martes, 1 de diciembre de 2015

La falla estatal: una discusión vigente

Por Jorge Enrique Figueroa Gómez.

Cuando uno se detiene a contemplar los modos de operación de ciertas naciones del primer mundo y de algunos organismos internacionales, se da cuenta que la discusión alrededor de la fragilidad estatal está vigente, inclusive con más ahínco en comparación con su contexto de emergencia. Pese a la inexistencia de un consenso entre pensadores, académicos y organizaciones sobre lo que significa un estado fallido o frágil, podemos señalar que un estado se considera de esta manera cuando sufre importantes déficits de autoridad, legitimidad y capacidad que le impiden alcanzar niveles óptimos de desarrollo, derechos humanos, paz y suministro de servicios básicos (Di John, 2010). Partiendo de este precepto, es importante preguntarse si es realmente útil hablar de estados frágiles, fallidos o débiles en nuestro contexto actual. Mi respuesta es: Sí. Y a continuación voy a explicar el por qué.

Para hablar de la utilidad de este concepto primero debemos preguntarnos para qué y para quién es útil. Como todo concepto, la fragilidad estatal tiene sus alcances y limitaciones. En este ensayo, quiero resaltar, precisamente, algunos alcances y limitaciones que nos ofrece esta forma de aprehender aquello que conocemos como el estado. En primer lugar, hablaré sobre el contexto de emergencia que pretende “justificar” el uso del término, llevándolo a un nivel de aceptación y vigencia en el contexto internacional. En un segundo instante, desplegaré algunos argumentos acerca de cómo esta aproximación se vincula con las diferentes expresiones de estados y la diversidad de formas organizativas de las sociedades. Finalmente, propongo una lectura a partir de lo expuesto anteriormente, señalando posibles caminos que permitan aprehender las “falencias” de los estados en los años venideros.

El fuerte y consolidado marco de trabajo que existe acerca de la falla estatal, sitúa esta discusión como un asunto de alta prioridad en la agenda global. Los años posteriores a la guerra fría, dejaron una sensación de amenaza permanente, especialmente en los estados occidentales, causada por la aparición de actos terroristas y variadas expresiones de violencia y criminalidad. Tales situaciones son consideradas como amenazas potenciales que pueden emerger en cualquier instante, causando caos y dolor. Para los estados occidentales fue muy fácil señalar que estos focos de inestabilidad se encuentran en los países sin estados fuertes. Éstos se consideran como lugares de fuertes brotes de conflicto armado y guerras civiles, o donde las instituciones estatales no cumplían sus funciones y estaban corrompidas.

Los estados del norte (Europa y Estados Unidos), el Secretario General de las Naciones Unidas y agencias multilaterales como el Banco Mundial, llamaron la atención sobre estos estados, denominándolos fallidos, por lo cual debían ser intervenidos para crear en ellos estructuras que permitieran la consolidación de un orden social estable, pacífico y democrático. Surgen de esta manera, una serie de intervenciones militares, un acaparamiento de las instituciones de gobierno, y también una intervención a nivel económico, que en muchos casos ha resultado en estructuras de oportunidad para el aprovechamiento de los recursos en tales territorios. Es así como la extracción de recursos se torna en una consecuencia perversa de la intervención internacional, que va mucho más allá de la contención de las amenazas globales al orden económico y político.

Para determinar cuáles son los estados fallidos, se han creado varios índices que miden la fragilidad estatal en diversos aspectos. Sobre ello, debe resaltarse que no hay estandarización en la medición, que hay varios índices con diversas formas de representar y medir la fragilidad. Cada índice privilegia algunos asuntos por encima de otros, haciendo difícil la comparación entre ellos. Además, no permiten permite dilucidar lo que sucede al interior de los estados, es decir, señalar las dinámicas intra-estatales y el comportamiento del Estado en el territorio que abarca. Así pues, para el sector de la comunidad internacional que coloca como tema central de su agenda los temas de seguridad, terrorismo, crimen organizado y crisis de gobernabilidad política, se observa que el objetivo primordial de adoptar este discurso es justificar la intervención internacional para controlar las amenazas que estos países representan para la estabilidad del orden global.

Por otro lado, es importante señalar que concebir a los estados desde la óptica de la fragilidad o éxito, es quedarse bajo una perspectiva que vuelve impositivo el tipo ideal de estado al estilo weberiano (1946). Es importante mencionar la existencia de una gran diversidad de estados, que son resultado de procesos históricos, de largo aliento, de dinámicas económicas, sociales, políticas y culturales muy particulares que han dado como resultado un tipo de sociedad. Por eso son importantes trabajos como los de Tilly (1989) y Mann (1993) en los que se aborda una perspectiva histórica de la formación del Estado. Si bien sus análisis resaltan elementos particulares de un cierto tipo de estados, estos autores advierten prestar atención a la multiplicidad y diversidad de procesos de formación estatal, así como a las condiciones de emergencia de un determinado estado, elementos clave para comprender la configuración actual de los estados. En esa medida, tener la pretensión de que todos los estados apunten hacia una misma dirección es una utopía que olvida las diversas manifestaciones sociales que existen en el mundo.

No todos los estados operan bajo las mismas lógicas ni tienen un modelo democrático liberal como sombrilla societal, y es aquí precisamente, que no por el hecho de no cumplir con un concepto de estatalidad orientado al monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de su territorio, lo hace un estado fallido que debe ser intervenido por ser una amenaza. Autores como Di John et al. (2010), muestran que existen diversos estados que pese a tener estructuras corruptas y presentar altos niveles de violencia, son capaces de mantener cierto orden social. En otras palabras, es importante señalar que los puntos débiles de un estado no conllevan necesariamente a que se desate el desorden o a que no se puedan establecer ciertas formas de institucionalidad que sean duraderas y permitan encauzar los esfuerzos de los estados hacia el cumplimiento de sus funciones. Así pues, hay otro tipo de formas organizativas que intentan suplir las funciones del estado tal como lo muestran autores como North et al. (2009), quienes dan cuenta de la existencia de ‘estados naturales’ que son estables y perduran en el tiempo, sin necesidad de ser un ‘Open Access Order’ al mejor estilo de Weber.

Como ya lo mencioné anteriormente, los índices de medición de la fragilidad estatal nos dan una perspectiva general de la situación de cada país, pero bajo la adopción de unos parámetros arbitrarios y claramente intencionados. Se quedan cortos al mostrar las particularidades de los territorios, es decir, en auscultar más a fondo para establecer las razones por las cuales se habla de una falla estatal, ver el funcionamiento de las instituciones y hacer énfasis en las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas que se tejen al interior de ellos. En esa medida, cuando se hace una lectura de las relaciones que se tejen a nivel social se puede observar que existen estructuras disonantes con las premisas del estado liberal moderno, las cuales tienen vicios de criminalidad, ilegalidad y corrupción. Tales formaciones pueden operar paralela o conjuntamente con el estado, logrando mantener cierta estabilidad, incluso bajo una lógica de acción individual y colectiva racional.

Creo que pensar en términos de niveles de fragilidad estatal le permite a los estados hacer una mirada sobre ciertos asuntos que pueden parecer importantes y que en cierta medida están dando una alarma acerca de la situación actual de los países. Sería bastante ingenuo pensar que un estado se autodenomine a sí mismo como un estado fallido y verse en estos rankings (como el realizado por The Fund For Peace) en color rojo o naranja, lo cual no debe ser muy agradable. Pero creo que este tipo de mecanismos pueden dar luces para que los estados tengan consideración sobre ciertos aspectos, privilegiando ciertos elementos y ver cómo podría darles manejo. En este sentido, habría que atender a cuestiones particulares de cada país como los relacionados con asuntos asociados a la diversidad de grupos étnicos y lenguas, a las organizaciones de la sociedad civil, de tipo religioso, entre otras. Es claro que no todos los Estados deben y quieren apuntar hacia el mismo rumbo, que la conjunción de estructuras de orden colonial y moderna como sucede en muchos países de América Latina ha dado origen a formas de gobierno con lógicas que distan del modelo de estado amparado en la democracia liberal.

Sería más importante echar una mirada a lo ocurrido en los procesos de configuración estatal, lo cual daría luces sobre por qué se estableció un tipo de orden y por qué no otro. En esta medida, el papel del científico social dedicado al análisis político, sería mostrar los posibles caminos a escoger para no repetir los mismos errores del pasado. Por ello, me inclinaré por decir que sí, que es válido retomar estos aportes sobre la fragilidad estatal para cuestionarlos y para resaltar que hay otras vías posibles para entender lo que sucede en el múltiple panorama institucional del orden global.

Referencia bibliográfica
Mann, M. (1993), ‘Nation-States in Europe and Other Continents: Diversifying, Developing, Not Dying’, Daedalus, Vol. 122, No. 3, pp. 115-140.

North, D., Wallis, J. and Weingast, B. (2009), ‘Violence and the Rise of Open Access Orders’, Journal of Democracy, Vol. 20, No. 1, pp. 55-68

Tilly, C. (1989), ‘Cities and States in Europe, 1000-1800’, Theory and Society, Vol. 18, No. 5, pp. 563-584

Weber, M. (1946) ‘Politics as a Vocation’, en H.H. Gerth and C. Wright Mills (eds), Essays in Sociology (New York: Macmillian), pp. 26–45.

Di John, J. (2010), ‘Conceptualización de las causas y consecuencias de los Estados fallidos: Una reseña crítica de la literatura’, Revista de Estudios Sociales, no. 37, 46-86.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Sobre el Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Revistas de Ciencias Sociales (CLACSO 2015)



Por Adolfo A. Abadía.
Grupo organizador: Clacso y Revistas CS (Universidad Icesi)

El 12 de noviembre de 2015 entre las 8:00 am y 12:30 pm en el marco de la Conferencia de CLACSO se llevó a cabo el Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Revistas de Ciencias Sociales. Este espacio, tuyo como objetivo principal debatir los temas que preocupan y ocupan a las revistas de nuestro continente. Este espacio fue coordinado por Luis Fernando Barón (Universidad ICESI) y tuvo como moderadora a Dominique Babini de CLACSO.

El Encuentro se organizó en dos bloques. En el primero, se presentaron seis panelistas: Jorge Aurelio Díaz, editor Revista Ideas y Valores (Colombia); Alicia Girón, editora Revista Problemas de Desarrollo (México); Yuri Jack, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (Colombia); Eduardo Aguado-López, director de Redalyc-UAEM (México); Gustavo Fischman, representante de Arizona State University y Public Knowledge Project-PKP (Estados Unidos); y Lucas Sablich, coordinador Editorial CLACSO (Argentina). En el segundo bloque se abrió espacio para debatir, entre los editores presentes (aproximadamente 70), sobre los retos y desafíos que afrontan las revistas académicas en ciencias sociales y humanidades en Latinoamérica y el Caribe.

De las presentaciones del encuentro se destacan los siguientes puntos que propende a:

  1. Promover la lectura entre pares y generar estrategias de lectura y debate (ej. sección “Diálogo” en la revista Ideas y Valores); desarrollar la construcción de “comunidades académicas” que también se interesen y citen lo que se produce en contextos como el latinoamericano y del caribe; contribuir a la formación de “mercado interno” entre las revistas latinoamericanas.

  2. Promover la cooperación entre revistas en todos los niveles del proceso editorial (ej. proyecto Open Access Cooperative).

