miércoles, 19 de diciembre de 2012

El final de los tiempos

Columnista Nibega.

Era el final de la vida en la tierra como la conocíamos. De siglos atrás sabíamos ya, basados en datos científicos, sobre la inminente catástrofe que se acercaba. Lejana pero velozmente una gigantesca estrella mantenía su trayectoria en dirección al sol, lo destrozaría, nos volvería una nada, la radiación nos mataría en cuestión de segundos si no huíamos. Hace doscientos años resultaba imposible darnos a la fuga, salvar lo más que se pudiera y partir de esta tierra.

El final de los tiemposTeníamos suficiente tiempo, un temeroso conteo preciso de doscientos treinta y cuatro años, nueve meses y dieciséis horas, más unos agotados minutos y segundos que contaban su historia, o el final de nuestra historia. A tumbos las mentes más brillantez se agolpaban en los laboratorios más avanzados en todas las ciencias, todas las ingenierías, dedicamos nuestras vidas, me incluyo en ese largo experimento, de miles de científicos involucrados a lo largo del tiempo, sorpresivo y abrazador que nos llevo a trabajar por nada, nada cuantificable monetariamente, trabajamos por salvaguardar la raza humana. Cien años bastaron para encontrar solución a los lugares para habitar, medios de transporte, entre otros.

En cien años la tecnología daba pasos agigantados y logramos, con una capacidad aproximada al noventa y dos porciento recuperar los datos terrestres, en las naves se podían ya transportar una gran cantidad de seres humanos. Cabe anotar que buena parte de quienes se quedaron en la tierra, lo hicieron bajo propia voluntad y un pequeño porcentaje no tuvo otra opción. El sistema fue sencillo, una rifa decidía la suerte de todos, incluso quienes colaboraron con la culminación de este proyecto tenían que someterse a la rifa con la posibilidad de quedarse. Ricos y pobres convivieron juntos, el desespero transforma pensamientos al punto de devolver la categoría de humanos a la humanidad, la muerte inminente, tal vez la sensación de esa inminencia borra estándares sociales y quienes accedían a quedarse, lo hacían para dar a paso a familias que iban a perder a sus hijos o ser separadas por el azar de una balota.

Faltando cuarenta años y seis meses, que importaban ya los días o minutos, ni qué hablar de los segundos, partían las naves a un planeta que se adecuaba desde hace treinta años atrás, no podríamos decir que todo era júbilo, puesto que no era lo mismo que mudarse de casa o cambiar de carro o qué sé yo, no existe un comparativo semejante a tal suceso.

Un grupo de científicos, entre esos me incluyo, nos quedamos en una nave auxiliar, queríamos documentar el acontecimiento. Conocíamos en teoría lo que sucede cuando dos grandes masas de energía colisionan, habíamos presentado ilustraciones digitales de lo que pensábamos ocurriría, pero presenciarlo a la distancia era algo distinto. Faltando una decena de años partimos, sintiendo el infernal caldero en que se tornaba la tierra, que en estos momentos tenía dos soles, lloramos las vidas de colegas y desconocidos que morirían en la tierra, seguramente mucho antes del accidente.

Desde una distancia prudente observamos la estrella acercarse, nuestro diminuto sol se fue tornando ovalado con una tendencia hacia el masivo astro. Velozmente los cuerpos celestes chocaron y ondas de radiación salían disparadas desde el centro del acontecimiento, los planetas habían comenzado arder cuando faltaban tan sólo un año aproximadamente, aquellas ondas terminaron por arrasar con lo que quedaba del sistema solar. Todo fue polvo entonces.

En ese momento supimos que debíamos movernos o moriríamos, a pesar de la distancia. Los cálculos siempre fallan y la fuerza del impacto podría dañarnos gravemente, así que nos resguardamos detrás de un colosal planeta, sabíamos que su magnetismo nos mantendría a salvo, todo eso en cálculos hechos sobre la marcha, cuando las ondas de la explosión pasaron, supimos que estábamos a salvo, pero también que algo nos había sucedido. Continuamos el viaje con una extraña sensación, nuestras partículas vibraban distinto, todo comenzó cuando se nos hizo innecesario hablar, en vez de eso tuvimos la capacidad de leer las vibraciones electromagnéticas de la mente, nos entendíamos perfectamente. Todo esto causó un poco de confusión dentro de todos los tripulantes pero nos hicimos a la idea de que el choque con las ondas era la causante y debíamos descubrir que más había causado.

