martes, 7 de noviembre de 2017

Modelo de medición de homicidios de Rodrigo Guerrero en Cali: ¿Gobernabilidad sin gobernanza?

Por Diana Vinasco.
La diferencia entre la gobernabilidad y la gobernanza está determinada porque en la primera una persona logra promover una idea con la mayor cantidad de adhesiones y con la menor cantidad de críticas. En la segunda, convergen múltiples ideas de todos los actores involucrados tomando decisiones a través del consenso.

En el año 2014 el entonces alcalde de Cali Rodrigo Guerrero (2012-2015) recibió el Premio Roux, otorgado por la Universidad de Washington en Estados Unidos “por la creación del método de registro científico para reducir las tasas de muertes violentas” (Alcaldía de Cali, 2014), que había creado en su anterior gestión como alcalde de la misma ciudad entre 1992 y 1994. El método consistió en determinar, a través de información suministrada por diversas entidades estatales, los factores desencadenantes de las muertes violentas en Cali, contribuyendo de esta manera en la aplicación de estrategias que combatieran dichos factores disminuyendo así las cifras de homicidios.

Mientras Guerrero era premiado en el extranjero y su estrategia recibía apoyo del gobierno nacional, en Cali le llovieron críticas por recibir un mérito difícil de percibir, pues para muchos la violencia, la delincuencia, el miedo y la percepción de inseguridad dentro de la ciudad, crecían inversamente proporcionales a las cifras que Guerrero exhibía afuera. En ellas se evidencia que efectivamente, en sus dos periodos como mandatario local la tasa de homicidios descendió (ver tabla 1 y 2).





Ante la pregunta de ¿Por qué mientras las evidencias reales de violencia cedían, en Cali nadie celebraba? Los críticos del alcalde plantearon varias explicaciones. Se argumentó que la alcaldía acomodaba las cifras a su conveniencia, que la reducción de 15% era un simple número o una cifra muy baja que no representaba cambios en la realidad o que las fluctuaciones en las tasas de homicidios obedecían más a las dinámicas del crimen que a la aplicación de una estrategia científica (Salazar, 2012; 2014).

Independiente de la veracidad de estos argumentos, se podría analizar este asunto a partir de la gobernabilidad y la gobernanza, indagando si es posible que en este caso específico el alcalde Guerrero allá acudido a una fórmula con la que pretendía garantizar su gobernabilidad en la ciudad, pero cuyo divorcio de la ciudadanía reducía su gobernanza. Para ello se puede tener en cuenta lo que afirma Joan Prats sobre este tema:

Por gobernabilidad [se] entiende la cualidad conjunta de un sistema sociopolítico para gobernarse a sí mismo en el contexto de otros sistemas más amplios de los que forma parte. Esta cualidad depende del ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades de gobernación. Este concepto de gobernabilidad no contempla las necesidades como algo perteneciente a la sociedad y las capacidades como algo perteneciente al gobierno. La capacidad de gobernar de un sistema está claramente conectada a sus procesos de governance y de gobernación. Sin un ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades no puede existir gobernabilidad. Pero este ajuste depende de las estructuras de governance y de los actores de gobernación. Las necesidades y las capacidades se construyen socialmente y el resultado final depende de la estructura institucional o fábrica social y de los actores. (Prats, 2005, p.138)

La nueva forma de medición implantada en los años noventa podría ser catalogada como un paso en la gobernabilidad de la ciudad, pues hasta la llegada de Guerrero las cifras de homicidios eran ambiguas y no existía un método confiable para determinar sus causas. El método en cuestión supuso aumentar las capacidades de la estructura institucional en cuanto al mejoramiento de estadísticas que permitían un replanteamiento en las estrategias de las autoridades encargadas de la seguridad. Sin embargo, estas estrategias estaban construidas “desde arriba” sin tener en cuenta lo que Prats denomina un “ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades”. Si se tiene en cuenta lo señalado por el autor, el modelo de medición habría desconocido las capacidades que podían tener los ciudadanos para aportar en el mejoramiento de la seguridad, y a su vez, que estas capacidades podían suplir las necesidades de la alcaldía en la disminución de la violencia.

Teniendo en cuenta lo anterior, se podría pensar que, aunque el método implantado por el exalcalde se reflejaba como exitoso en las cifras de reducción de homicidios, este no tenía por qué redundar en mejoras de la percepción de inseguridad de la ciudadanía ni en una mayor aprobación de la gestión del alcalde, pues aunque la reducción pudiera significar una mejor imagen de la ciudad para el país, su método no representaba beneficios evidentes o inmediatos para la ciudad, ya que pasar de una cifra de 1900 a 1600 muertos no significaba un cambio social sustancial.

Más que una conclusión definitiva sobre las diferencias entre el éxito del modelo de Rodrigo Guerrero fuera de la ciudad y su fracaso para cambiar la percepción dentro de ella; lo que se ha pretendido aquí es ampliar el debate sobre la efectividad de los gobiernos locales en la implantación de estrategias de seguridad que pueden permitir reducir la mala imagen de las ciudades pero no mejorar el bienestar de los ciudadanos. En ese sentido, la alcaldía de Rodrigo Guerrero, al no incluir la gobernanza en su fórmula para reducir la violencia en la ciudad, no constituiría tampoco un modelo de gobernabilidad, pues tal como afirma Prats, las capacidades se construyen involucrando tanto a la estructura institucional como a los actores sociales. El actor social que fue dejado por fuera en la toma de decisiones sobre la seguridad de la ciudad fue precisamente la ciudadanía, lo que podría explicar la falta de aceptación y los cuestionamientos al premio otorgado a Guerrero. Tal vez un poco de gobernanza hubiera permitido que el premio incluyera, además, una disminución en la percepción de inseguridad, es decir, un mayor consenso en cuanto a las ideas que promovia.

Bibliografía
Alcaldía de Cali (2014). Alcalde gana Premio Roux por abordar la violencia como crisis de salud pública. Recuperado el: 26 de agosto de 2017. Consultado en:

Concha-East, Alberto; Espitia, Victoria E.; Espinosa, Rafael y Guerrero, Rodrigo (2002) La epidemiología de los homicidios en Cali, 1993-1998: seis años de un modelo poblacional. Revista Panamericana de Salud Pública. 2002, vol.12.

El País (2016). El mapa de la muerte: 15 años de homicidios en Cali. Recuperado el: 26 de agosto de 2017. Consultado en:

Prats, Joan (2005). De la burocracia al management, del management a la gobernanza. Madrid: Instituto Nacional de Administración Pública.

Salazar, Boris (2012). La seguridad en Cali: de la indiferencia a la resignación. En: El observador Regional, Cali: CIDSE.

Salazar, Boris (2014). Lo que va de Washington a Cali: premio para el alcalde, violencia para la ciudad. En: Boletín del Observatorio de Realidades sociales, Nº 28. Cali: Arquidiócesis de Cali.

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