  3. Pensar en sistemas editoriales diferentes, que respondan a las condiciones contemporáneas; fortalecer las revistas electrónicas (o las versiones electrónicas de revistas); pensar el artículo como unidad básica delas revistas (entendidas como compilación de artículos) para publicar; explorar nuevas periodicidades yformatos de edición como el html y el XML.

  4. Consolidar la iniciativa Open Access No-comercial para las revistas en ciencias sociales y humanidades en Latinoamérica y el caribe; promover el conocimiento y reconocimiento de índices de revistas latinoamericanos (como Scielo y Redalyc) para los procesos de evaluación de las revistas (ej. Argentina).

  5. Profesionalizar la labor del editor que ejercen, simultáneamente, cargos como profesores e investigadores en instituciones de educación superior.

  6. Recuperar la autonomía de los editores para que no trabajen para los índices internacionales, sino para las misiones y objetivos de sus revistas.

  7. Promover formas propias de reconocimiento de calidad de las publicaciones así como el proceso histórico de la construcción de alternativas “contrahegemónicas” de medición de la calidad de las revistas en ciencias sociales y humanidades como Scielo (en su momento), y Redalyc; de igual forma trabajar por la construcción de una voz propia, en términos de medición y calidad.

En relación a la segunda parte del encuentro, se destaca la inconformidad de las experiencias de revistas nacionales con el sistema colombiano de indexación de revistas, Publindex, y el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación Colciencias, entidad nacional que apoya le investigación, por sus prerrogativas de apoyo a ciertas áreas del conocimiento diferentes a las ciencias sociales y humanidades. Y de manera general, se destaca los desafíos existentes entre las exigencias institucionales de apostarle a índices internacionales (Scopus e ISI WOS), y la constante amenaza de las editoriales comerciales multinacionales (ej. Elsevier) que prometen la indexación en estos índices internacionales a cambio de altas sumas de dinero.

Antes de finalizar, muchas gracias por su asistencia y participación en este encuentro. Esperamos poder volver a reunirnos para continuar con este debate en una próxima oportunidad.

viernes, 6 de noviembre de 2015

A propósito de la adopción homoparental. Opiniones después del fallo de la Corte

Por Johanna Trochez.

La realidad es que los modelos de familia, hace tiempo, dejaron de ser uno solo y podría decirse que con todo lo que se ve y vive a diario, urge la consideración de nuevas estructuras familiares con una visión en mayor sintonía con la realidad; de hecho, las familias diversas existen, y desde tiempo inmemorial.

Yo apoyo la idea de que la copaternidad y comaternidad de hijas(os) es una realidad que no debería "prohibirse" sólo por una cuestión de orientación sexual. Y al respecto, en mi más humilde y respetuosa posición, respecto los diferentes puntos de vista, creencias religiosas o prácticas socio-culturales. Creo también que ante esta situación cabría preguntarse: (1) si es preferible que niñas(os) sin padres continúen estando abandonados, negándoles la posibilidad de tener un hogar, que les brinden amor, protección, cuidado y oportunidades, que les enseñen a ser seres humanos de bien y garanticen su bienestar. (2) si está bien que a niños/as de padres biológicos homosexuales se les prive de la compañía y convivencia de su padre/madre por su orientación sexual. Sinceramente, no lo creo. Para mí, mientras que un padre/madre sea una fuente de amor, respeto, y sea un buen ejemplo de honestidad, humanidad y compromiso con el bienestar de su hijo/a, siempre será más seguro/a estar a su lado.

Ahora bien, respecto a las opiniones que sugieren preguntar primero a los menores sobre quienes podrían/desearían ser sus padre/madre, padres/madres adoptivos, quiero dejar muy en claro que estoy totalmente de acuerdo. Es más, considero que la opinión de los menores debe ser la base sobre la cual tomar una decisión. En todos los casos, se debe poner en primer plano al menor y sus derechos sobre el deseo o interés de la pareja adoptante. El asunto de la discordia es que este factor debería ser igual de preponderante en todos los casos, independientemente de que las parejas adoptantes sean heterosexuales o homosexuales. A la final, la contraparte en este asunto no es la sociedad, ni las leyes, ni la religión, ni siquiera la ciencia... la contraparte es aquella niña o aquel niño, quien debería tener siempre la total liberta de expresar sus deseos y argumentos sobre el modelo de familia con el cual desearía vivir. Y si no está de acuerdo con algo, o si le gusta, no debía ser obligada(o). Además, creo que toda adopción, independiente del tipo de pareja, debería ser, por supuesto, el resultado de un proceso arduo de investigación y evaluación de las familias que se postulan. Además, el proceso debería incluir un seguimiento a la familia para garantizar que el menor este en buenas manos.

Por último, cito un comentario que alguna vez puse por ahí... “En definitiva, el único problema relevante que encuentro para las posibles niñas y niños adoptados por homosexuales, no sería la mal llamada "anti-naturalidad" de los padres/madres sino, por el contrario, la presión social y constante discriminación en la vida diaria (vecindario, familias, colegios, etc.) a la que estarían expuestos y sometidos las nuevas familias. Este sí que sería un factor que en todos los casos llegaría a afectar negativamente el desarrollo de las niñas(os)/jóvenes si no se toman las medidas y soluciones adecuadas”.

jueves, 22 de octubre de 2015

¿Es útil hablar de “Estados frágiles” en la actualidad?

Columnista Adolfo A. Abadía.

En las siguientes líneas me propongo abordar la siguiente pregunta orientadora ¿Es útil hablar de “Estados frágiles” en la actualidad?. En primera instancia, desarrollaré un análisis histórico-conceptual para dar luz al contexto de donde emerge la noción Estado fallido. Luego abordaré los límites y alcances de cómo se ha operacionalizado esta noción en el ámbito internacional.

La noción de “Estado frágil” emerge en un contexto histórico particular y en referencia a un tipo ideal de organización política: el Estado moderno. En relación al contexto histórico, no hay que perder de vista que la noción emerge en un momento muy particular. Estamos a finales de la primera década del fin de la Guerra Fría y del desmantelamiento de formas de organización política, económica y social como lo fue el modelo socialista/comunista en la Unión Soviética (proceso que puede verse materializado con la caída del Muro de Berlín). Pero al mismo tiempo, observamos la sobrevivencia (victoria) de la contraparte y de su modelo capitalista-neoliberal, con los Estados Unidos como única potencia (al menos por la siguiente década) y principal referente político y económico del mundo. Según Francis Fukuyama, el proceso a seguir de los estados (el imperativo del State-building) consiste en la consolidación de un modelo económico neoliberal con poca intervención estatal (Estado mínimo en línea a la propuesta de Robert Nozick), con instituciones políticas fuertes y con un régimen democrático.

Por otra parte, el ataque del 11 de septiembre de 2001 puso en evidencia la existencia de nuevas formas de organización militar y política que cuestionan al Estado como poder soberano y supremo. Estas organizaciones rompen con la idea del contrato social Hobbesiano consagrado en la relación protección-obediencia en la medida en que, por una parte, la orquestación del ataque a las torres gemelas en Nueva York puede entenderse como un acto de desobediencia a ese contrato social; y por otra parte, deja en evidencia su rechazo al Estado como el único actor que tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza física en un territorio.

Además de los dos eventos anteriormente mencionados, no hay que perder de vista la intensificación del narcotráfico y del crimen organizado transnacional como un problema a escala mundial; así como la emergencia del problema de las “amenazas externas no convencionales” y de los “actores transnacionales no estatales” en el discurso de seguridad estatal (impulsado, principalmente, desde los Estados Unidos).

Todo lo anterior, dio paso a pensarse en la necesidad de revisar algunos asuntos domésticos de los estados en aras de identificar falencias generadoras de inestabilidad política, social y económica propiciando un ambiente adecuado de organizaciones que dejen entredicho la paz y estabilidad internacional (esta idea se abordará con mayor profundidad más adelante).

Por lo tanto, aún sin existir un consenso común sobre lo que significa un Estado frágil (fallido); existen características que antes de hablar de un Estado frágil remiten a la idea de un Estado con múltiples fragilidades. Se identifica, en este sentido, principalmente tres tipos de fragilidades. Primero, la fragilidad, o déficit, de autoridad estatal remite a las dificultades de un Estado a responder a amenazas internas, esto se manifiesta en estados con alto niveles de criminalidad, con conflictos armados internos y en grupos que cuestionan el monopolio legítimo de la fuerza física del Estado; segundo, la fragilidad de legitimidad estatal remite a ausencia de libertades civiles y políticas, se objetiviza tanto en expresiones de represión y opresión de toda forma de oposición política y militar, como en las violaciones a los Derechos Humanos. Por último, la fragilidades de capacidad estatal que se relaciona con la imposibilidad de suministrar servicios básicos a su población y de ejercer sus responsabilidades mínimas.

Como puede entreverse del párrafo anterior, existe una concepción del Estado como el encargado de garantizar ciertos bienes comunes. Es esta mirada la que privilegia Max Weber cuando arguye que son los “medios”, y no los “fines”, los que define al Estado, por lo tanto, sugiere entenderlo como “aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima”. De esta manera, se puede decir la característica principal del Estado, como dice Charles Tilly a partir de una mirada de las guerras y sus formas de financiación, es que como resultado de un proceso histórico se ha consolidado como la forma exitosa de organización social y política. Por lo tanto, a razón de que el Estado ha sobrevivido diferentes transformaciones y deformaciones, es que puede ofrecer los servicios “fundamentales” que hoy en día se le atribuye como funciones mínimas. Por lo tanto, el Estado moderno es resultado del proceso histórico por medio del cual logra reclamar con éxito el monopolio legítimo de la fuerza se manifiesta en diferentes dimensiones, uno, monopolio de la fuerza física con el poder militar y policivo; dos, monopolio de la construcción de orden legal con el poder judicial; y tres, monopolio para determinar un orden político con el poder legislativo.

Sobre las formas en que la noción de Estado frágil se ha operacionalizado en el ámbito internacional sólo puede entenderse teniendo como punto de referencia lo mencionado anteriormente. Es decir, como un espacio geográficamente determinado en el que internamente se gestan diferentes formas de órdenes sociales, políticos y militares que van en contravía al desarrollo (no solo económico sino también, y principalmente, humanos como sugieren entender este concepto Heather Marquette y Danielle Beswick) sino también a la estabilidad interna e internacional. Por lo tanto, este concepto ha permitido justificar formas de intervención internacional/humanitarias con la finalidad de reconstruir la estabilidad en situaciones donde coexisten tanto graves y reales problemas de seguridad, como órdenes políticos internos que no logran resolverlos (problemas de stateness). La discusión entorno a los Estados frágiles culminan con argumentar que sólo vía intervención (internacional) se podría aportar a la mejoría de estas situaciones problemáticas. Aunado a todo lo anterior, su incapacidad para interactuar como igual con los demás estados que conforman la comunidad internacional.

Con este horizonte, se han desarrollado diferentes indices que muestran diferentes dimensiones de falencias. Entre ellos se encuentra el Fragile State Index del Fund for Peace, que ofrece una mirada sobre el asunto a partir de la medición de variables como la presión demográfica, migración masivas de refugiados y desplazados internos, pero también niveles de descontento grupal, grados de desarrollo desigual entre grupos sociales, así como niveles de crisis económica, la intensidad de la criminalización y deslegitimación del Estado, entre otros.

Como se puede ver, estos indicadores hacen un importante de esfuerzo por generar formas de comparación de los niveles de desarrollo entre los diferentes estados a un nivel nacional. Son instrumentos para la toma de decisiones en la política exterior. Sin embargo, son ciegos ante situaciones de desarrollo por debajo del nivel nacional sin lograr visibilizar diferencias a nivel subnacional.