Un colega y yo nos mantuvimos en silencio mientras seguíamos nuestro curso, entonces el me dijo, más bien pensó, que si era posible leer nuestras vibraciones energéticas, resultaba entonces sumamente normal lograr incidir en el estado de la materia con nuestro pensamiento. El experimento lo llevamos a cabo junto con un tercer científico que se nos unió, en un principio resultó extremadamente difícil concentrarnos en transformar un objeto hasta que los tres nos fuimos sintiendo más ligeros a medida que nos fuimos conectando, nuestros pensamientos eran una sola idea. Nos hicimos nada o al menos transparencia, no nos veíamos pero seguíamos ahí, como energía y pensamiento. Fue casi un juego lo que hacíamos hasta que logré salirme de la nave, continuando el rumbo de la misma, por lo tanto no sólo alterábamos la materia, la podíamos teletransportar.

Incluimos a todo el grupo de la nave y les mostramos lo acontecido, nos fuimos conectando entre todos, cada uno tenía un conocimiento distinto pero logramos comprender lo que el otro sabía, era como si nuestras mentes fuesen memorias de almacenamiento a las que accedemos por información, mientras más lográbamos conectarnos más fácil resultaba lograr hacer realidad el pensamiento. No había envidia, pues todos, en resumidas cuentas, éramos uno, manteniendo nuestras individualidades.

Pasaron los meses sin haber llegado a destino, pero manejábamos mejor ese estado, al punto de poder, o más bien, lograr teletransportar la nave, en tan sólo unos segundos, a ese lugar donde debíamos llegar y donde nos esperaban los demás exhabitantes de la tierra. Sorprendidos nos preguntaron por lo que había ocurrido, el porqué de el rápido y repentino titilar de nuestra nave a las afueras del planeta sustituto. Les contamos lo acontecido, la explosión de la que tuvimos que huir, buscar refugio y cómo habíamos cambiado a razón de aquel suceso. En principio no nos creyeron pero debieron hacerlo, pues no sólo llegamos antes, sino también aparecimos repentinamente. Con un destello estábamos visibles en sus radares. Mostramos parte de lo que sabíamos hacer e intentamos ir cambiándolos, al parecer funcionaba; al igual que en la nave, a medida que nos conectábamos, mayor conocimiento ganábamos y resultaba más fácil transformar a nuestros coterráneos.

Logramos alterar las partículas a cada ser humano, eran nuevos, nacidos de nuevo, cambiados, transformados, mejorados, llámese como se le venga en gana, cada habitante nacido supo que lo siguiente era lograr transformar al planeta, hacer una tierra nueva. Sabíamos qué necesitaba una tierra capaz de albergar vida, cuáles eran las condiciones en cuanto a su posición frente a un astro luminoso como el sol, un segundo sol, la proporción entre la nueva tierra y su estrella, la necesidad de planetas mayores que desvíen la atención de asteroides y meteoritos, actuando como escudo, su ubicación en una galaxia tranquila, entre muchas más cosas, como cantidad de agua, la necesidad de un núcleo sólido de hierro, la formación de placas tectónicas y así sucesivamente.

Ubicamos un planeta y reordenamos tanto el funcionamiento de la galaxia como el del sistema solar, un sol adecuado para el tamaño del planeta, finalmente comenzamos a ir agregando lo necesario a la nueva tierra; meteoritos colisionando, partículas que lo van calentando, la creación de una luna y la absorción de un núcleo de hierro que se debe cristalizar, logrando así solidificarse. Las altas temperaturas que experimentaba el centro de la tierra sumado a la rotación del núcleo da origen al campo electromagnético que en la tierra nos mantenía alejados de las corrientes plasmas solares, además de contribuir a la conformación de placas tectónicas de la nueva tierra, posibilitando la evolución de los microorganismos de vida simple a vida compleja, dentro de la cantidad de meteoritos logramos que un buen porcentaje fuesen rocas de hielo que aportaron el agua necesaria para que desarrollase vida.

