martes, 2 de mayo de 2017

Las banderas no se venden

Columnista José Jairo Jaramillo | @josejairojarami
Integrante de la Organización de Jóvenes Liberales del Valle

Durante 77 años dirigentes libelares han ejercido la Presidencia de la República, lo que convierte al Partido Liberal en el partido que más tiempo ha ejercido el gobierno en nuestro país. Reconociendo aciertos históricos: la abolición de la esclavitud, la instauración de un Estado laico (separación de las funciones entre iglesia y Estado), las reformas agrarias de 1936 y 1961, el reconocimiento del derecho a la sindicalización y a los derechos laborales como la seguridad social, el contrato de trabajo y el salario mínimo, la creación de instituciones públicas como el Icbf, el Icfes, el Inderena (Ministerio de Ambiente a partir de 1993), Colciencias, Coldeportes, el Incoder (hoy Agencia Nacional de Tierras y Agencia de Desarrollo Rural) y Colcultura (desde 1997 Ministerio de Cultura). Fue en un gobierno liberal en el que se realizó el último proceso constituyente, aquel de 1991 (que nos entregó la Corte Constitucional, la Fiscalía, la tutela y el reconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad). Fueron las fuerzas liberales las que sacaron adelante el actual proceso de paz. Pero también habría que reconocer sus errores (por no decir horrores), como su participación en el periodo de la Violencia partidista y en fenómenos de corrupción como el “proceso 8.000” o la parapolítica.

La historia de nuestro país ha estado estrechamente vinculada al Partido Liberal, pues sus ideas y sus líderes han moldeado en diferentes momentos de nuestra vida republicana lo que es la Colombia actual. Su antigüedad no es sinónimo de viejo (en épocas en donde lo que prevalece en política es lo que se posesiona como lo novedoso, estilo Donald Trump) creo que se debe reivindicar el legado de una colectividad cuyas ideas han construido en gran parte lo que somos. Y es que, aunque tengamos mucho por mejorar como sociedad, y nos quejemos permanentemente o nos sintamos insatisfechos con el “status quo”, nadie puede desconocer que la Colombia de hoy es mucho mejor que la de hace 50 o 100 años (en todo sentido: cobertura en salud, en servicios públicos domiciliarios, en acceso a la educación, en alfabetización, en infraestructura, en generación de empleo, en índices de pobreza, en expectativas de vida, entre otros).

Los liberales de hoy somos herederos de unas banderas. Tal como lo dice el senador Luis Fernando Velasco “hay gente que cree que una bandera es simplemente un pedazo de tela, eso no es así. Una bandera tiene historia, tiene tradiciones. Esta bandera roja la defendieron nuestros mayores, luchando por los intereses de los sectores populares de nuestro país…por eso las banderas no se venden”.

Actualmente el partido pasa por una redefinición clave para su futuro. Aquel partido cuya lucha histórica fue la defensa de los sectores populares, de las minorías, y representó la fuerza progresista en nuestro país está “embolatado” en una red de pequeños intereses regionales, y desorientación tanto ideológica como programática. Hemos dejado de ser aquella fuerza transformadora…ya no somos como dicen nuestros estatutos “(…) el partido del pueblo, que tiene carácter pluralista y constituye una coalición de matices de izquierda democrática, cuya misión consiste en trabajar por resolver los problemas estructurales económicos, sociales, culturales y políticos, nacionales y regionales mediante la intervención del Estado”.

Hemos vendido y abandonado nuestras banderas históricas. Si queremos como partido volver a ganar el respaldo ciudadano, es decir, volver a ser alternativa de gobierno para desde el poder construir una Colombia más justa e igualitaria, entonces debemos asumir con coherencia nuestro legado histórico y defender con convicción lo que creemos.