En este sentido, hablar de Estados frágiles en la actualidad es útil para establecer niveles de desarrollo que permita identificar dimensiones de falencias estatal con la finalidad de ofrecer formas de ayuda vía intervención internacional. Sin embargo, esto nos invita a cuestionar la intervención internacional pues, como se muestra en los rankings de estados fallidos, existe una marcada diferenciación entre los estados que intervienen (los nominados estados del hemisferio norte) y los estados intervenidos (los del hemisferio sur),asunto que puede ser abordado a mayor profundidad en futuras reflexiones.

Referencia bibliográfica
Di John, J. (2010). “Conceptualización de las causas y consecuencias de los Estados fallidos:Una reseña crítica de la literatura”. Revista de Estudios Sociales, no. 37, pp. 46-86.

Fukuyama, F. (2004). “The Imperative of State Building”. Journal of Democracy, Vol. 15, No. 2, pp. 17-31.

Marquette, H. & Beswick, D. (2011). “State Building, Security and Development: state building as a new development paradigm?”. Third World Quarterly, 32:10, pp. 1703-1714

Nozick, R. (1988). Anarquía, Estado y utopía. Fondo de Cultura Económica. Méjico: 1988.

Stanton, T. (2011). "Hobbes and Schmitt". History of European Ideas, 37:2, pp. 160-167.

Tilly, C. (1989). “Cities and States in Europe, 1000-1800”. Theory and Society, Vol. 18, No. 5, pp. 563-584

Weber, M. (1946). “Politics as a Vocation”. En H.H. Gerth and C. Wright Mills (eds), Essays in Sociology (New York: Macmillian), pp. 26-45.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Revistas de Ciencias Sociales (CLACSO 2015)

Por Grupo organizador.
El equipo organizador del Encuentro está conformado por integrantes de CLACSO y la Universidad Icesi.

El 12 de noviembre de 2015 entre las 8:00 am y 12:30 pm en Plaza Mayor, Pabellón Medellín, Sala 2 (ver), en el marco de la Conferencia de CLACSO se llevará a cabo el Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Revistas de Ciencias Sociales. Este espacio, tiene como objetivo principal debatir los temas que preocupan y ocupan a las revistas de nuestro continente.

La Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (ver programación) es uno de los eventos más importantes en materia de investigación a nivel mundial, ya que tiene un fuerte impacto en ámbitos académicos, políticos y culturales. En su séptima versión, la Conferencia se va a realizar del 9 al 13 de Noviembre en la ciudad de Medellín-Colombia, y tendrá como tema central las “Transformaciones democráticas, justicia social y procesos de paz”. Para su desarrollo, el evento ha sido dividido en 15 ejes temáticos, en torno a los cuales se reunirán más de 370 representantes institucionales, 650 panelistas y 10 conferencistas magistrales. Como otras actividades especiales de la Conferencia resaltamos el coloquio que se dedicará al acceso abierto al conocimiento.

El Encuentro Latinoamericano y del Caribe de revistas en Ciencias Sociales tendrá un formato de Panel con 7 presentaciones breves de 15 minutos cada una (2 horas de duración en total). Enseguida se realizará un debate general de los editores y representantes de revistas asistentes. El evento, contará con la presencia de los siguientes panelistas, los primeros cuatro propuestos durante el reciente Encuentro Colombiano de Revistas de Ciencias Sociales y Humanidades (ver) y los segundos propuestos y confirmados por el equipo de CLACSO:

  1. Jorge Aurelio Díaz: Editor Revista Ideas y Valores (Colombia). /confirmado/
  2. Liliana Castro Vargas: Asesora, Dirección de Fomento a la Investigación, Colciencias (Colombia). /confirmado/
  3. Yuri Jack: Profesor de la Universidad Nacional de Colombia (Colombia). /confirmado/
  4. Alicia Girón: Editora Revista Problemas de Desarrollo (México). /confirmado/
  5. Eduardo Aguado-López: director de Redalyc-UAEM (México) encargado de presentar la colección Redalyc-CLACSO de revistas de ciencias sociales y los servicios que brinda a los editores de revistas e instituciones. /confirmado/
  6. Gustavo Fischman: representante de Arizona State University - Public Knowledge Project-PKP (Estados Unidos) encargado de presentar “La Investigación sobre cooperativas para publicar en acceso abierto”. /confirmado/
  7. Lucas Sablich: coordinador editorial de CLACSO (Argentina) encargado de presentar "La editorial académica del siglo 21: el caso de CLACSO. /confirmado/

La participación al evento, tanto a la Conferencia como al Encuentro, son de acceso libre y gratuito, previa inscripción online aquí.

El equipo organizador del Encuentro está conformado por integrantes de CLACSO y la Universidad Icesi. Dominique Babini de CLACSO tendrá a su cargo la moderación del panel y Luis Fernando Barón de la Universidad Icesi coordinación del mismo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

La inefable grandeza del Pacífico colombiano

Diálogo de saberes con el Consejo Comunitario La Plata, Bahía Málaga


Por Jenniffer Silva Jaramillo.

Del 15 al 20 de septiembre el laboratorio de estudios transnacionales de la Universidad Icesi, organizó una salida de campo al Consejo comunitario La Plata, en Bahía Málaga. A la convocatoria respondimos 11 estudiantes interesados en conocer las dinámicas internas de una comunidad tan autónoma.

Cuando llegamos al puerto, el calor y la humedad provocaban esa sensación fastidiosa de estar pegajoso y sin aire para respirar. Ya nos acercábamos al medio día, las expectativas de llegar a La Plata aumentaban en la misma medida que se pensaba en el almuerzo. Cuando arrancamos en la lancha el paisaje costero se confabulaba con un azul turquesa que nos dejaba absortos ante la inmensa belleza.

En el recorrido nos acompañó Ferney Valencia, líder del Consejo comunitario de La Plata, Bahía Málaga.. Un hombre pujante, sonriente y de una chispa brillante. Siempre presto a compartir el saber heredado de su comunidad y sus mayores. Poco a poco nos fue informando sobre las prácticas culturales, los conocimientos ancestrales y los problemas que hoy hacen más compleja la vida de los y las malagueñas, creando dicotomías entre la visión de conservar los recursos naturales y la necesidad de mejorar la calidad de vida de las 4 comunidades que comprende el archipiélago de La Plata.

En la primera reunión del día, líderes de la localidad nos expusieron cartografías y mapas de la zona, aquí se aseveró que La Plata, se encuentra ubicada en la parte interna de la Bahía. En ella habitan personas de ascendencia afrocolombiana, muchos de ellos colonos y otros asentados a raíz de procesos migratorios. El Consejo tiene unos 700 habitantes, que hacen parte de unas 160 familias, cuyo sentido de Territorio sobre pasa la idea de espacio físico y es pensado e interiorizado como herencia ancestral.

La biodiversidad de este inefable rincón, está dada tanto por los ecosistemas naturales, como por los ecosistemas sociales y sus prácticas culturales que intentan armonizar el dialogo con el entorno. Es así como la economía en las cuatro veredas del archipiélago, La plata, Mangaña, MiraMar y la Sierpe, se basa en la pesca artesanal, la agricultura de consumo local, el “lampareo” (como se le llama a la caza) y la extracción de madera para la construcción de viviendas y lanchas. La venta local a las comunidades vecinas ya los turistas, es otra de sus dinámicas económicas de sostenibilidad. Recientemente las comunidades han iniciado proyectos de Eco y Etno Turismo así como de recolección y procesamiento de Naidí (fruto de una palmera nativa del Pacífico Colombiano también conocida como asaí, azaí, huasaí y palma murrapo. También han desarrollado procesos de cooperación con organizaciones internacionales que los están llevando a entrar al mundo de la negociación de “bonos de carbono” (pagos de Estados, multinacionales y actores privados por la preservación y cuidado de sus bosques).

Las reglas de juego en su sistema de gobierno propio están mediadas por el Código de Régimen Interno, el reglamento para el manejo del Ecoturismo en el territorio y el Plan de Administración de los Recursos naturales. Con las normas claras, la identidad y la autonomía son pilares de su resistencia normativa ante un Estado que ha tenido una presencia diferencial en la historia de esta comunidad, como en todo el territorio de Buenaventura, tal y como mencionó uno de sus líderes.

Ya con un panorama más amplio sobre las condiciones socio-económicas y políticas del archipiélago, iniciamos los diálogos sobre el tema de reactivar el Ecoturismo autónomo y sostenible como proyecto de desarrollo para mejorar el bienestar de los malagueños. Teniendo en cuenta, primero, que este progreso al que me refiero, no se trata de explotar desmedidamente los recursos naturales de la región, sino más bien como lo dijo Ferney Valencia: “Se trata de un desarrollo sostenible con un consumo consciente y autónomo”. Segundo, teniendo presente las experiencias negativas de otras áreas cercanas, en las que su proyecto de desarrollo turístico no tuvo en cuenta aspectos de salubridad sanitaria, manejo de las basuras y tratamiento de aguas residuales. Lo cual ha provocado el deterioro de sus ecosistemas. Por último se piensa en un desarrollo que genere otras oportunidades de vida a sus habitantes, en donde la educación deje de ser una expectativa poco viable y se generen espacios de intercambio colaborativo de saberes.

De esta manera, en el corazón del pacífico los días iniciaban con el sonido del agua y las carcajadas de los nativos, mientras se descubría el sol entre los manglares y algunos rayitos lograban colarse por la rendija de la madera con la que estaba hecha la cabaña en la que nos hospedábamos. El muy buen día y las sonrisas mañaneras lograban afianzar un poco más, la confianza no sólo entre los compañeros de equipo, sino con los habitantes de la vereda. Don Pepe por ejemplo; madrugaba a contarnos sus historias de miserias y fortunas en la ficción contemporánea. Don Aladino con sus 89 años aún conserva una fuerza descomunal que pone a merced de su oficio: carpintero naval. Trabajaen sus embarcaciones, que por herencia familiar, construye desde que tenía 14 años con las maderas que se dan en la zona: Iguanegro, Chachajo Amarillo, Balano, Tangare, entre otros. Doña Nelci, sazonadora tradicional madrugaba a consentirnos con sus delicias pacíficas, que empanadas de piangua, que pescadito fresco, que agua de panela con limoncillo y otros platos típicos de la zona: “Lo principal es que la comida se haga con amor, la sazón es el corazón y por eso queda rica”, nos dijo Doña Nelci.

De relato en relato íbamos entendiendo la complejidad del día a día de los malagueños. Un recorrido en lancha por las diferentes veredas del archipiélago, nos mostró el por qué este territorio es considerado como un pulmón del mundo. La biodiversidad se encuentra entre las gigantescas y diferentes redes de manglares, que a su vez albergan más de 1700 especies entre animales y plantas. Allí conocimos la legendaria y prehistórica Samia, la famosa Palma Mil Pesos, que produce un fruto delicioso que lleva el mismo nombre, iguanas, rayas, garzas moradas, las cascadas de agua dulce de la Sierpe, delfines y ballenas, todas estas fueron algunas de las maravillas que pudimos apreciar en esta salida de campo.

Por otro lado también tuvimos la oportunidad de comprender más de cerca los procesos de resistencia y cambio que la organización Eco-manglar ha venido desarrollando a través de diferentes actividades eco y etno-turísticas tales como el avistamiento de aves y ballenas, los recorridos ecológicos por los mangles, el lampareo fotográfico, la música folklórica, entre otros. Todo lo anterior con el fin de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad y la protección del medio ambiente.