Todos estos acontecimientos se fueron gestados de manera acelerada, el tiempo había dejado de ser lo mismo para nosotros, digamos que no existía, debido a la cantidad de energía que nuestras mentes conectadas podía proporcionar a un mismo fin, el agua fue dotado de nutrientes gracias a los procesos de producción de energía por parte de microorganismos que absorbían los gases tóxicos y liberaban oxigeno, entre otros, la marea generada por la rotación de la luna arrastraba esos nutrientes a las costas, dando inicio a la formación de musgos y posteriormente las plantas, en el mar la vida que se gestaba conformó corales con sus desperdicios, también cuando se ubicaban sobre el lecho y junto a más microorganismos se alimentaban, liberando oxigeno. Poco a poco este proceso de fotosíntesis hizo que la tierra ganara un color más verdoso, viviendo en el mar pequeños anélidos y posteriormente artrópodos, frágiles criaturas que poblaron la tierra, dando paso a criaturas más grandes como peces y mamíferos. Todo el proceso evolutivo duro tan sólo unos años.

Cuando la tierra era completamente habitable nos preguntamos qué sucedería si continuábamos el proceso evolutivo hasta el hombre, si efectivamente existiría el hombre y si este lograba conformar todo lo que nosotros habíamos logrado. En ese instante regresamos a nuestro propio proceso evolutivo, comprendiendo que quizá y ese quizá era un “muy seguramente” nosotros habíamos recibido ayuda para alcanzar ciertos logros, por ejemplo: de ingeniería como las grandes construcciones o de química como la practica de la alquimia, cosa que no resultaba tan sencillo de desarrollar. Quizá nos habían visitado realmente otro tipo de seres, como nosotros y las construcciones apuntaban al lugar de su procedencia como las antiguas civilizaciones efectivamente lo afirmaban con la mayor naturalidad posible.

Nos hicimos a la idea de ser dioses y ayudar a la pobre humanidad naciente con los trabajos más complejos, mostrándoles siempre el proceso, logrando de ello su aprendizaje, pero no alterándolos molecularmente para que fuesen como nosotros cuando vivíamos en la tierra.

Ellos debía aprender al igual que nosotros, todo por su cuenta, tanto lo malo como lo bueno, un empujón inicial era suficiente pero de resto era un acompañamiento a distancia y con ciertos enviados que nos informarían. No era un gusto a sentirnos superiores, no, simplemente entendimos que si nuestros creadores nos confiaron la tarea de trascender a este estado, ellos, nuestra creación, lo lograría así fuese a través de un cataclismo como en lo acontecido con nosotros, quizá la historia sí tienda a repetirse y aclaro nuevamente, ese quizá resulta ser un “muy seguramente”.

martes, 18 de diciembre de 2012

Reflexiones sobre el peligro de una sola historia

Columnas en colaboración con Trans-pasando fronterasPor José Castiblanco.
En colaboración con Trans-pasando fronteras.
En el presente escrito me propongo reflexionar acerca del “peligro de una sola historia” en los términos que los plantea Chimamanda Adiche y surge a partir del primer examen parcial del curso Antropología del Conocimiento Científico. Intentare relacionarlo con las propuestas de Chakrabarty sobre la “provincialización”, un poco con Trouillot y su “historia impensable”. Esto ira acompañado de una autorreflexión a partir de una experiencia que tuve el anterior junio.

Mi encuentro con suburbia

Mi primo me invitó a que fuera con él a una fogata con sus amigos. Acepté. Era una noche despejada de verano en Franklin Park, un suburbio (blanco) de Chicago. Cuando estaba en la fogata no me di cuenta muy bien, pero me pareció que faltaba algo. Los jóvenes amigos y amigas de mi primo me ofrecieron papas fritas, masmelos (marshmallow) gaseosas y agua. Yo esperaba una fiesta con música a alto volumen, cerveza y una que otra sustancia controlada, en otras palabras esperaba el estereotipo de las fiestas de teenagers gringos que he visto en películas.