No puede ser que el partido que dice defender y representar los derechos e intereses de las minorías y que dice defender un Estado laico respalde por activa o pasiva un referendo discriminatorio de una senadora liberal que pretende impedir, por una concepción religiosa, que parejas del mismo sexo o personas solteras puedan adoptar, desconociendo una sentencia del Tribunal Constitucional que les reconoce este derecho.

Es inadmisible que el partido que dice defender y representar los derechos e intereses de los sectores populares y de las clases medias vote mayoritariamente una reforma tributaria que aumentó el IVA, que redujo el umbral para declarantes del impuesto de renta, que le impuso nuevos impuestos a la gasolina (bien transversal que afecta el precio final de los demás bienes en el mercado), afectando negativamente el bolsillo de la gente más vulnerable.

No puede ser que una gran parte de los parlamentarios del partido que dice reivindicar lo público y la necesidad de que el Estado actué como agente regulador de la economía hayan votado a favor o se hayan abstenido de votar, por no quedar mal con el gobierno, la venta de la generadora de energía ISAGEN. O haciendo un paralelo y territorializando al partido, no puede ser que la bancada liberal del Concejo de Bogotá vote a favor de la privatización de la ETB (Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá).

No puede ser que el “partido del pueblo” sea un partido incapaz de renovar sus cuadros políticos, presentar nuevos perfiles de mujeres y hombres de toda la geografía nacional, jóvenes, negros, indígenas, comunidad LGBTI, a cargos de responsabilidad y de elección popular. Quizás por esto tal vez ya no somos mayoría en el Congreso de la República ni tenemos presidente desde 1994 con Ernesto Samper. Nuestro partido fue tomado por “dinastías políticas” dispuestas a perpetuarse a través de celebres apellidos, como los Gaviria, los Serpa, los Galán, los Turbay, los Lleras, los Samper y los Santos. Que han aportado a la construcción del partido y de Colombia pero que deben dar un paso al costado para que surjan nuevos liderazgos capaces de interpretar a la nueva Colombia. Sino dan ese paso, que seguro no lo darán, no hay otra opción para las fuerzas alternativas (regionales) que abrirse paso a través de elecciones, hasta ser mayoría y hacerse con el control del Partido Liberal.

El partido debe construir un relato político (a lo Uribe con su Seguridad Democrática) que lo posesione ante el electorado como una fuerza progresista capaz de transformar a Colombia, en este contexto, la construcción de la paz puede ser la piedra angular de esta apuesta.

El partido debe reafirmarse en su condición socialdemócrata y a partir de ello, debe hilar un programa acorde con su ideología y sus banderas históricas, nuestro derrotero debe ser...

“Respetar la libertad individual y ampliar los niveles de autonomía personal y de conseguir que las condiciones de partida sean lo más justas posibles. Debe civilizar el mercado para que se parezca más a su funcionamiento “ideal” y luchar para que haya una verdadera repartición de la riqueza (también debe generar las condiciones para que el país crezca y genere riqueza) y que esta no se vea afectada por monopolios privados. Debe promover instituciones que defienden a los individuos de los abusos del poderoso. Y debe luchar porque la igualdad y la justicia estén en el centro de la acción del Estado, y esto se concreta apoyando y focalizando el esfuerzo público en mejorar las condiciones de vida de los más humildes y de las clases medias (las grandes mayorías de nuestro país)”.1

Estas son algunas de mis opiniones sobre el estado actual del partido, hay muchos retos difíciles por asumir, pero como parte de esta generación de jóvenes liberales, creo que debemos darnos a la tarea de reflexionar para actuar, ayudar a transformar y modernizar a nuestro partido (y con él a la política colombiana), en sus cuadros, sus líneas ideológicas y su plan de gobierno…para hacer como dice el Senador Luis Fernando Velasco “reivindicar la historia de la bandera roja”, y llevar de nuevo a nuestro partido al gobierno para transformar a Colombia.

Notas
1. “La socialdemocracia no puede renunciar a su tradición liberal o asume formas no compatibles con las libertades individuales” tomado de: www.joserodriguez.info

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