humanos prevalecen en el orden interno, tal es el caso de la Convención Americana.

La procuraduría cuando destituyo e inhabilito a Petro no actuó como juez sino como organismo de control y no lo hizo dentro de un proceso penal sino disciplinario, lo que a todas luces pone de manifiesto que estas facultades del ministerio público son contrarias al derecho interamericano.

Ante su sanción el ahora ex alcalde de Bogotá recurrió a las tutelas y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las primeras fracasaron ante las cortes colombianas, mientras la CIDH solicito al Estado suspender la destitución del alcalde hasta que la Corte Interamericana resolviera el asunto de fondo. Como ya todos saben, el Presidente Santos, decidió que no eran vinculantes y por tanto no eran de obligatorio cumplimiento.

La misma corte constitucional en sentencia T-558/03 considero que tales medidas si son obligatorias, y no solo en casos en los que este la vida en peligro, como dijo la canciller, sino…EN TODOS. El jefe de Estado actuó más por cálculo político que jurídico, pero creo que le puede salir caro, pues lo que podría ser su mayor obra de gobierno, el proceso de paz con la guerrilla, se ve afectado. Petro un ex guerrillero que gano el poder en democracia fue destituido he inhabilitado 15 años. Eso mina la confianza pues los subversivos pensaran que no hay garantías, hoy es Petro mañana ellos.

sábado, 15 de marzo de 2014

Yo te llamo

Por Jhosef Eduardo Meza Cuesta.
Estudiante de Ciencia Política
Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá D.C.

Yo te llamoHace unos días estaba sonando una cuña publicitaria en Radioacktiva que es, básicamente, una parodia del conocido realitie show de Caracol Yo me llamo, cuyo título difiere en solo una palabra, que es lo suficientemente significativa no solo para cambiar el sentido de una frase sino para convertirla en la más odiosa y refrita; solo con escucharla, el ser más noble se envilece y el desempleado que ha tratado, por mucho tiempo, de entrar al mercado laboral se desmoraliza totalmente: Yo te llamo. No estoy tan seguro de esto, pero casi todas las personas de esta ciudad –quién sabe en el resto del país- independientemente de si trabajan o no, debieron escuchar este producto del rebusque o, tal vez, de las malas intenciones de los empleadores. Quién sabe.

La dinámica de una entrevista de trabajo depende del tipo de empleo que se está buscando y de los requisitos que hay que cumplir para obtenerlo; en ocasiones se hacen unos exámenes sicotécnicos y de aptitudes y luego se hace una entrevista personal –o grupal- con el/la encargado/a de la contratación –su actitud durante el momento es algo que puede tensionar al aspirante y condenarlo al fracaso-; en otras es suficiente con que esto último suceda; o también, junto con lo anterior, se presentan una pruebas en las que se miden las capacidades de los entrevistados en el desempeño de la labor a la que aspiran; a veces no es necesario nada, sino que se vincula laboralmente a los empleados con relativa rapidez. En casi todos estos casos, exceptuando este último, el aspecto en común es que, después de la entrevista, ya casi terminando todo, el/la encargado/a pronuncia esta nefasta frase que también aparece en el audio de esa emisora radial: “No nos llame, nosotros lo llamamos”. Los argumentos o complementos que se utilizan difieren de cada escenario particular, pero la situación que viene después para todos y todas es la misma.

Desde ese instante aparece un estado de zozobra, de incertidumbre, en el que las personas no saben que es lo que pasará luego. Solo los adivinos –apuesto que no han de existir- pueden predecir el futuro. Se teme lo peor, pero también se presiente lo mejor. Esos momentos son de sentimientos tan encontrados que nadie podría determinar si estar con esperanza o resignarse a seguir buscando empleo. Los que son afortunados recibirán esa dichosa llamada y sabrán lo que tienen que hacer para firmar el tan anhelado contrato. Los que no lo son tanto, o para nada lo son, se dan cuenta pronto que tendrán que continuar con esta ardua búsqueda. Lo peor de todo este embrollo es que los no contratados no sabrán jamás el motivo por el que terminaron “en las mismas”, y por tanto, no tendrán la posibilidad de corregir el/los error/es para posteriores ocasiones.