Lo anterior fue un choque en su momento porque pensé que yo había actuado como seguramente actuaron ellos cuando al escuchar mi nombre –José- dijeron que “es un nombre muy mexicano”. Quizás su jardinero se llame José y por ser hispanoparlante sea “mexicano”. Luego un razonamiento a la inversa, errado por demás, para mi caso los haya hecho pensar que por ser hispanoparlante y llamarme José automáticamente sería mexicano.

Una visión retrospectiva

Pero más allá de mi anterior divagación me sentí avergonzado luego de ver la presentación de Chimamanda Adiche. Me había dejado llevar por los estereotipos. Como ella lo había hecho con su sirviente Fide y los pobres de Nigeria, o cuando ella había ido a México. Así como premeditadamente lo acabó de hacer con el ejemplo estereotipado de que los “jardineros son mexicanos”. Así, gracias a ese video pude racionalizar que en muchas ocasiones me dejo llevar peligrosamente por la única historia.

Ahora bien, si hilo más fino podría encontrar relación con Dipesh Chakrabarty en tanto que la historia eurocentrada ha jerarquizado las versiones, haciendo que las versiones de la India, del Caribe o de América Latina sean subsidiarias a la visión y sentido teleológico de Progreso que Europa (sus pensadores, su filosofía, su ideología) le ha dado a La Historia mundial y donde es ella la que guía el camino por el que nosotros después transitaremos. Así quizás yo mismo haya operado al reducir a los amigos de mi primo a una única historia. Una versión subsidiaria a mi propia versión en la que ellos aparecían como jóvenes blancos que necesariamente actuarían de acuerdo a lo que los estereotipos de Hollywood me habían vendido.

Por eso cuando escuché y vi a la señora Adiche sentí la necesidad de compartir el video y recordar las ocasiones en las que había “comprado” la única historia. Luego salieron automáticamente pensamientos y reflexiones que comparto ahora. Lo interesante es que le he encontrado resonancias con el curso, y especialmente con Chakrabarty. Por eso he intentado que este escrito deje en claro que mas que un examen es un ejercicio por provincializar ya no Europa, sino mis prejuicios y expectativas hacia la otredad.

¿Una historia impensable?

Michel Trouillot señala que la independencia de Haiti a finales del siglo XVIII era impensable. Cuando ocurrió se trató de maquillar, presentar en otros términos o de ignorar en la historia oficial. Aquella escrita en Europa, desde europeos por europeos para el mundo diverso que estaba bajo el influjo de su poder. Similar a esto, para Chimamanda Adiche era impensable que Fide y su familia fueran algo más que solo pobres. Igual para su compañera de cuarto era impensable que Chimamanda como nigeriana no tuviera una canción tribal o que hablara ingles.

Así las cosas, podría extenderme en ejemplos similares en donde fuese impensable otra versión, otra perspectiva de los otros, esta vez, desde los otros. Lo que quiero es reflexionar acerca del peligro de una sola historia, sobre la que he ido y vuelto constantemente.

El haber comprado la versión hollywoodense del esparcimiento de los jóvenes blancos de suburbios impidió un acercamiento más rápido hacia ellos. Iba predispuesto y a la defensiva. Pero la verdad es que así como en Nigeria no todos mueren de hambre, o en Colombia no todos somos narcotraficantes; en Estados Unidos no todos los jóvenes son agresivos y atravesados. La verdad sea dicha, el cuñado de mi primo me preguntaba por Cali y por Colombia, por mis gustos y por mi cotidianidad. La historia impensable de la que nos habla Trouillot puede llegar a ser pensada si tenemos interés en acercarnos al otro. Si reconocemos al otro como un interlocutor valido. Si “provincializamos” nuestras posturas para que estén al mismo nivel que las de los demás.