Sin duda alguna vivimos una de las experiencia más maravillosas, gracias no solo al equipo de trabajo sino a cada uno de los malagueños con ese don de gente, esa calidez humana con la que nos atendieron y nos abrieron no solo sus casas, sino también sus corazones. Gracias, muchas gracias Bahía Málaga por tanto. Esperamos que nuestro trabajo colectivo en las primeras iniciativas acordadas para ayudar a mejorar el bienestar de sus comunidades sea solo el principio de este trabajo mancomunado hacia una plataforma ecoturistica autónoma y sostenible que eleve las oportunidades de vida digna para todos.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Viaje al centro del Pacífico Colombiano

Diálogo de saberes con el Consejo Comunitario La Plata, Bahía Málaga


Por Luis Fernando Barón.
Profesor Investigador, Laboratorio de Procesos Transnacionales, Universidad Icesi
Fotos: Natalia Ayala y Laura Zuñiga

Bahía Málaga está ubicada justo en la mitad del Pacífico Colombiano; las distancias que hay hacia el norte y hacia el sur son prácticamente las mismas. Esta zona no sólo es de gran relevancia para la sostenibilidad ambiental, económica y social de la región, sino que es un espacio muy importante en términos geopolíticos, culturales y globales.

Entre el 15 y el 20 de Septiembre de 2015, un grupo de 5 investigadores de Ciencias Sociales y de Ciencias de la Salud y 11 estudiantes Ciencia Política de la Universidad Icesi, hicimos un intercambio de vivencias y conocimientos con integrantes del Territorio Colectivo Ancestral de La Plata, uno de los cinco Consejos Comunitarios que administran Bahía Málaga.

Participamos de múltiples recorridos por este territorio, sustento natural, productivo y cultural de comunidades afrocolombianas que han luchado por su permanencia y protección durante más de tres siglos. Acompañados por varios de sus pobladores, navegamos por los canales y esteros de la Bahía, y caminamos por senderos y quebradas de aguas dulces que se funden con el agua salada del mar para crear estuarios llenos de vida y belleza. También recorrimos y conocimos varios tipos de manglares, que son las “sala cunas” de cientos de especies de peces, moluscos y mariscos, y disfrutamos de maravillas naturales como las Cascadas de La Sierpe, o las danzas de las ballenas, que en este tiempo se aparean y crían a sus ballenatos a las puertas de la Bahía.

En nuestros recorridos conversamos e intercambiamos experiencias con integrantes de los diferentes cuerpos veredales y comunales del Consejo Comunitario, con jóvenes y “mayores” de la Asociación EcoManglar, con curanderos y mujeres que por décadas han perfeccionado prácticas tradicionales de medicina, y pobladores del Consejo que han trasegado por diversos lugares del país en busca de aventuras y otras formas de sustento. También hablamos con artesanos y constructores de canoas, con agricultores, corteros de madera, y con mujeres que recolectan y protegen la Piangua, ese exquisito molusco que se reproduce en los manglares que conviven con inmensos bosques.

Además compartimos con el grupo de Sazoneras, mujeres expertas en preservar y cocinar platos tradicionales de este rincón del Pacífico, e incluso cantamos y danzamos con jóvenes y niños al son de marimbas, tambores y conchas. La noche previa a nuestra partida, celebramos con un baile de músicas tradicionales y contemporáneas, al calor del Viche Curao, delicioso licor de caña mezclado con hierbas y bejucos del bosque tropical. El murmullo, la brisa y la frescura de un torrencial aguacero no solo nos acompañó en la fiesta, sus trueno y rayos también marcaron el final de la misma, porque tal y como lo expresaron nuestros anfitriones “cuando la naturaleza habla, hay que escucharla”.

Este viaje nos permitió experimentar la calidez, alegría y creatividad de los hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños de La Plata. Además nos dejó sentir su orgullo por ser negros, por hacer parte de ese territorio y su espíritu solidario y responsable con los demás y con la increíble biodiversidad que los rodea.

Nuestras experiencias también nos dejaron apreciar el trabajo de lucha, organización y fortalecimiento étnico, socioeconómico y político de esta comunidad, que la ha logrado el reconocimiento y titulación de un territorio colectivo formado por cuatro veredas: La Plata, La Sierpe, Mangaña, y Miramar.

El Consejo Comunitario en su conjunto, hoy apuesta por el mantenimiento de ese territorio en el que el uso y aprovechamiento ambiental estén en armonía con el bienestar colectivo de las presentes y futuras generaciones. “Una Comunidad Étnica; donde la salud, la educación, el auto abastecimiento alimentario y la convivencia pacífica, sean regulados por el respeto y la valoración constante de riqueza cultural y ambiental que nos caracteriza”.

De nuestras observaciones, entrevistas y vivencias, elaboramos un diagnóstico preliminar e identificamos prioridades de acción que incluyen asuntos organizativos y políticos, de salud comunitaria, de productividad y sostenibilidad, educación, cultura y medio ambiente, entre los más destacados. De manera particular concretamos con representantes del Consejo, una Agenda de Trabajo conjunto de corto y mediano plazo que incluye actividades como: Jornada Académica y Cultural “Bahía Málaga se toma Icesi”, Proyecto de cooperación de pintura y murales, Proyecto de conformación de Asociación de Corteros y Plan de Negocio, Apoyo jurídico y legal para asuntos Etnicos-Ambientales y Proyecto de Investigación Acción (Diplomado) Territorios y Buen Vivir: Prácticas de Salud, Bienestar y Desarrollo en el Pacífico Colombiano.


Jesús Trump y la hidra de tres cabezas

Por Juan Felipe Ledesma.

A pesar su apariencia improvisada, desde el punto de vista comunicativo, la campaña de Donald Trump para ganar la representación del partido republicano de cara a las elecciones presidenciales del 2016, está muy bien orquestada.

"Make américa great again" La hidra de tres cabezas
Su consigna general es tan atractiva como la apelación a la defensa de la libertad y la lucha contra el terrorismo propias de la candidatura de George Bush hace catorce años, o las propuestas de moderación y mayor gasto social de Obama hace seis. La idea de hacer grande a América de nuevo, expresada con la frase “Make américa great again”, se desprende de una matriz de sentido cargada histórica y culturalmente que se encuentra arraigada en el inconsciente colectivo norteamericano. Esta es, la de que Estados Unidos es la tierra de la prosperidad y las oportunidades. Por lo anterior, el pequeño eslogan es enorme y genial, pero lo es aún más porque porta tres matrices de sentido al mismo tiempo, que legitiman y fortalecen su personificación del poder, es decir, su desmesura e irreverencia frente a cualquier oposición, gracias a su contenido nacionalista: la primera es que América fue grandiosa en algún momento histórico pero que actualmente no lo es. La segunda es que América puede ser grande de nuevo. La tercera es que tal loable propósito recae sobre cada uno de los ciudadanos norteamericanos y no directamente sobre Donald Trump. La frase lo engalana como un medio mediante el cual cada individuo en ese país puede ayudar a hacerlo glorioso de nuevo. ¿Quién no quisiera aportar a un sueño como aquel especialmente si no se encuentran medios para salir de la crisis? ¿si el problema importante es América, porqué preocuparse por la forma en como se exprese su salvador y más aún, por la forma como se va a alcanzar dicho objetivo? Como trataré de argumentar a continuación, la campaña de Trump es un monstruo que se explica y se justifica autorreferencialmente y contra el cual luchar sin extremada sutileza, terminaría fortaleciéndolo.

La construcción del sentido común y de Jesús Trump
En cada una de las matrices descritas cabe de todo. En la primer matriz caben los culpables de que el país ya no sea lo que era antes. Todo lo que el candidato conciba como repudiable. Malo. Trump ha presentado ya algunas de las cabezas que pueden componer ésta, también de una forma excepcional en términos de maquinaria comunicativa, relacionando actores concretos con formas de ser que pinta como impropias para el manejo del Estado y la política internacional, pero que al mismo tiempo son, según él, las formas de ser que imposibilitan el éxito en cualquier compañía contemporánea: incompetencia/Obama, debilidad/lenguaje políticamente correcto/Obama; falta de inteligencia estratégica/Obama/ falta de velocidad de pensamiento/Obama como incompetente para negociar y pelear verbalmente. El presidente actual es uno de los grandes chivos expiatorios que lo explica todo de acuerdo con la lógica de Trump. El otro gran chivo expiatorio es la población inmigrante ilegal mexicana (latinoamericana). Como veremos a continuación, ambos chivos expiatorios tienen una función singular en el conjunto de su campaña.

En la segunda matriz, necesariamente relacionada con la anterior, Trump se posiciona a sí mismo como un medio, un salvador, un símbolo a partir de la denuncia pública de un conjunto de procesos que los norteaméricanos han venido palpando en su realidad cotidiana y que han sido problematizados en las agendas públicas y mediáticas como la inmigración ilegal, el desempleo, la desindustrialización y la pérdida de hegemonía internacional frente a Rusia y China. Problemas que achaca en gran medida al actuar de Obama y la población ilegal mexicana. Lo que hace Trump con esto no es sólo denigrar y denunciar, sino explicar y convertirse en símbolo. El candidato permanentemente está ofreciendo narrativas explicatorias razonables y exageradamente comprensibles sobre las razones de la debacle, a un público expuesto a un sin fin de narrativas. Lo interesante es que además de reducir las explicaciones, el tono pendenciero, casi de indignación con que las expresa, las hace sumamente verosímiles, particularmente, porque además de ser explicaciones lógicamente bien estructuradas, la premisa de fondo que afirma con su postura frentera es: "yo no tengo nada que ocultar, aún siendo parte de una clase social acaudalada y de apoyar un partido desacreditado por las crisis. En otras palabras digo la verdad". Al mismo tiempo, sus réplicas irónicas, sus comentarios de doble sentido frente a las mujeres, su tono belicista refiriéndose al contexto internacional y el lenguaje que no duda en definir como fuera de lo políticamente correcto, pueden ser leídos como un conjunto de actos performativos en donde va construyendo el imaginario alrededor suyo de hombre fuerte, astuto, ganador y sobretodo honesto, en oposición a las imágenes de decadencia que mantiene señalando en el gobierno de Obama. Con su espectáculo mediático Trump se encarna en virtudes que son exaltadas masivamente por las industrias de entretenimiento audiovisual, y necesitadas ampliamente en un contexto de flexibilidad laboral, crisis económica y tensión global como el coraje, la agilidad mental, el amor por sí mismo y la entrega a una causa superior.