También, de por sí, es terrible que no se sabe la causa por la cual esta frase se pronuncia tantas veces que se convierte en una de cajón. Al principio dije que era, probablemente, producto del carácter malintencionado que algunos empleadores deben tener o del rebusque ante la falta de palabras más “esperanzadoras”. La verdad, no lo sé. Podría haber más motivos como la necesidad de evaluar a cada postulante –como me dijo mi hermana alguna vez- o mirar cual será el paso a seguir. No lo sé. Sin embargo, esa impaciente espera se torna larga y, reiterando, solo termina cuando la tal llamada llega, o de lo contrario, se hace tan eterna que no solo no habrá nada que hacer –por el momento- sino que, después, será necesaria la continuación de la búsqueda y el pasar por esta situación tantas veces hasta que se obtenga un empleo.

Una propuesta para los entrevistadores en particular y las empresas en general: deberían hacer que los postulantes puedan llamar y saber por qué si o por qué no van a ser contratados; gracias a ello, tendrán la oportunidad de reconocer sus errores y mejorar para la próxima entrevista. Si no quieren hacer eso, llamen a las personas con este mismo fin. Solo, por favor, no vuelvan a pronunciar aquella horrible frase que lo único que logra es que los desempleados de esta ciudad, tal vez del resto de país, la sigan embarrando una y otra vez y no puedan conseguir un trabajo. Y al gobierno nacional, debería crear mejores condiciones para que los ciudadanos no tengan que hacer el famoso “rebusque” y puedan obtener empleos dignos.

jueves, 6 de marzo de 2014

Liberalismo y Seguridad democrática

Columnista Carlos Herrera Rozo.

UribestiarioLa seguridad democrática se incluye entre esas palabras cajón de sastre a las cuales ya casi nadie prestamos atención puesto que nos son familiares y, por lo mismo, a veces, demasiado extrañas, tan acostumbrados estamos a la represión. Erigida en prioridad política desde hace unos cuarenta años, esta nueva denominación del mantenimiento del orden a menudo cambia de pretexto (LA SUVBERSIÓN POLÍTICA, EL “TERRORISMO”, EL COMUNISMO, LA IZQUIERDA, LA CRIMINALIDAD COMÚN, EL PARAMILITARISMO, ETC, ETC...), pero conserva su propósito: controlar a las poblaciones e impedir su libre y normal desarrollo de conformidad con EL PACTO SOCIAL QUE SE HA DADO PARA VIVIR EN CONVIVENCIA. Para comprender y desbaratar la razón de la seguridad del Estado, hay que entender su origen y remontarse a finales del siglo XVIII…y siguientes…

Fue George Washington, protestante convencido que dispuso que en su losa funeraria se reprodujera Juan 11:25-26, el que afirmó que “la verdadera religión proporciona al gobierno su más seguro apoyo”.

"El gobierno no es una razón, tampoco es elocuencia, es fuerza. Opera como el fuego; es un sirviente peligroso y un amo temible; en ningún momento se debe permitir que manos irresponsables lo controlen".

Samuel Adams, uno de los principales provocadores del movimiento de independencia con sus The Rights of Colonists as Subjects (Los Justos Derechos de los Colonos de su Majestad) (1772) no sólo vio con claridad que el poder tenía que estar dividido y separado a causa de la Caída sino que además indicó que los derechos de los americanos “pueden ser mejor entendidos leyendo y estudiando cuidadosamente las instituciones del Gran Legislador y la Cabeza de la Iglesia cristiana, que se encuentran claramente escritas y promulgadas en el Nuevo Testamento”.

“No se necesita una mayoría para prevalecer... sino más bien una minoría furiosa, incansable, deseoso de establecer brushfires (INCENDIOS) de la libertad en las mentes de los hombres”.

Patrick Henry –que en una carta a su hija escrita en 1796 enfatizó que la religión era mucho más importante que la política– afirmó categóricamente: “los hombres malos no pueden ser buenos ciudadanos. Es imposible que una nación de infieles o idólatras sea una nación de hombres libres”.