Bibliografía

ADICHIE, Chimamanda Ngozi, El peligro de una sola historia, en Youtube http://www.youtube.com/watch?v=4gH5oB1CMYM

CHAKRABARTY, Dipesh 2000. Provincializing Europe: Post colonial thought and historical difference. New Jersey: Princeton University Press

HARAWAY, Donna 1991. “Situated knowledges: The science question in feminism and the priviledge of partial perspectiva”, in Simians, cyborgs and women: The reinvention of Nature. New York: Routledge

TROUILLOT, Michel-Rolph 1995. An Unthinkable History: The Haitian Revolution as a Non-event. "Silencing the Past: Power and the Production of History". Boston: Beacon Press, 70-107.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Regalo de Navidad del Coronel Amadeo Martínez Inglés

Columnista Carlos Herrera Rozo.

Ante las continuas peticiones que recibo de amigos, compañeros y ciudadanos en general sobre la forma en que podrían hacerse con mi último libro La Conspiración de Mayo. El alzamiento que preparó la derecha castrense española para el 2 de Mayo de 1981 y que frustró el 23-F y ante la censura encubierta que todavía a día de hoy, casi tres años después de su aparición, sufre este trabajo de investigación histórica, prácticamente inédito, que algunos de los pocos historiadores y estudiosos de la reciente historia de España, que han tenido acceso a él, no han dudado en considerar como "un excepcional documento que pone patas arriba todo el entramado político-militar de la transición"… he decidido, al igual que hice ya algunos meses con mi anterior trabajo "Juan Carlos I el último Borbón", regalárselo (en su formato original "La Conjura de Mayo") a mis lectores, amigos, compañeros, seguidores de Estudiantes de Doxa y a todos aquellos ciudadanos españoles y extranjeros que aspiren a estar puntualmente informados y a conocer la verdadera intrahistoria reciente de este país. Historia que, evidentemente, no tiene nada que ver con la que los poderes fácticos del sistema juancarlista/franquista de la transición y de la modélica Constitución del 78 todavía vigente, les han venido contando todos estos años pasados.

Libro: La Conspiración de MayoExcepcional libro histórico (no lo digo yo, repito, sino algunos profesionales independientes de la historia no vinculados con el corrupto régimen vigente en España), claro, prolijo, exhaustivo, testimonio vivo de la investigación político/castrense sobre una etapa convulsa de nuestro reciente devenir histórico y que saca a la luz y desentraña para el gran público documentos supersecretos de la cúpula militar del momento, tanto de la que preparaba el asalto al régimen monárquico heredero del franquismo para el 2 de Mayo de 1981 como de la formada por los altos mandos militares cortesanos que, enfrentados con la anterior y autorizados y alentados por el rey Juan Carlos I, montaron el “teatrillo político/militar/institucional” del 23-F. Y que, después, serían traicionados por su señor y enviados a prisión militar por nada menos que treinta años.

Libro, pues, como digo, casi inédito y que, dejando de lado todos los derechos de autor que me corresponden en la actualidad y pudieran corresponderme en el futuro y en aras de que el pueblo español pueda estar debidamente informado de su historia reciente y también, para torcer el brazo a la implacable censura del teóricamente régimen democrático que “disfrutamos” en este país, podrán descargarse libre y gratuitamente a través de los medios de información de la red que publican mis trabajos todos los ciudadanos que así lo deseen. Como regalo de Navidad de este historiador e investigador militar que en estos momentos, como viene haciendo desde hace casi treinta años, sigue en la brecha permanente, en la barricada, en la lucha sin cuartel contra el régimen postfranquista de corrupción, latrocinio, mentiras, pelotazos, tráfico de influencias, nepotismo, dictadura encubierta, prepotencia, abuso de poder y explotación de los más débiles, asentado en España desde noviembre de 1975 y que en los últimos años ha llevado a este país a un paso de su desintegración, a la ruina económica más absoluta y a la degradación ética y moral de sus ciudadanos.