Ases bajo la manga
Finalmente en la tercera matriz están los ciudadanos. En el discurso del candidato los ciudadanos aparecen como los responsables del destino del país, los cuales actuarían a través de la mediación del mismo. Por la forma como está construida su campaña, los que no voten por él o son estúpidos o son latinos. En una gran cantidad de artículos aseguran que el candidato está labrando el desdén del partido republicano y su derrota en las elecciones presidenciales, aseverando que de no tener de su lado el voto de la población latinoamericana estaría perdido. Sin embargo resulta sospechoso que una estrategia de campaña se base en un sinsentido, es decir en una acción que conduzca de antemano a la derrota, a pesar de ser un multimillonario con claros signos de astucia y capaz de comprar asesoría política y comunicativa de la mayor calidad. ¿Qué puede estar ocurriendo?. Existe un as bajo la manga, el cual ha anunciando poco a poco y que es de un pragmatismo sin igual, desde la perspectiva de una élite republicana tradicionalmente racista. El apoyo electoral de la población afro-estadounidense. Como lo expresa Bruce Bartlett para el Washington post, "una campaña agresiva para ganar la población votante negra podría cambiar la dinámica política y vencer a los demócratas cuando ellos menos lo esperen" (VER).[1] El candidato ya ha expresado ante los medios de comunicación cómo la administración Obama no ha mejorado las condiciones de vida de esta población y lo que él haría por ella (VER + VER). Incluso ha llegado a afirmar con confianza que parte de la población latina, legítimamente radicada en los Estados Unidos, votará por él. ¿Qué se traerá entre manos?. Bartlett también ha insinuado que una segunda campaña del candidato con propuestas socialdemócratas le permitirían arrasar en las presidenciales. Al menos con plantear una medida pragmática como subir los impuestos a los más ricos (así no se lleve a cabo en la realidad). Trump ya ha afirmado públicamente su independencia con respecto al partido republicano a pesar de su clara inclinación política. Factor uno que le daría cierta credibilidad. También ha sabido construir el imaginario al rededor suyo de que se enfrentaría a quien sea por lograr lo que se propone y por renovar el sueño americano. Factor dos de credibilidad. Con una táctica de masiva exposición mediática reivindicando una medida "populista", aumentando el temor de la población ante las acciones Rusas y Chinas, y desacreditando cada vez más a los demócratas, Trump ni siquiera tendría que explicarse para generar la confianza que le faltaría por ser multimillonario y apoyar a los republicanos. Los medios de comunicación jugarían aquí un papel central.

Inquietudes
Es extraño que los medios hayan presentado a Trump como una especie de mentecato que habla lo que se le da la gana. A mi juicio su campaña está tan bien estructurada que le permite improvisar, aunque siempre con una orientación definida. Lo está tan bien, que cada denuncia en su contra es susceptible de ser una victoria. Al mismo tiempo, el partido republicano podría estar ganando las siguientes elecciones con él a la cabeza y la ciudadanía en general no tendría que darse cuenta siquiera, con un conjunto de implicaciones favorables para el partido. Esto, en caso de que no sea elegido en las primarias, lo cual podría usar para fortalecer su imagen de mártir y de hombre independiente. Aunque afirmen que algo así dividiría la población votante, es probable que los dirigentes del partido ya estén apostándole al ganador.

¿Qué podrían hacer los demócratas?

Continuará...

Notas a pie de página
[1] Barlett cita varios estudios donde se muestra la precariedad de la situación socioeconómica de la población afroaméricana la cual es explicada en parte por la ocupación laboral de la población latina inmigrante. También cita varios ejemplos históricos donde líderes políticos invocaban la participación de la población afro para ganar escaños electorales.

viernes, 18 de septiembre de 2015

El inglés y los subalternos

Por Maria Isabel Galindo.
Estudiante de la Maestría en Estudios Sociales y Políticos

Reflexión de los textos: Cecilia Méndez (2010). "El inglés y los subalternos". En Pablo Sandoval (comp.) Repensando la subalternidad. Miradas críticas desde/sobre América Latina y Michel-Rolph Trouillot (1995). "El poder en el relato". En Silenciando el pasado Poder y producción de la historia. Boston, Beacon Press.

Cecilia Méndez, historiadora peruana de la Universidad de California cuyo trabajo ha estado inscrito en los procesos históricos de los Andes peruanos desde finales del siglo XVIII hasta el presente, invita a pensar críticamente en la manera en que los estudios subalternos y poscoloniales han dado forma a cuestiones que ya, desde la historiografía andina y la historia “desde abajo”, por ejemplo, habían constituido indagaciones fundamentales en torno al conocimiento del mundo y los sujetos situados más allá de Europa. En este sentido se pregunta, de la mano de Michel de Certeau y su reflexión sobre el lugar de producción de la historia, cómo se construyen y se valoran los diferentes lugares de enunciación desde los cuales se da forma al pasado. En su texto El inglés y los subalternos, uno de los capítulos de la compilación Repensando la subalternidad. Miradas críticas desde/sobre América Latina, en el que comenta dos artículos escritos en principio en inglés por Florencia Mallon (Promesa y dilema de los Estudios subalternos: perspectivas a partir de la historia latinoamericana) y Jorge Klor de Alva (La poscolonización de la experiencia latinoamericana: una reconsideración de los términos “colonialismo”, “poscolonialismo” y “mestizaje”), plantea una crítica a la extrema importancia que se le ha dado al término “subalterno” como innovación conceptual y supuesta subversión del conocimiento historiográfico. Su trascendencia y su extensa difusión, nos dirá Méndez, más que residir en una transformación epistemológica, radica en un espacio privilegiado de enunciación, tanto institucional como lingüístico, y en “un interés simultáneo por una historia desde abajo y una historia nacionalista, en un contexto de descolonización” (2009: 240).

Según la autora,

Los estudios subalternos son una corriente historiográfica surgida en la India, en 1982, cuyo principal objetivo fue escribir una historia que incluyera a los actores tradicionalmente marginados de ésta –a quienes ellos prefieren llamar subalternos– en un contexto de descolonización de este país surasiático del dominio inglés. La historia subalterna se propuso dotar a la India de una historia nacional propia, y aspiraba a corregir no sólo las versiones coloniales de la historia de la India sino su historiografía nacional, y nacionalista, caracterizada por su elitismo, a decir de Ranahit Guha, fundador de la escuela (Méndez, 2009: 209-210).

El propósito de que los marginados –o “subalternos”– protagonizaran la historia y fueran sus voceros, que ya había sido planteado por la historia social desde las propuestas de E.P Thompson, reforzó su influencia gracias al acercamiento a corrientes deconstruccionistas de mucha resonancia intelectual en Europa y Estados Unidos que ponían el énfasis en el análisis del discurso y no en la importancia de los hechos históricos, el trabajo de archivo y el trabajo de campo. La representante por excelencia de estos subalternistas-deconstruccionistas-posmodernos fue, según Méndez, Gayatri Spivak, quien puso en duda la posibilidad de que el subalterno pudiera dejar algún trazo en la historia siendo éste una entidad casi irrescatable. La desconfianza frente a este imperio del discurso, enmarcado dentro del “giro lingüístico” y el triunfo de la “posmodernidad”, es compartida por Méndez y por Mallon; sin embargo, las dos historiadoras se distanciarán en la medida en que, según aquélla, ésta no tiene en cuenta todo el bagaje historiográfico latinoamericano en su intención de poner a dialogar el sur con el otro sur: América Latina y los países del sur de Asia. Méndez concluye, respecto al tratamiento que le da Mallon a una especie de subalternidad latinoamericana sustentada exclusivamente en lo que se dice –y escribe– sobre América Latina desde Estados Unidos, que la autora chilena “peca de lo mismo que ella le increpa a Patricia Seed y al grupo subalternista latinoamericano, es decir, de pobreza historiográfica” (Méndez, 2009: 225).

Por otra parte, a través de la lectura que hace Méndez del artículo de Jorge Klor de Alva, de quien se aleja en algunos aspectos y se acerca en otros, tiene lugar el despliegue de su inquietud por una definición de América Latina en términos de la “poscolonialidad”. Desde el punto de vista de Méndez es peligroso adjudicar este concepto a espacios geográficos que todavía experimentan situaciones coloniales, además de la posibilidad de reducir la empresa colonizadora a las potencias europeas dejando por fuera, por ejemplo, la sutil –pero poderosa– dominación colonial que ejerce Estados Unidos sobre algunos países latinoamericanos. Arguye, también, que el uso de un concepto como pos-colonial implica una forma lineal de la historia en la que se suceden, en este caso, distintos momentos de “colonialidad”. A partir de estas objeciones, la autora plantea que la incomodidad que producen otros términos como “neocolonial”, propuesto mucho antes por la teoría de la dependencia, es aliviada por el uso de lo “poscolonial” y olvidada en medio del mercado académico de artículos, libros, congresos y grupos intelectuales.

Más allá de la intención de comentar los artículos de Mallon y Klor de Alva, el texto de Cecilia Méndez exhorta a pensar en la manera en que los estudios sobre “subalternidad”, que en tierras americanas han estado encaminados hacia la “poscolonialidad”, se han erigido como predominantes gracias a su adhesión a modas intelectuales como la deconstrucción posmoderna, a los lugares desde los cuales se han producido (sobre todo desde las universidades estadounidenses) y a la lengua con la que se han escrito. En este sentido, Méndez piensa en la necesidad no sólo de “descentrar Europa” sino de “desanglizar el conocimiento [como algo] imperativo para oír voces realmente diferentes. Porque el imperio de una lengua en la academia es también el imperio de una cultura y unos valores en esa lengua” (2009, 230). Considerando los mecanismos de poder y de prestigio que se mueven a través de la producción de conocimiento, la autora se pregunta por qué muchas de las propuestas de la historiografía andina que pusieron sobre el tapete cuestiones sobre el carácter político del sujeto campesino o la importancia del nacionalismo en la emancipación anticolonial –o antiimperialista–, que después los subalternos adoptarían como propias, no tuvieron la misma resonancia de estos últimos. Además de las construcciones historiográficas andinas y de la fundamental herencia de la historia “desde abajo”, Cecilia Méndez trae a colación la propuesta de Michel-Rolph Trouillot, antropólogo haitiano, como un ejemplo poderoso de una historia que se quiere por fuera de los límites que la historiografía occidental ha impuesto. En ninguno de estos tres planteamientos se echa mano del concepto de “subalterno” o “poscolonial”, una de cuyas trampas es considerar a los campesinos –y a otros sujetos coloniales– como entidades estáticas, sólidas, unificadas y esenciales, además de emancipadas de una opresión que pervive.

En el primer capítulo de Silenciando el pasado, “El poder en el relato”, Trouillot incita a pensar en el ejercicio historiográfico como una suerte de deconstrucción (o destrucción) de silencios. Al admitir que la historia –entendida como el proceso sociohistórico del pasado y como la narración del mismo– se edifica a partir de la elección y exclusión de hechos, de la decisión respecto a las fuentes y los archivos, de la elaboración narrativa y el sentido final que se le da al evento construido, el autor explica que

El poder es constitutivo del relato. Rastrear el poder a través de varios momentos simplemente ayuda a enfatizar el carácter fundamentalmente procesal de la producción histórica; a insistir que lo que la historia es importa menos que cómo trabaja; que el poder trabaja junto con la historia (…) (Trouillot, 1995).[1]

En este punto se encuentran las propuestas de Méndez y Trouillot, por quien la autora peruana muestra tanta admiración, para rescatar el carácter político (su relación con el poder) de la escritura de la historia y la relevancia del “lugar de producción de la historia” tomado de De Certeau. Además, para reiterar esta convergencia, Méndez nos dirá que la crítica a la concepción eurocéntrica de la historia, con la que ella está de acuerdo, “se viene logrando de manera más convincente en aquellos trabajos que (…) proporcionan visiones alternativas de la historia universal y de la modernidad desde las márgenes como lo hace magistralmente Michel-Rolph Trouillot (…)” (2009: 219).