"Los caballeros pueden gritar Paz, Paz-- pero no hay paz ¡De hecho, la guerra ha empezado! ¡El próximo vendaval que venga del norte traerá a nuestros oídos el ruido de armas entrechocando! ¡Nuestros hermanos ya están en el campo! ¿por qué permanecer aquí inactivos? ¿Qué es lo que desean los caballeros? ¿Qué prefieren tener? ¿Es la vida tan preciada, o la paz tan dulce, como para que se compre al precio de cadenas y esclavitud? ¡No lo permitas, Dios Todopoderoso! No sé qué camino pueden tomar otros; pero en lo que respecta a mí, denme libertad o denme muerte".


Alexis de Tocqueville, el erudito liberal que estudió la democracia como pocos, pudo escribir de los Estados Unidos: “el modelo bíblico de “una ciudad en la colina” era el objetivo relevante de la acción política. Los predicadores puritanos pidieron el establecimiento de una “Santa comunidad” gobernada según los modelos derivados de los principios cristianos de moralidad y justicia”.

“El comercio es el enemigo natural de todas las pasiones violentas; hace a los hombres independientes los unos de los otros y les da una alta idea de su importancia personal, que les lleva a querer gestionar sus propios asuntos y les enseña a tener éxito en ellos. Por lo tanto, los inclina a la libertad, pero poco a la revolución”.

Por añadidura, en no pocas ocasiones, la lucha por las libertades acabó reduciéndose a un enfrentamiento feroz entre un deseo de la iglesia católica de mantener privilegios frente al empuje de la masonería y el comunismo que la veía como a una rival peligrosa, pero que tampoco aspiraba a la democracia sino a un gobierno en la sombra con ropajes democráticos, además de los mezquinos intereses privados que exigían, de los partidos políticos, su cuota en el reparto del pastel del Estado. El resultado de ese trasfondo fue lo mismo el Terror de la Revolución Francesa que desembocó en la dictadura de Napoleón que el proceso independentista de Hispanoamérica dirigido por una Logia masónica – la Logia Lautaro – a la que pertenecieron Bolívar o San Martín entre otros y en cuyas constituciones se indicaba taxativamente que no habría democracia tras la desaparición del poder colonial español sino un gobierno en la sombra sostenido, entre otras circunstancias, por un control de los medios de comunicación y de la hacienda pública por los intereses privados. Entre esas concepciones y el espíritu de los puritanos media un abismo y no debería sorprendernos que los resultados hayan sido tan diferentes a lo esperado.

La Doctrina de la Seguridad Nacional en Colombia es un modelo político y militar, fruto de la guerra fría, diseñado por Estados Unidos para ser aplicado sobre América Latina con el fin de detener la consolidación del “comunismo” y los movimientos sociales progresistas en esta parte del globo después del triunfo de la Revolución Cubana hacia los años 60. Empero pese a la caída del muro de Berlín tal modelo ha sobrevivido en el sistema político colombiano a lo largo de su historia; cobrando especial vigencia bajo el signo de la Seguridad Democrática con el Presidente Alvaro Uribe Velez, que bien puede dibujarse en el siguiente dialogo:

El Gobernador:

-Vuestro gobernador os saluda y se alegra de veros reunidos como de costumbre en estos lugares, en medio de las ocupaciones que constituyen la riqueza y la paz de Cádiz. No, decididamente nada ha cambiado, y eso es bueno. Los cambios me irritan, me gustan mis costumbres.

-Un hombre del pueblo:

-No, gobernador, nada ha cambiado en verdad, y nosotros los pobres podemos asegurártelo. Los fines de mes son bien apretados. Nos alimentamos de cebolla, pan y aceitunas, y estamos contentos de saber que otras gentes comen siempre el domingo puchero de gallina.

Esta mañana ha habido ruido en la ciudad y por encima de la ciudad. En verdad, hemos tenido miedo. Hemos tenido miedo de que algo cambiara y que, de repente, los miserables se vieran obligados a alimentarse de chocolate. Pero gracias a tus cuidados, buen gobernador, se nos hizo saber que no ha ocurrido nada y que nuestros oídos habían oído mal. Otra vez nos sentimos seguros contigo

-El Gobernador:

-El gobernador se alegra mucho. Nada bueno hay en lo nuevo.

