miércoles, 23 de septiembre de 2015

Jesús Trump y la hidra de tres cabezas

Por Juan Felipe Ledesma.

A pesar su apariencia improvisada, desde el punto de vista comunicativo, la campaña de Donald Trump para ganar la representación del partido republicano de cara a las elecciones presidenciales del 2016, está muy bien orquestada.

"Make américa great again" La hidra de tres cabezas
Su consigna general es tan atractiva como la apelación a la defensa de la libertad y la lucha contra el terrorismo propias de la candidatura de George Bush hace catorce años, o las propuestas de moderación y mayor gasto social de Obama hace seis. La idea de hacer grande a América de nuevo, expresada con la frase “Make américa great again”, se desprende de una matriz de sentido cargada histórica y culturalmente que se encuentra arraigada en el inconsciente colectivo norteamericano. Esta es, la de que Estados Unidos es la tierra de la prosperidad y las oportunidades. Por lo anterior, el pequeño eslogan es enorme y genial, pero lo es aún más porque porta tres matrices de sentido al mismo tiempo, que legitiman y fortalecen su personificación del poder, es decir, su desmesura e irreverencia frente a cualquier oposición, gracias a su contenido nacionalista: la primera es que América fue grandiosa en algún momento histórico pero que actualmente no lo es. La segunda es que América puede ser grande de nuevo. La tercera es que tal loable propósito recae sobre cada uno de los ciudadanos norteamericanos y no directamente sobre Donald Trump. La frase lo engalana como un medio mediante el cual cada individuo en ese país puede ayudar a hacerlo glorioso de nuevo. ¿Quién no quisiera aportar a un sueño como aquel especialmente si no se encuentran medios para salir de la crisis? ¿si el problema importante es América, porqué preocuparse por la forma en como se exprese su salvador y más aún, por la forma como se va a alcanzar dicho objetivo? Como trataré de argumentar a continuación, la campaña de Trump es un monstruo que se explica y se justifica autorreferencialmente y contra el cual luchar sin extremada sutileza, terminaría fortaleciéndolo.

La construcción del sentido común y de Jesús Trump
En cada una de las matrices descritas cabe de todo. En la primer matriz caben los culpables de que el país ya no sea lo que era antes. Todo lo que el candidato conciba como repudiable. Malo. Trump ha presentado ya algunas de las cabezas que pueden componer ésta, también de una forma excepcional en términos de maquinaria comunicativa, relacionando actores concretos con formas de ser que pinta como impropias para el manejo del Estado y la política internacional, pero que al mismo tiempo son, según él, las formas de ser que imposibilitan el éxito en cualquier compañía contemporánea: incompetencia/Obama, debilidad/lenguaje políticamente correcto/Obama; falta de inteligencia estratégica/Obama/ falta de velocidad de pensamiento/Obama como incompetente para negociar y pelear verbalmente. El presidente actual es uno de los grandes chivos expiatorios que lo explica todo de acuerdo con la lógica de Trump. El otro gran chivo expiatorio es la población inmigrante ilegal mexicana (latinoamericana). Como veremos a continuación, ambos chivos expiatorios tienen una función singular en el conjunto de su campaña.

En la segunda matriz, necesariamente relacionada con la anterior, Trump se posiciona a sí mismo como un medio, un salvador, un símbolo a partir de la denuncia pública de un conjunto de procesos que los norteaméricanos han venido palpando en su realidad cotidiana y que han sido problematizados en las agendas públicas y mediáticas como la inmigración ilegal, el desempleo, la desindustrialización y la pérdida de hegemonía internacional frente a Rusia y China. Problemas que achaca en gran medida al actuar de Obama y la población ilegal mexicana. Lo que hace Trump con esto no es sólo denigrar y denunciar, sino explicar y convertirse en símbolo. El candidato permanentemente está ofreciendo narrativas explicatorias razonables y exageradamente comprensibles sobre las razones de la debacle, a un público expuesto a un sin fin de narrativas. Lo interesante es que además de reducir las explicaciones, el tono pendenciero, casi de indignación con que las expresa, las hace sumamente verosímiles, particularmente, porque además de ser explicaciones lógicamente bien estructuradas, la premisa de fondo que afirma con su postura frentera es: "yo no tengo nada que ocultar, aún siendo parte de una clase social acaudalada y de apoyar un partido desacreditado por las crisis. En otras palabras digo la verdad". Al mismo tiempo, sus réplicas irónicas, sus comentarios de doble sentido frente a las mujeres, su tono belicista refiriéndose al contexto internacional y el lenguaje que no duda en definir como fuera de lo políticamente correcto, pueden ser leídos como un conjunto de actos performativos en donde va construyendo el imaginario alrededor suyo de hombre fuerte, astuto, ganador y sobretodo honesto, en oposición a las imágenes de decadencia que mantiene señalando en el gobierno de Obama. Con su espectáculo mediático Trump se encarna en virtudes que son exaltadas masivamente por las industrias de entretenimiento audiovisual, y necesitadas ampliamente en un contexto de flexibilidad laboral, crisis económica y tensión global como el coraje, la agilidad mental, el amor por sí mismo y la entrega a una causa superior.