La propuesta de los estudios subalternos en su ímpetu reivindicativo silenció, porque es inevitable, otras voces y otras formas de conocer el pasado, de reinventarlo. Cualquier camino historiográfico se desviará frente a unas posibilidades de narrar el pasado y se encauzará por otras. Existen distintas formas de recordar, como nos muestra Méndez en su alusión a Thomas Abercrombie y su estudio con una comunidad aimara en Bolivia, y de registrar lo que se recuerda: distintas formas de escribir la historia. Trouillot llamará también la atención sobre esto en su idea de que la narración de la historia es válida para una sociedad específica y que esa validez se confronta culturalmente en cada contexto; en este sentido, propone que la supuesta no-historicidad de los pueblos no-occidentales está ligada a la concepción de una historia lineal hija del progreso que desconoce que el devenir puede adquirir otras formas, distintas sinuosidades. Con Cecilia Méndez y con Trouillot puede aceptarse lo que ella propone sobre quienes dedican su vida a irrumpir en el silencio para describir algunas huellas:

Los historiadores, por lo general, permanecemos en la disciplina conscientes de que es una profesión a medio camino entre el arte y la ciencia; que trabajamos siempre con fragmentos de evidencias; que habrá siempre mucho de irrecuperable del pasado, especialmente en lo que atañe a los sectores más desventajados de la sociedad; que toda reconstrucción es interpretación y que los silencios hablan si sabemos escucharlos. Conscientes, al fin, de que nuestra reconstrucción inevitablemente fragmentaria del pasado es siempre una aproximación subjetiva, pero si es honesta, puede arrojar luces sobre lo que pensaban y sentían seres humanos que vivían un tiempo que no es el nuestro (Méndez, 2009: 214).

Bibliografía
Méndez, Cecilia (2009). “El Inglés y los subalternos” en Repensando la subalternidad. Miradas críticas desde/sobre América Latina. Lima, IEP, SEPHIS.

Trouillot, Michel-Rolph (1995). “El poder en el relato” en Silenciando el pasado Poder y producción de la historia. Boston, Beacon Press.

Notas a pie de página
[1] Este fragmento es parte de la traducción al español que hace Cristóbal Gnecco del texto original. Aparece en la revista de Arqueología Suramericana, julio de 2007. Pág. 179.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Silenciando el pasado

Por Ana Garay.
Estudiante de la Maestría en Estudios Sociales y Políticos

Reflexión del texto: Trouillot , M. (1995). Capítulos 1 y 2 “The Power in the Story” y “The Three Faces of Sans Souci”. En Silencing the Past: Power and the Production of History. Beacon Press, Boston, MA.

Trouillot fue un antropólogo haitiano, activista político y un académico comprometido quien dedicó gran parte de su carrera a reivindicar la historia de la revolución haitiana y la importancia de esta en los debates contemporáneos sobre la libertad y el Caribe. Dentro de sus trabajos más importantes se encuentran Controversial Issues in Hatian History (1977) y Silencing the Past (1995), textos que apuestan a una mirada diferente de la historia, dando voz a quienes han sido silenciados y otorgando acceso a la información a quienes se les ha negado.

Silencing the Past, es una propuesta importante sobre la producción del conocimiento y una invitación a reflexionar sobre la labor del historiador teniendo presente las relaciones de poder presentes en la construcción de la historia. En los capítulos The Power in the Story y The Three Faces of Sans Souci, el autor discute cómo las narrativas históricas se construyen a través de relaciones de poder que esconden desigualdades presentes en todos los momentos del proceso de producción, el cual inicia con la creación y recolección de los hechos y termina con la construcción de narrativas e historia. En estos dos capítulos, Trouillot primero expone cómo el poder determina no solo la producción del conocimiento sino el acceso a éste, poniendo como ejemplo el caso de Sans Souci, para luego hacer una invitación a un diálogo entre positivistas y constructivistas, que lleve a desarrollar una historia más consciente y transparente.

El autor comienza por aclarar que la historia es una mezcla entre lo que sucedió (el proceso histórico) y lo que se dice que sucedió (las narrativas), y que la diferencia entre estas no siempre es clara, lo que genera un ambigüedad al momento de construir conocimiento respecto al hecho. Esta ambigüedad ha sido abordada de diferentes maneras por positivistas y constructivistas, siendo los positivistas quienes toman distancia entre el hecho y las narrativas que se construyen alrededor de este, resaltando que el papel del historiador es revelar el pasado, tratando de aproximarse a la verdad y tomando distancia de dichas narrativas; mientras que los constructivistas no se preocupan tanto por proporcionar una verdad absoluta, sino que asumen la historia como una narrativa más, una ficción entre muchas otras, que responde a fines políticos específicos.

Independientemente de que ruta teórica se elija, existen reglas que gobiernan la construcción de conocimiento alrededor de los hechos, reglas que cambian según la época y la sociedad, y que buscan garantizar un mínimo de credibilidad y veracidad en la historia. Esa veracidad también es cuestionada por colectividades, quienes experimentan la necesidad de debatir ciertas narrativas y eventos, acudiendo a una responsabilidad política y social con ellos y la sociedad en general. Es aquí donde Trouillot introduce a los revisionistas, corriente teórica que se propone cuestionar ciertas “verdades” históricas y la relación entre hechos e ideologías.

En ese sentido, el autor hace una reflexión sobre el pasado colectivo. Primero nos recuerda que el pasado no existe independientemente del presente, sino que éste existe porque hay un presente que lo recuerda y lo pregunta. El problema de determinar que pertenece al pasado se agudiza cuando se habla de un pasado colectivo, pues decidir el inicio de una sociedad presenta el problema del hecho y las múltiples narrativas que se pueden construir a partir de este. Además, es importante anotar que no hay una correlación simple entre la magnitud del evento y su relevancia para las generaciones que lo heredan. El impacto que un evento específico tenga, depende, entre otras cosas, de las narrativas que se construyen por fuera de la academia, es decir, de una historia pública que se hace por fuera de estándares de veracidad y que puede llegar a tener mayor alcance que el conocimiento académico, pues hace parte de la cotidianidad de las sociedades y se expande a través de los medios, las películas, los museos, etc. Si bien el impacto de la historia académica ha aumentado a medida que la historia sigue solidificándose como profesión, ésta ha ignorado el hecho que por fuera de la academia también se produce historia, lo que para Trouillot representa un problema al momento de construir conocimiento, pues no reconoce que el historiador no tiene la última palabra y que el público también contribuye a la historia, dejando por fuera el hecho de que el proceso de producción está marcado por una serie de relaciones que responden a intereses de todo tipo.

Trouillot tiene como premisa que la historia es fruto del poder, el cual es constitutivo del relato ya que se encuentra presente desde el hecho mismo hasta la construcción de la historia respecto a este. El poder precede a la narrativa, y contribuye a su creación e interpretación. El poder comienza con la creación de hechos y de fuentes, pues los hechos se construyen incluyendo o excluyendo información, lo que plantea desigualdades desde el inicio, en la inscripción de los rastros. Lo mismo ocurre con la creación de las fuentes, pues al hacer archivo, hay una serie de operaciones selectivas que entran en juego, o al momento de construir una narrativa, ya que el historiador toma decisiones con base a su audiencia o al fin de su narrativa, decisiones que le brindan poder.

Esas relaciones de poder dejan en evidencia cosas que se dicen y cosas que se silencian. Los silencios son inherentes en la historia, pues no se puede acceder al pasado en su totalidad y es imposible decirlo todo. Las narrativas históricas son construcciones organizadas y conscientes de lo que se incluye y excluye, lo que no resulta problemático teniendo en cuenta las limitaciones del oficio. Lo que si debe tenerse presente es que esas decisiones respecto a lo que se silencia responden a intereses y a relaciones de poder y es a eso a lo que no se puede hacer caso omiso.

El caso de Sans Souci es un buen ejemplo de lo que se plantea lo largo del primer capítulo. La historia de la revolución haitiana también está marcada por relaciones de poder y desigualdades que excluyen información respecto a actores y eventos importantes para entender dichos eventos. Trouillot intenta construir una narrativa alternativa rescatando el papel que tuvo el coronel Sans Souci, y poniendo en evidencia la exclusión de éste desde la construcción de los hechos, haciendo especial énfasis en su muerte y las aparentes coincidencias entre él y el nombre de dos palacios, uno cuyo dueño fue el hombre que lo mató y otro que existe en Alemania.

La importancia de este caso radica en cómo Henry Christophe, un héroe de la revolución haitiana, silenció la lucha del coronel Sans Souci, al asesinarlo sin dejar rastro alguno y construir un palacio cerca al lugar donde sucedieron los hechos, dejando la duda sobre el nombre de su palacio, respecto a lo que muchos afirman se llama así en honor al palacio alemán y no por el coronel. Este acto simbólico, tomado quizás de un rito de una cultura africana, representa cómo desde el hecho mismo los actores no entran a la historia de igual manera. El poder y capacidad económica de Christophe permitió que su historia fuera conocida, dejando no solo su historia sino evidencias materiales de su existencia, como el palacio o retratos hechos por artistas, mientras Sans Souci, quien no tuvo siquiera quien reclamara su cuerpo, pasó desapercibido en la historia de la revolución haitiana, sin rastro alguno de su existencia su lucha comprometida.

Con este ejemplo, Trouillot reafirma la idea que las narrativas son conjuntos de silencios y que el poder trabaja de la mano con la historia. Es un claro ejemplo de lo que ocurre en la producción de la historia, pues muestra cómo los rastros históricos son también desiguales, y que no son simples presencias y ausencias sino menciones y silencios, son acciones conscientes. Ante esto, el autor propone una historia reflexiva, que se preocupe no por encontrar verdades absolutas, sino reconocer que existen múltiples narrativas, las cuales deben visualizarse. Igualmente, Trouillot propone un ejercicio de entender cómo se producen esas narrativas y analizar qué hay detrás de esos procesos de construcción de conocimiento y el contexto en que se originan, para así entender qué hace posible algunas narrativas y por qué se silencian otras.

Esta propuesta nace quizás por la formación antropológica del autor, disciplina que enfatiza la necesidad de una aproximación crítica a las fuentes y que ha aportado notablemente al debate de la necesidad del investigador de situarse en su proceso de producción de conocimiento. Él, como haitiano y académico, reconoce la responsabilidad que se tiene con la sociedad al momento de investigar, pues más allá de brindar verdades absolutas, la labor del investigador es ser crítico y reflexivo con lo que se estudia reconociendo que toda producción de conocimiento pasa por múltiples intereses y relaciones de poder, lo que nos lleva a considerar el debate de la subjetividad. En las ciencias sociales existe la pregunta sobre qué tan objetivo se puede ser frente a lo que se estudia, reconociendo que el investigador no puede abstraerse de la realidad en la que se encuentra inmerso y que el solo hecho de estudiar algo en particular surge del deseo o interés personal que él o la institución para la que trabaja tengan. La falta de objetividad no necesariamente implica falta de veracidad, sin embargo, debe haber una conciencia tanto del que produce conocimiento como de quien lo recibe, de que todo lo que se dice y lo que se calla responde a realidades e intereses inherentes en la vida del investigador, y que las cosas deben analizarse a la luz del contexto en el que se producen para evitar ambigüedades.