¡Felices fiestas, amigos, compañeros, demócratas, republicanos! A pesar de esta banda de ineptos y presuntos delincuentes (sí, sí, los políticos que se saltan las leyes que se ha dado el pueblo cometen un delito contra ese pueblo, son unos prevaricadores) que nos gobiernan desde la prepotencia y la mentira. Aprovechad estos días de asueto, que no de alegría (los pocos que no estéis en el descanso forzoso y permanente), para leer y conocer, a través de las inéditas páginas de historia que os regalo, las andanzas del todavía rey de España, Juan Carlos I, allá por el otoño de 1980 y primeros meses de 1981, conspirando con los generales franquistas y organizando en la sombra, para salvar su corona (no la democracia), la chapucera maniobra (el borboneo, más bien) que luego sus cortesanos desde el poder calificarían como “intentona involucionista del 23-F”.

Y descansad lo que podáis pues el próximo año quizá nos exija a los españoles que todos pidamos algo más que el “panem e futbolensis” moderno de los pueblos en decadencia acelerada en el que estamos suicidamente inmersos para, entre gol y gol, intentar reescribir la triste historia de este país.

Y querría terminar esta felicitación navideña sui generis planteando dos sutiles preguntas. Una al presidente Rajoy, y otra al conjunto de los ciudadanos de este paciente país:

1ª.- ¿Por qué no deja, señor Rajoy, de tomarnos el pelo a los españoles, con sus mentiras y su media lengua de inepto gobernante, y se lo toma a partir de ahora a su señora madre, una respetabilísima señora sin ninguna duda y a la que, si vive en estos momentos (es lo que yo deseo), seguro que no le importará mucho que lo haga?

2ª.- ¿Por qué los españoles, todos al alimón y visto lo que estamos viendo estos días que hasta insultan a los pobres parados, no mandamos a la puñetera “M” (con perdón) a la OCDE, al FMI, al BM, al BCE, a la UE, al Euro, a la Comisión, al Consejo, al Parlamento (Europeo, se entiende, donde se duermen las mejores siestas continentales), al MEDE, al rescate financiero (que va a dejar a los pocos bancos españoles que sobrevivan y a los miles de empleados que tengan que echar a la calle, con una anorexia de caballo), al rescate no financiero (o sea, a la totalidad del Estado que pasará automáticamente a la categoría de “vasallo de la nueva Europa pan germánica”), a los ajustes impuestos, a los recortes recomendados, al déficit financiero que nos han puesto al cuello… y volvemos la mirada a la pobre y denostada peseta de nuestros padres, que asiste estupefacta a la rápida conversión de todos (o casi todos) los españoles en mendigos comunitarios?

¡Que os sea leve, amigos! Nos vemos el año que viene, si Dios (y Europa) quiere.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Del tamagotchi al facebook

Columnas en colaboración con Trans-pasando fronterasPor Nicolas Obando Borja.
En colaboración con Trans-pasando fronteras.

“El proceso de creación no significa crear por crear sino orientar este caudal humano hacia la recuperación de los aspectos éticos y estéticos para transformar la propia vida en una obra de arte”. Patricia Stokoe

La anterior frase de Stoke me gustó y me pareció pertinente colocarla en la medida de que nos hace reflexionar sobre la manera como los seres humanos nos llenamos la boca pregonando un “don” o un conocimiento, sin aplicar esto en nuestra vida, sin adaptar nuestros saberes para convertir nuestra existencia en algo que nunca muere, que siempre será recordado, que tiene vida propia y que trasmite emociones como una obra de arte.

No es común en nuestra ciudad ver un asiático bailando en una Pump it (maquinas de baile) o una pelirroja siamesa. No estamos acostumbrados a la diversidad cultural, nos acostumbramos a buses arriados por bestias, bestias de traje de pingüino, tetas sin materia gris, plástico pensante, etc. Nos acostumbramos a un establo llamado ciudad en medio de la nada, sin ningún otro establo cerca. La gestión cultural se encarga de focalizar las expresiones culturales de un lugar para potenciarlas, por medio de un potencial humano preparado.