-Los alcaldes:

-¡Bien habló el gobernador! Nada bueno hay en lo nuevo. Nosotros, alcaldes, con la sabiduría que confieren los años, queremos creer que nuestros buenos pobres no han querido adoptar un aire irónico. La ironía es una virtud que destruye. Y un buen gobernador prefiere los vicios que construyen.

-El Gobernador:

-¡Durante la espera, que nadie se mueva! ¡Soy el rey de la inmovilidad!...-

Tomado de El Estado de Sitio, espectáculo en tres partes, Albert Camus, Alianza Editorial, Madrid 1972


Mirar detrás de las palabras para saber lo que realmente se dice es una costumbre poco habitual entre los seres humanos, sin terminar de comprender que de tarde en tarde, las palabras cambian su contenido transformándose al mismo ritmo en que la sociedad cambia de modas, valores y costumbres. Por ello nos es tan difícil a veces comprender en el argot político lo que el líder de turno quiere significar en su discurso, tanto más cuanto que, lo que dice, difiere en lo fundamental de lo que piensa movido por intereses ajenos, por su propio interés o por desconocimiento, o conocimiento a medias, de los principios ideológicos que defiende. Así. por ejemplo, hablar de la palabra Democracia nos remitiría a la Grecia de hace 2500 años y a su iniciador Clistenes quien dio los primeros pasos dándole a sus “ciudadanos” cierta participación en el manejo de la COSA PUBLICA. Luego pasamos por los criterios ideológicos de Platón y Aristóteles, Maquiavelo y, de sobre salto en sobre salto, llegamos a los siglos XVIII Y XIX y a los nuevos pensadores del Estado como Locke, Hobbes, Voltaire, Rousseau, Hegel, Kelsen, Marx y otros que, de sus lecturas deducimos las diferencias de criterio que le dan contenido, según el autor, a la palabra Democracia.

De la misma forma podemos proceder con el vocablo LIBERAL, hoy tan en boga en todas las gargantas, pero cuya comprensión, aun para los expertos, es cada vez más difícil dado a la multiplicidad de matices que se le ha dado a su significado. Realicemos un pequeño recorrido por esta acepción a través del tiempo:

A finales del Siglo XVIII los pensadores de la Ilustración Stuart Mill, Adams Smith, John Locke, Hume, Voltaire y otros consiguen, con sus nuevas teorías, que este vocablo cambie su naturaleza que hasta entonces estaba orientado a significar al hombre que era de espíritu abierto, tolerante y amplio, en las relaciones con los demás, sin ninguna connotación política ni religiosa. A partir del Siglo XVIII con dicho vocablo se significo la lucha contra la esclavitud, la servidumbre y la intervención del Estado en los asuntos privados, defendiendo la propiedad privada, la competencia, el libre comercio, el individualismo y el rechazo a los dogmas y el absolutismo. En el siglo XIX se entiende por liberal al libre pensador, laico, que cree en la necesidad de la separación de la Iglesia y el Estado, la educación libre que permita al hombre emanciparse del oscurantismo medieval que aun arrastra, la eliminación legal de los regímenes totalitarios que permitan la eliminación de los enfrentamientos civiles. El Liberal se convierte en el defensor de los derechos humanos y de la democracia como producto DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA y las nuevas ideas de los enciclopedistas.