Ante lo que propone Trouillot me surgen varias preguntas. La primera hace referencia a la responsabilidad colectiva de adoptar las narrativas creadas en la academia o fuera de ella, es decir, ¿cómo podemos incentivar desde la academia una actitud crítica ante la producción de conocimiento científico y popular en la sociedad no académica? Igualmente, y ante el problema de acceso a las fuentes y de la información por parte de la sociedad en general ¿cómo podemos crear un dialogo entre disciplinas para hacer accesible el conocimiento producido, tanto en formato, lenguaje e idioma? Por último, y reconociendo que la academia en una institución que responde a intereses y que está igualmente atravesada por relaciones de poder, ¿es posible producir un conocimiento académico que responda a los estándares de la academia, pero que se distancie de esas relaciones de poder? Trouillot nos da algunas pistas, pero todo esta aun por hacerse, y es nuestro deber como investigadores encontrar la manera de producir conocimiento consciente, donde tanto el investigador como el objeto de estudio estén situados, reconociendo los contextos y tensiones en los que se encuentran.

¿Puede hablar el subalterno?

Por Laura Torres.
Estudiante de la Maestría en Estudios Sociales y Políticos

Reflexión del texto: Spivak, Gayatri (2003). ¿Puede hablar el subalterno?. Revista Colombiana de Antropología, vol. 39, pp. 297-364. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá, Colombia.

Esta pregunta que se hace la autora a mediados de la década de los 80, expresa las transformaciones epistemológicas que atravesaban las ciencias sociales cuando algunas décadas atrás, había iniciado un fuerte cuestionamiento por la producción de conocimiento y los sujetos que lo permitían. Spivak, nacida en la India y partiendo desde ese lugar de enunciación, emprende una labor en la teoría contemporánea para cuestionarse las narrativas hegemónicas que categorizan el mundo en opciones binarias y condicionan las maneras de entenderlo. La creación de un sujeto occidental, etnocéntrico, ha impedido dimensionar las determinaciones geopolíticas y concebir epistemologías fuera de lo establecido. Para Spivak, lo más preocupante de ese hecho, es la forma en que los investigadores sociales y miembros de las diferentes disciplinas sociales, han contribuido a la reproducción de esa hegemonía mediante las prácticas discursivas de las que se valen para explicar la realidad social, afirmando que esta no es predefinida y se constituye como proceso histórico. En ese sentido el llamado tercer mundo, ha sido incapaz de darle voz a los sujetos que lo componen y su historia ha sido definida en el marco de las narrativas colonialistas, desde donde le dan sentido a su existencia.

En la mayoría de trabajos de Spivak, se podría identificar una corriente posestructuralista, que cuestiona los esencialismos y fundamentalismos en los principios explicativos de las sociedades, defendiendo que la producción de conocimiento tiene efecto constitutivo sobre los sujetos. Aunque ejerza una crítica contundente hacia la hegemonía de occidente y quienes producen teoría a partir de allí, la autora tampoco es partidaria de volver sobre las raíces tradicionales como una forma alternativa de explicación. Lo que sugiere su postulado es la necesidad de descentrar los sujetos, desnaturalizando las ideologías que configuran sus narrativas. Para aquel propósito se verá marcada por la influencia de Jacques Derrida, Michael Foucault, Félix Guattari y Gilles Deleuze, aunque siempre manteniendo una posición crítica y reflexiva hacia el contexto de producción de los mismos. Aunque, dado el contexto, suele ser incluida en la corriente teórica de los estudios subalternos, Spivak presenta fuertes críticas a los procedimientos metodológicos y conceptuales de este grupo.

El artículo a discutir fue emitido en 1985 y su principal objetivo es problematizar los diferentes mecanismos mediante los cuales los sujetos del tercer mundo, son representados en el discurso hegemónico de occidente. A partir de esta premisa explorará si el subalterno, aquel sujeto desprovisto de narrativas para contar su propia historia, puede hablar, pero sobre todo si puede ser escuchado. Para analizarlo establece dos temáticas de abordaje, y dedicará dos acápites del texto a cada uno de ellos. En el primer eje problematiza cómo la producción intelectual es cómplice de los intereses económicos internacionales occidentales. En el segundo eje, analiza de forma alternativa los discursos occidentales en relación a la posición de la mujer (subalterna).

Cómo punto de partida para discutir el primer eje, Spivak señala las principales contribuciones de la teoría posestructuralista francesa a partir de un diálogo entre Foucault y Deleuze, destacando a partir de allí que: las redes de poder son heterogéneas, y por tanto es necesario una crítica de la forma en que esa perspectiva se reduce; y que el papel de los intelectuales debe propiciar el conocimiento y visibilización del Otro de la sociedad. No obstante la autora señala que estas propuestas son limitadas a la hora de pensar la ideología y sus implicaciones en la historia, pues por un lado amerita hablar más allá de lo concreto y por el otro, el hecho de concebir la ideología como falsa conciencia, impide analizar otras esferas de poder, afirmación sustentada en Althusser. Siguiendo esa vía explora cómo la noción de clase propuesta por Marx, y discutida por otros autores, involucra el uso de un concepto sociológico para reducir la explicación de dinámicas relacionadas con el capital y la ideología, y su forma de entendimiento en los sujetos. Así, esas propuestas posestructurales, si bien le ayudan a comprender las posibilidades del discurso, los elementos de poder insertos en él y el descentramiento de los sujetos, no contribuyen a la creación de una ideología contra-hegemónica y por el contrario algunos llegan a propiciar un empirismo positivista. De esta forma, señala Spivak, aquellos intelectuales no son críticos frente a su rol histórico a la hora de producir conocimiento. Para ello se debe reflexionar sobre la forma en que los sujetos subalternos son representados en un doble sentido: como hablar en favor de algo/alguien o como re-presentación (Spivak, 2003: 308), pues la labor intelectual no se reduce a la descripción de la vida social, sino a la forma en que se construye conocimiento sobre ésta.

Como la construcción intelectual del Otro no puede ser entendida como una sombra de quien enuncia, la autora se pregunta cómo dicho ejercicio puede ser posible sin que sea comprendido como una narrativa más de occidente y termine por reproducir un sentido hegemónico. Para evitar esto como una pretensión de reconocer al subyugado o de intentar narrar la verdad auténtica de las cosas - esa no es la idea, afirma que el intelectual debe “ofrecer una relación de cómo una explicación y una narrativa de la realidad fueron establecidas como las normativas” (Spivak, 2003: 317). Para ejemplificar ese postulado, se remite a la codificación de ley hindú explicando su constitución como una violencia epistémica por la forma en que ha sido entendida, en tanto no se hace comprensible en los cánones de las estructuras legales.

Habiendo discutido sobre la división internacional del trabajo, el capital socializado y las violencias epistémicas, la autora se pregunta si es posible que en estas condiciones pueda hablar el subalterno, develando la dimensión de su cuestionamiento. A dicha complejidad le suma un factor que teje el objetivo de este primer eje de análisis: la voz del subalterno se ve confrontada al grupo de intelectuales que hablan de él. Y es aquí donde es llamativo el ejercicio de la crítica hacia los estudios subalternos, los cuales buscan repensar la historiografía colonialista de India, con una fuerte influencia de Foucault. Spivak afirma que el problema de dicho proyecto epistemológico, es lo que su colega Ranajit Guha denomina “El permiso para narrar”, es decir la forma en que la historiografía es denominada y establecida por élites, ya sean de corte internacional (colonialistas) o nacional (nacionalistas). A partir de allí concluye que el subalterno, aquel que se ubica en la última jerarquía y cuya identidad es el que hace la diferencia, no puede hablar porque siempre está mediado por colectivos que lo representan, ceñidos a su vez a intereses de grupos de poder, ubicados en la parte más alta de la jerarquía[1]. Nos advierte, sin embargo, que la salida de esta complejidad no es demonizar la representación en el análisis, sino reconocer que esta resulta problemática porque “el itinerario del sujeto no ha sido trazado como para ofrecer un objeto de seducción al intelectual representante” (Spivak, 2003: 324). En esa medida es relevante el descentramiento del sujeto, producto de intereses económicos internacionales occidentales, con el fin de configurar el entendimiento de su conciencia como tal, pues Spivak nos recuerda que no es solo comprenderla como conocimiento, sino como herramienta de producción ideológica.

En el segundo eje de análisis, la autora hace énfasis en la posición de la mujer en toda su discusión previa, afirmando que si se tiene en cuenta la condición de género, raza y clase, la mujer tiende a comprenderse como una subalterna múltiple, y es mucho menos factible que su voz se enuncie. Para desarrollar esa idea teóricamente, explica que el énfasis en su propio contexto de enunciación no obedece a una nostalgia por los orígenes, y expone algunas ideas de Derrida como discusiones de orientación para quienes no son del primer mundo: en la tendencia del sujeto Europeo/occidental a constituir el Otro bajo una posición inferior, resulta útil pensarse esos mecanismos de constitución.

A partir de esta reflexión sugerida explicará la relación discursiva de occidente con la mujer India, bajo la figura ritual del sacrificio de viudas o el Sati[2], manifestando las limitaciones categóricas, gramaticales e históricas de la ley hindú, como reflejo de contenidos normativos occidentales. En este eje es mucho más evidente la imposición de categorías para explicar el mundo, y la forma en que se restringe lo que quede fuera de ellas, no sólo por la omisión sino por el acto político que significa nombrar cosas, lo que a su vez implica negar la existencia de otras, como es el caso de las narrativas empleadas para entender el Sati, más allá de las explicaciones falocéntricas y jurídicas. La discusión es orientada también hacia la forma de intervención que propicia el conocimiento y aplicación de márgenes occidentales, desde ciertos desfases contextuales, pues al prohibir el rito se sugiere una misión civilizadora a partir de la protección de la mujer. Así esa prohibición señala lo que Spivak describe como “hombres blancos salvando mujeres cafés de hombres cafés” , repitiendo el sentido hegemónico desde la epistemología, dado que no ha sido posible una interpretación alternativa del rito, que por demás desplace la estructura de dominación que lo constituye como principio explicativo.

Como conclusión de ambos ejes abordados, y haciendo énfasis en la condición femenina, da respuesta a su pregunta inicial y nos afirma que el subalterno no puede hablar, ni ser escuchado o leído. Esto pasa, como lo he señalado, por las dificultades de las estructuras de conocimiento que operan en la producción de epistemología, propuestas de forma etnocéntrica desde occidente. Estas prácticas se sustentan a su vez, en dinámicas capitalistas que configuran los intereses intelectuales a discutir.

El aporte teórico de Spivak, aquí expuesto nos es útil al propósito discutido hasta ahora en la clase, relacionada con la forma en que se construye historia y el papel de los científicos en ese proceso, razón por la cual nos interpela directamente. En un primer momento rescato de esta obra, la importancia de la ideología para la comprensión de la ubicación como sujetos históricos, un problema que va más allá de las traducciones e interpretaciones. Me parece interesante la necesidad de darle el peso político a este concepto más como deseo/interés, que como velo del poder; sin embargo al afirmar que ese entendimiento de la ideología, nos evita un empirismo positivista, considero ubica su pensamiento en el polo opuesto. Es necesario reconocer como venía observando M. Trouillot, que esas herramientas de dominación no se quedan en el plano abstracto de las ideas, sino que se objetivan en la realidad social, cuestionando la forma en que son interpeladas y las narrativas que las han hecho constitutivas. Por otra parte creo que ambos autores, se encuentran teóricamente al afirmar que el poder es constitutivo de las narrativas ya que dichas narrativas de poder están mediando en la construcción de conocimiento, como es el ejemplo concreto de la representación del Sati en Spivak y la interpretación de San Sousi en Trouillot. Bajo esa idea nos es útil pensar en los silencios y las huellas en la historia, como una forma inevitable al contarla. Mientras Spivak nos convoca a pensar en los actos de nominación, y las violencias epistémicas cometidas en la enunciación (y apropiación) de categorías hegemónicas, Trouillot, señala la necesidad de evaluar todo el proceso de producción alrededor de una realidad social para no reproducir los elementos de poder que la difundieron en su momento. Convergen entonces al reconocer que mientras algo es enunciado, otra cosa es silenciada, advirtiendo que no están enfocados en el levantamiento de una versión “auténtica” de la historia, sino en reiterar que no es sólo una, y que por tanto estas son de carácter heterogéneo, así como sus narrativas. En esta vía, me llama particularmente la atención que Spivak discute sobre la forma en que los silencios muchas veces no son intencionales, sino que no se puede pensar sobre lo que no se ha dicho, y en tanto hay elementos que no se han hecho pensables la dificultad de reflexión asciende, por tanto acude a la necesidad de descentramiento, pues reitera que no es que haya realidades inexplicables sino que son reducidas al entenderlas bajo categorías binarias. En ese intento es que la epistemología occidental presenta limitaciones pues mantener la coherencia tiende al silenciamiento, más si obedece los lineamientos que orientan la agenda de intereses investigativos, al servicio del primer mundo.