Desde que existe la civilización a existido el manager, el anfitrión, el gestor, etc. Personas que ponen su conocimiento a disposición del otro, de la comunidad. Entonces la pregunta es, ¿si ellos existen, es porque la obra del artista es tan mala que necesita de un intermediario que le haga propaganda? o ¿no se supone que cuando la obra de arte habla por sí sola y es tan buena, su difusión es inmediata? o ¿puede suceder lo contrario, que la gestión puede ser tan buena que el gestor quede como protagonista? a todo esto es preciso preguntar ¿el éxito de una obra radica en el virtuosismo del artistas o en las habilidades del difusor? Para responder la pregunta tenemos que dar un paso por cuatro momentos de la historia. En la antigua Grecia el rol del artista no era considerado como tal, el artista de la época quien era denominado así por tener la techne (técnica) era uno más de los ciudadanos comprometidos con la polis que tenía el plus de poseer una técnica manual. El papel del gestor de la época era en beneficio de la polis, como lo fue el gran Pericles, promotor de la cultura en Atenas y creador de varios proyectos de infraestructura de la ciudad como el Partenón y la acrópolis de Atenas, pero además era su dirigente.

Después en el renacimiento el hombre visto como centro y medida de todas las cosas, y con la cosmovisión del artista como ser independiente y subjetivo, la gestión se vio encaminada por los dirigentes políticos, la iglesia, los coleccionistas de obras y los nobles. El artista todavía no tenía la necesidad de gestionar su obra, pues su majestuosidad lo hacía por ellos en la mayoría de los casos, además del voz a voz de quienes las obtenían. Llegando a los sesenta y setenta donde la tecnología no estaba muy avanzada, no existía el internet y las telecomunicaciones no estaban muy avanzadas, el gestor comenzó a notarse en su ámbito disciplinar pero limitado con respecto a las posibilidades de la actualidad. Ya entrada nuestra época del nuevo siglo hasta el 2012, las comunicaciones hicieron que con solo un click pueda estar en Canadá, Ámsterdam o Madagascar, así mismo la labor del gestor. Los ámbitos disciplinares se mezclaron y las barreras culturales se destruyeron.

Un abogado o un odontólogo, un economista o un contador, un artista visual o un bailarín, pueden ser gestores, gracias a que tenemos una facilidad en acceso a la tecnología. Con el simple hecho de subir una fotografía de nuestro trabajo a una red social ya estamos haciendo una labor de gestión, nos estamos promocionando, estamos haciendo un papel distinto del de ser magnifice de nuestra obra. Por lo tanto, “la concepción junguiana de la sombra es uno de los arquetipos clave y simboliza “nuestra otra parte” todos aquellos aspectos que uno desconoce de uno mismo” (Santillán 2004:201). En este orden de ideas la gestión es casi tan importante como la realización de la obra misma, quien no se preocupa por exponer su pensamiento, es como quien hace una pintura y la esconde debajo de la cama. Del tamagotchi al facebookTenemos un abanico de posibilidades que no teníamos 10 años atrás, parece poco pero el frenesí de nuestra sociedad envuelta en la tecnología a obligado a transformarnos, a tal punto que puedas preguntarle a tu abuelo si tiene facebook y muy ciertamente te dirá que sí.

Ya no tenemos el tamagotchi que solo servía para ver como un muñequito pixelado ladrando si era un perro o maullando si era un gato, iba al baño, comía y hacia cualquier otro sonidito, y todo esto en una pantalla de 6cm por 6cm y otros 6 de grueso, era como ver una piedra con luz y sonido, ahora podemos contemplar la posibilidad de que nuestro trabajo aquí y ahora se vea en todo el mundo, pero hasta para eso que se ve tan fácil se necesita una forma creativa, una forma que la gestión estudia directamente y de la que nosotros desde nuestro ámbito disciplinar no podemos obviar, por mas renacentistas que nos creamos, el hecho de que “la creatividad no es un conocimiento más, es una manera de usar el conocimiento y aplicarlo para obtener un resultado” (Santillán 2004:7).

Bibliografía

SANTILLÁN GÜEMES, Ricardo y Héctor Ariel Olmos (2004). El gestor cultural: ideas y experiencias para su capacitación. Buenos Aires, Argentina: editorial fundación CICCUS.

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