El siglo XX se inicia con la difusión de las ideas Marxistas y el socialismo; los liberales influidos por los más radicales y los economistas al servicio del poder financiero desdibujan el sentido político del movimiento apartando cada vez más al estado de sus obligaciones de arbitro entre la sociedad y el buen desarrollo del sistema económico y la propiedad privada sin perder de vista el interés general. El liberalismo deja de ser la vanguardia política al compartir con los conservadores la defensa del Capitalismo y de los mercados alejados del poder regulador del Estado, en el entendimiento, según su criterio, de que los mercados por si solos, sin la intervención estatal, están en capacidad de regularse a sí mismos y de equilibrar y repartir la riqueza entre la sociedad quitándole al fisco, vía impuestos, la justa redistribución del ingreso. La polarización del sistema comunista obliga a gran parte de sus afiliados a la creación del socialismo democrático y a tomar posiciones centristas más acordes con el interés de las mayorías sociales y a convertirse, por fuerza, en el representante de los intereses populares. La desnaturalización de las doctrinas liberales, el apego a tesis económicas alejadas de su propia ideología para ganar votantes dentro de las grandes fortunas, consiguieron crear el dogma inédito, hasta entonces, de que el liberalismo garantizaría la libertad de mercados y la resolución con ello de las diferencias sociales. Con tales dogmatismos han confundido su campo de acción con la derecha política e inclusive con el neo-fascismo a través del neo –liberalismo defendido, por unos y por otros, a expensas de ingentes sacrificios sociales. Hoy es tal la confusión de los diferentes roles ideológicos de los partidos políticos que Gobiernos como el de Pinochet en Chile, Margaret Thatcher en el Reino Unido, Reagan en Estados Unidos, Santos en Colombia o Rajoy en España son liberales gracias a las privatizaciones de las empresas públicas, a la reducción de los derechos laborales de las clases trabajadoras, al impulso del individualismo y de la libertad sin fronteras de los grandes capitales y grupos financieros sacrificando, sin esperanzas, a los que menos tienen y a la oprimida clase media. El liberalismo que debía proteger a un amplio espectro de la población que por principios ideológicos compartía un denominador común se plegó a los intereses. Económicos y abandono los principios sociales propios de su corpus programático. En algunos países desarrollados, con democracias estables, socialistas, socialdemócratas, liberales y conservadores han establecido consensos que permiten cierta estabilidad política e institucional que le dan equilibrio a las políticas sociales y económicas amenazado hoy por el neo-liberalismo, el neofascismo, grupos de ultraderecha y comunistas a ultranza que aun luchan por mantenerse dentro del espectro político contemporáneo. Es verdad que el comunismo ha desaparecido como régimen político pero también es cierto que las causas de su aparición, de su poder de conquista de la conciencia social aun sigue vigente mientras no desaparezcan las grandes desigualdades sociales que le dieron origen al movimiento.

En América Latina la estabilidad política sigue siendo precaria, los riesgos de regresión a épocas oscuras siempre están presentes, la cultura democrática dentro de las distintas clases sociales es escasa, opaca y deformada; como ejemplos de democracias asentadas en América Latina podrían citarse a Uruguay y Costa Rica. Es cierto que las dictaduras en esta parte del mundo han desaparecido pero perviven las diferencias sociales, las desigualdades económicas y culturales dentro de los diferentes grupos sociales del continente haciendo cada vez más precaria la estabilidad política y más difícil de erradicar los movimientos subversivos y ciudadanos que exigen mayor participación política y un mayor consenso en las decisiones que afectan a todos los ciudadanos por igual sin que encuentren eco dentro de la clase política. Al parecer la clase política no ha entendido, quizás debido a su presencia permanente generación tras generación en los puestos de comando, que la democracia para serlo obedece a la permanente participación ciudadana en las grandes decisiones del Estado y no solamente en las elecciones. Cuando los gerifaltes de la política comprendan que el libre disenso, la libertad ideológica, social, cultural, económica y la justicia social hacen avanzar las sociedades hacia un mayor principio de equidad en la riqueza, en derechos, en oportunidades y, por consiguiente, en la coexistencia pacífica con respeto al contrato social no saldremos del subdesarrollo, del populismo, del clientelismo y de los conflictos sociales que impiden el normal desarrollo de la democracia y de la sociedad.