Ases bajo la manga
Finalmente en la tercera matriz están los ciudadanos. En el discurso del candidato los ciudadanos aparecen como los responsables del destino del país, los cuales actuarían a través de la mediación del mismo. Por la forma como está construida su campaña, los que no voten por él o son estúpidos o son latinos. En una gran cantidad de artículos aseguran que el candidato está labrando el desdén del partido republicano y su derrota en las elecciones presidenciales, aseverando que de no tener de su lado el voto de la población latinoamericana estaría perdido. Sin embargo resulta sospechoso que una estrategia de campaña se base en un sinsentido, es decir en una acción que conduzca de antemano a la derrota, a pesar de ser un multimillonario con claros signos de astucia y capaz de comprar asesoría política y comunicativa de la mayor calidad. ¿Qué puede estar ocurriendo?. Existe un as bajo la manga, el cual ha anunciando poco a poco y que es de un pragmatismo sin igual, desde la perspectiva de una élite republicana tradicionalmente racista. El apoyo electoral de la población afro-estadounidense. Como lo expresa Bruce Bartlett para el Washington post, "una campaña agresiva para ganar la población votante negra podría cambiar la dinámica política y vencer a los demócratas cuando ellos menos lo esperen" (VER).[1] El candidato ya ha expresado ante los medios de comunicación cómo la administración Obama no ha mejorado las condiciones de vida de esta población y lo que él haría por ella (VER + VER). Incluso ha llegado a afirmar con confianza que parte de la población latina, legítimamente radicada en los Estados Unidos, votará por él. ¿Qué se traerá entre manos?. Bartlett también ha insinuado que una segunda campaña del candidato con propuestas socialdemócratas le permitirían arrasar en las presidenciales. Al menos con plantear una medida pragmática como subir los impuestos a los más ricos (así no se lleve a cabo en la realidad). Trump ya ha afirmado públicamente su independencia con respecto al partido republicano a pesar de su clara inclinación política. Factor uno que le daría cierta credibilidad. También ha sabido construir el imaginario al rededor suyo de que se enfrentaría a quien sea por lograr lo que se propone y por renovar el sueño americano. Factor dos de credibilidad. Con una táctica de masiva exposición mediática reivindicando una medida "populista", aumentando el temor de la población ante las acciones Rusas y Chinas, y desacreditando cada vez más a los demócratas, Trump ni siquiera tendría que explicarse para generar la confianza que le faltaría por ser multimillonario y apoyar a los republicanos. Los medios de comunicación jugarían aquí un papel central.

Inquietudes
Es extraño que los medios hayan presentado a Trump como una especie de mentecato que habla lo que se le da la gana. A mi juicio su campaña está tan bien estructurada que le permite improvisar, aunque siempre con una orientación definida. Lo está tan bien, que cada denuncia en su contra es susceptible de ser una victoria. Al mismo tiempo, el partido republicano podría estar ganando las siguientes elecciones con él a la cabeza y la ciudadanía en general no tendría que darse cuenta siquiera, con un conjunto de implicaciones favorables para el partido. Esto, en caso de que no sea elegido en las primarias, lo cual podría usar para fortalecer su imagen de mártir y de hombre independiente. Aunque afirmen que algo así dividiría la población votante, es probable que los dirigentes del partido ya estén apostándole al ganador.

¿Qué podrían hacer los demócratas?

Continuará...

Notas a pie de página
[1] Barlett cita varios estudios donde se muestra la precariedad de la situación socioeconómica de la población afroaméricana la cual es explicada en parte por la ocupación laboral de la población latina inmigrante. También cita varios ejemplos históricos donde líderes políticos invocaban la participación de la población afro para ganar escaños electorales.

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