Por otra parte, ya considerando el abordaje metodológico me pregunto ¿De qué forma Spivak le da voz al subalterno? ¿Cómo entender su crítica sin creer que cae en postulados que ella misma refuta? Aquí son útiles las discusiones de la historiadora Cecilia Méndez, quien a partir de un rastreo sobre la formación de los estudios subalternos, cuestiona en esencia la labor de sus miembros y la forma de proceder en la construcción de un conocimiento de ese carácter. Méndez afirma que como subalternos, es necesario que asuman su lugar y no sólo obliguen la reflexión de quienes escriben desde occidente, también ellos deben problematizar su contexto de enunciación, pero no sólo desde su reconocimiento sino desde la coherencia con lo propuesto. Con lo anterior quiero decir, sustentada en Méndez, que los estudios subalternos no deben limitar su aporte a las construcciones epistemológicas que hacen posible pensar ciertas realidades, lo cual es plausible, sino a los contextos de usos a los cuales se desplazan, o no, esas construcciones. Importa también que como intelectuales, estén en capacidad de hablar del subalterno, pero también de hacerle accesible lo que se dice de él. Una crítica muy asidua respecto al tema, es que los mecanismos utilizados para la difusión de estos temas, es decir un lenguaje académico, de terminología sencilla y con carácter poco propositivo, impide la aprehensión por parte de los subalternos y termina limitándose a un carácter mediador y de representación que Spivak tanto refuta. Méndez, cuestiona por ejemplo las limitaciones de escribir en inglés para la consecución de un proyecto político/epistemológico que configure los sujetos a partir de narrativas propias. Si bien esto resulta lógico para lo que los estudios subalternos se proponen, en defensa sugiero el pensamiento de Dussel quien afirma que muchas veces el dominado debe pasar por el lenguaje del dominante para negociar sentidos, para sentirse escuchado. Ahora bien, lo que sí es problemático es que la producción académica sólo se dé en ese plano, y se encierre en tecnicismos intelectuales que dificulten la tarea de la comprensión alternativa para los distintos grupos de recepción.

Notas a pie de página
[1] Sustentada en postulados de Guha, la autora señala una categorización de la jerarquía social en India para explicar la idea de pueblo: “1. los Grupos dominantes extranjeros; 2. Grupos dominantes indígenas en toda la India; 3. Grupos dominantes indígenas regionales y locales. 4. Los términos “pueblo” y “clases subalternas” han sido usados como sinónimos a lo largo de este trabajo. Los grupos sociales y elementos incluidos en esta categoría representan la diferencia demográfica entre la totalidad de la población india y todos aquellos a quienes hemos descrito como la “elite”.” (Spivak, 2003: 323).

[2] Spivak describe el Sati como un ritual hindú en que la muerte de un hombre, obligaba moralmente la inmolación de su esposa frente a la tumba de él. Lo que se pone en discusión son las implicaciones de sentido, y prácticas, que se manifestaron detrás de este rito, luego de que fuese prohibido.

sábado, 12 de septiembre de 2015

El fin de la Historia

Columnista Nibega.

Me pregunto por estas generaciones que crecen en un mundo absorbido en su totalidad por una idea de libertad. Me pregunto y me cuestiono, si esa idea de libertad es la que más nos trae beneficios, cuando digo nos me refiero a la sociedad, a los grupos sociales de cada ciudad y nación. Claro que beneficia pero no precisamente nos beneficie a todos sino a un sector, a ese sector que le interesa que todo lo que se produzca sea consumido para evitar problemas de sobreproducción, a ese sector que le interesa cobrar casi un 400% del valor original del producto teniendo como excusa el valor de una marca que no es más que el símbolo de algo, no indica su verdadero valor y calidad.

Es una preocupación que me embarga de tiempo atrás y cada día confirmo la sospecha de: que somos nosotros los ciegos, los adormecidos, como tantas veces nos han nombrado, somos los que vivimos nuestras vidas, según creemos, como se nos da la gana. Pero vivimos vidas impuestas, tendencias que se venden a través de cualquier medio de comunicación. En especial, en este mundo de seguidores sin sentido, a través de las personas que resultan ser celebridades públicas sin haber contribuido en lo más mínimo al mejoramiento de nuestra existencia. Porque subimos en un pedestal no a las mentes más brillantes, no a las personas con el corazón más grande cuyas acciones han salvado a miles o millones, sino a los mejores cuerpos (pagados o no) valoramos lo que Aristóteles sostendría es la vida voluptuosa, la peor de las formas de vivir.

Me preocupa una gran masa, que con todo respeto, es ignorante de la vida que está viviendo, creen tener el rumbo de sus vidas cuando ni rumbo ni vidas tienen. Me preocupa lo que la historia dirá de nosotros cuando las futuras generaciones, si es que llegan a saber qué es historia nos lean y se pregunten por qué fuimos tan ciegos para dejar perder el planeta en el que vivimos por tener lo último en la moda, lo último en tecnología, hacer una fortuna para poder derrocharla sin sentido y con el mayor descaro posible, pensando únicamente en el bien personal sin interesarse si un igual, como cualquier ser humano, sufre o muere o siente que ha sido dejado sólo en un mundo de ciegos, de enamorados por banalidades sin sentido.

Qué dirá la historia si es que la historia alcanza a sobrevivir a este derrochamiento de recursos por el dinero. Porque vivimos creyendo que el dinero nos dará todo, que con él conseguimos nuestros sueños, sin reconocer que es la sociedad la que realiza tus sueños, es el esfuerzo personal y colectivo de cada uno de nosotros lo que nos lleva a tener una mejor vida, no el gastar ocho o más horas en un trabajo para tener una remuneración que si quiera llega a valer el tiempo invertido. Un mundo donde privilegiamos a unos y despreciamos a otros, no por la bondad o maldad en sus actos, no por las ideas que promueven, si sentimos adhesión o las contrariamos. No tenemos siquiera este nivel de discernimiento sino que juzgamos una apariencia, nos basamos en el más primitivo de nuestros instintos que nos lleva a observar las cosas, no detenidamente, sino de paso y juzgar de buenas a primeras.

Qué se puede esperar de una sociedad cuyas prioridades responden a un sistema económico que pone en sus cimientos al dinero, no a los recursos, no al ser humano. Esto hace que cada acción se vincule a obtener dinero, no a cuidar los recursos que en ultimas nos permiten vivir, no en cuidar del ser humano que somos todos nosotros. Qué se puede esperar de un grupo privilegiado de personas quienes buscan mover pasiones a través de coyunturas como la “crisis de los refugiados” la cual existe desde hace veinte años y nunca ha sido un problema, sólo para poder traer a sus empresas a esos migrantes, a los cuales puede pagarles salarios precarios sólo porque no pertenecen a ese país y tienen necesidades mayores como sobrevivir, no luchar por un mejor salario. Qué se puede esperar de personas con egos agigantados por sus cuentas bancarias abriendo la boca sin siquiera haber realizado el procedimiento básico que le permitiría caer en la cuenta del error garrafal que comente cuando dicen cosas por decir y no por construir con la palabra. Porque somos seres que creamos y amamos, pero nos enseñan a odiar y a destruir, nos enseñan de codicia, crecemos con un grupo de valores que son debilitados por comportamientos y hábitos que nos venden para hacernos vivir esa vida deseada” y adormecida. “Si consigues dinero lo tendrás todo” es casi la premisa que se vende en las familias y en el mundo desde que somos críos.

Usted querido lector que ha sabido llegar hasta acá, espero vea también el mundo desnaturalizado, porque la sociedad no se puede naturalizar, no podemos creer que hay cosas dadas que no se pueden cambiar, espero que usted lector no sea de los que dice esque-siempre-se-ha-hecho-así, porque si es así está condenado a repetir los errores de sus pasados. Espero que cada vez que mire al mundo se dé cuenta que son instituciones, que son ideas, que son símbolos, representaciones sociales e ideologías lo que se mueve en el pensamiento común, que tiene efectos de realidad, porque esto que son ideas hace al mundo, crea la realidad que vivimos y si no me cree pregúntele a la historia que ella, sabia conocedora del ser humano responderá que estamos acostumbrados a no preguntarnos por ella, a no preguntarnos qué dirán las generaciones futuras. Ella, la historia, respondería que sí, que todo lo que ustedes ven, esa ciudad, su forma de organización, el cómo se gobierna ha sido el resultado de las acciones de los seres humanos buenos y malos que han aportado con su empeño en hacernos. Porque a medida que estamos haciendo nos hacemos a nosotros mismos.

Los medios de comunicación me preocupan, la información que se mueve a través de estos no es de fiar, ni ellos se salvan de caer en esta rueda que nos arrastra, sin que lo notemos o sin que queramos notarlo, hasta el fin de la historia. Porque el fin de la historia no se dio con la caída de la unión soviética, el fin de la historia se da cuando se deja a un lado el pasado y el futuro, el fin de la historia solo responde a la decadencia que vivimos, donde somos el producto y productor de nuestros males y nuestro fin.

Cómo es posible creer en la independencia de medios de comunicación, si sus dueños, esos grandes privilegiados creen que el cambio climático no es culpa de ellos mismos. El hecho de que la gran compañía de comunicaciones FOX compre National Geographic me dice que su interés no es el conocimiento científico sino la desinformación “legítimada” por científicos que supieron venderse al peor postor. Quizá ganen dinero pero no serviría de nada tener dinero en un mundo decadente.

Qué será de nosotros que pensamos vivir en un mundo que cada año tiene avances mínimos que son vendidos a precios desbordados, todo marcado por el mercado. El valor de las cosas no es un valor monetario es un valor en sí mismo, el mercado o algo exógeno a ese objeto no puede definir su valor, ese es el problema con todo. El único valor que interesa es el que tiene el objeto per se. Claro cada cual ve ese objeto y la pone distinto valor según su interés en ese objeto.

Lo más triste es el tiempo invertido en pensar el modo de hacernos como somos ahora, seres con miedo a expresar nuestras inconformidades, satanizado ciertas ideas. Por lo tanto, pensar así no sólo es malo sino contraproducente para el estilo de vida actual, donde las mentes brillantes son relegadas a un segundo plano y así no hay muchos que deseen ser brillantes sino famosos. Donde lo importante en la vida no es aportar a su sociedad y su mundo de la mejor manera sino vivir como se nos de la gana sin importar si hacemos daño o no. El fin de la historia es a todas estas, el fin de nuestra historia.

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