En estas últimas tres décadas el desmantelamiento del Estado ha estado a la orden del día. El neo liberalismo ha impulsado la idea de que el Estado debe reducirse al máximo para que sea eficiente permitiendo que los grandes grupos financieros multinacionales, industriales y comerciales tomen el control de la economía, incluidos los servicios públicos, con el argumento de que los mercados se regulan solos permitiendo una mayor y mejor distribución de la riqueza en un régimen de mercado libre, universal, para darle paso a las compañías multinacionales, en donde, por convenios multilaterales que rozan lo inconstitucional, se proteja y se respete la propiedad privada. Al estado solo le quedara, de continuar con este proceso, el ejercicio de la fuerza, el orden público y el establecimiento del orden legal ciego y cojitranco toda vez que la salud y la educación paulatinamente han ido pasando a manos privadas. Este tipo de reformas sin consenso social han producido más mal que bien polarizando la sociedad y los partidos políticos tanto de derechas como de izquierdas prestándole un flaco favor a la democracia y permitiendo, a petición de parte interesada, que los gobiernos refuercen la seguridad para mantener el orden publico a expensas de los derechos personalísimos de los ciudadanos, violando los derechos humanos y la legalidad vigente. Es prudente recordar aquí a Benjamin Franklin quien afirmaba:

“No es posible que nosotros hayamos pensado en someternos a un Gobierno que con el mayor desenfreno, salvajismo y crueldad ha quemado nuestras ciudades indefensas, excitado a los salvajes a asesinar a nuestros pacíficos labradores, a nuestro gobierno que aún ahora está trayendo mercenarios extranjeros para anegar en sangre a nuestros colonos. Estas atroces felonías han extinguido la última chispa de afecto por ese país pariente que tanto amamos en otro tiempo...”

Volviendo a la Seguridad Democrática vale tener presente, según nos cuenta Ryszard Kapuscinsky, que en enero de 1974 el general Abebe Beleta se detuvo en el Cuartel Gode durante una visita de inspección… Al día siguiente llego al palacio de el Emperador de Etiopia: el general había sido arrestado por los soldados, que le obligaban a comer lo mismo que ellos. Unos alimentos en estado de putrefacción que algunos temen que el general enferme y muera. El Emperador envió una patrulla aerotransportada de su guardia personal, que libero al general y lo llevo al hospital. Esta historia nos pone al frente de la realidad que hoy vivimos en muchos lugares del mundo donde por imposición y para preservar intereses privados el Estado endurece las normas de convivencia violentando la legalidad constitucional que juro defender. El neoliberalismo y la Seguridad Democrática se han emparentado para impedir el acceso de los ciudadanos al ejercicio pleno de sus derechos democráticos.

Luis Carlos Restrepo antes de entrar a formar parte del gobierno de Uribe como Alto Comisionado para la Paz escribió en su libro “Mas allá del Terror” Abordaje Cultural de la Violencia en Colombia que, “La violencia en Colombia es un mecanismo para la conservación de prejuicios y jerarquías. La fragilidad de nuestra vida civil reside precisamente en la tentación de los estadistas a inclinarse por la represión y la guerra cuando se sienten acorralados y confrontados. El líder aparece entonces investido de una fuerza sanadora que le permite recurrir a la violencia para “proteger la integridad del cuerpo social”. La negrilla y el entrecomillado es mío. Este fragmento nos revela la verdad de la Seguridad Democrática, sin olvidar que el New York Times dedico a la ley de Justicia y paz un editorial titulado : “Colombia Capitula ante la Mafia Terrorista” en el que afirma que debería llamarse “la ley de la impunidad para asesinos en masa, terroristas y grandes narcotraficantes.

De todo lo anterior se deduce que en Colombia la violencia política ha corrompido a la democracia. Los crímenes y las amenazas de muerte determinan quien controla el poder y la riqueza, hechos que se manifiestan en la estrecha relación entre los grupos paramilitares, los partidos políticos, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, las élites económicas y el ingreso al país gracias a convenios multilaterales de las compañías multinacionales.

Lo que está en juego es el futuro del país: si sus instituciones podrán librarse del control de quienes recurriendo al crimen organizado mantienen el ejercicio del poder. El tema de fondo en Colombia, a día de hoy, va mas allá de salvaguardar el proceso de paz, aunque también, y de poner en negro sobre blanco toda la verdad y garantizar la justicia por las atrocidades cometidas. Si lo conseguimos habremos salvado las instituciones democráticas alejando el país y a las nuevas generaciones de ciudadanos de la violencia política, de la corrupción generalizada y del baño de sangre que durante tanto tiempo hemos padecido.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
De Colombia para el mundo