martes, 2 de noviembre de 2010

Y si fuéramos como ellos… y si nos tocara lo que a ellos…

Por Mónica Castillo.

Después de casi 4 horas de viaje, llegamos desde Cali a Silvia, en el departamento del Cauca, un pueblo como todos, la única y gran diferencia es que la población es mayoritariamente indígena puesto que en los alrededores se ubica Guambia un resguardo indígena propiedad del pueblo guambiano, lo cual puede notarse al llegar. Caía la tarde y decidimos dirigirnos con un par de amigos indígenas hacia su casa, que amablemente me habían invitado, a travesamos la plaza, varias calles, casi todo el pueblo hasta llegar a las afueras, después de ahí subimos unos 20 minutos por una carretera destapada y un par de montañas, el camino era tan oscuro que casi no se podía ver nada, además nos acompañaba una ligera lluvia que no cesaba y parecía aumentar a cada paso. Miles de pensamientos pasaron por mi mente, todas esas historias que no son cuentos sino realidades de lo que muchas personas deben hacer para llegar a sus hogares, para ir a trabajar, a estudiar… Después de casi una media hora de camino llegamos a su casa, una casa muy humilde, ahí nos esperaba una madre y una hija con una mirada acogedora y amable. No falto la comida, por lo cierto bastante rica alrededor del fogón de leña que al mismo tiempo nos calentaba.

A la mañana siguiente a eso de las 6 me despertaron el sonido de disparos, ametralladoras y disturbios algunos parecían lejanos otros muy cercanos, sentí miedo pero mi sorpresa no fue muy grande pues ellos ya me había contado que eso pasaba con frecuencia, sin embargo el estar allí y vivirlo en carne propia es atemorizante, y a la vez muy triste y difícil, gracias a Dios los disturbios cesaron y “todo volvió a la calma”. Pensaba este país es una *%*&*$*/, y nuestra indiferencia es tan grande que sólo en situaciones como estas que poco tenemos el privilegio o la desdicha de vivir, reaccionamos y nos damos cuenta que hay una realidad que desconocemos o que queremos desconocer, que se nos muestra oculta o parcializada por los medios masivos de comunicación, por las fuentes oficiales, por la elite política y económica. Es claro que pueblos como estos tan cercanos a las ciudades donde habitan en su mayoría campesinos e indígenas hay constantemente enfrentamientos entre grupos armados legales e ilegales que toman como escudo la población civil que lo único que puede hacer es esperar atemorizada en su hogar ¿es esto justo? ¿Dónde está el Estado? ¿Para qué el ejército? sin intentar repetir las utopías que todos hemos y vivimos pensando, de un país mejor, sin conflicto, sin violencia, bla bla bla, solo quiero dejarles esta experiencia en forma de articulo para que intentemos ver más allá de lo aparente, y por qué no más allá de eso que llaman la opinión pública. ¿Y si el indígena fueras vos y si te tocará vivirlo, qué harías?

3 comentarios:

Víctor Hugo dijo...

La realidad colombiana es mucho más cruda y dura que la imaginada por nosotros en las ciudades, o que la representada tendenciosamente en los medios. Como bien lo decís, Mónica, no puede ser que la población civil de este país (rural o urbana) siga en medio del fuego cruzado de los actores armados; sean éstos legales o ilegales. Creo que a través de tu columna has esbozado muy bien lo que se siente en las fronteras de la seguridad democrática.

Laura dijo...

Es cierto, es la dura y cruda realidad que nos resulta tan ajena desde nuestros cómodos lugares en la ciudad, aunque ni siquiera dentro de la ciudad conocemos lo que realmente sucede.
Los medios de comunicación que supuestamente deberían mantenernos informados, juegan un papel muy importante como maquilladores de la verdadera cara de la violencia en Colombia intentando hacernos sentir que lo peor ya pasó y que la seguridad democrática ha sido y será un grandísimo éxito. Tristemente a la gente del común le gusta más sentirse tranquila aún sabiendo que hay verdades que desconocen y prefieren desconocer y como bien lo dices en el artículo, las élites políticas y económicas saben bien como cumplir el capricho de los colombianos, dandonos noticias parcializadas, disfrazadas y poco realistas de lo que pasa a nuestro alrededor.

JUAN PAULO GRAJALES MOLINA dijo...

Esa es la realidad de la malverción de los hechos en este país por parte de la opinión pública.
Sin embargo hay otras realidades que nos suceden a nosotros que también somo ciudadanos y gente común. Inseguridad, lentitud de la justicia, pésimos sistemas de transporte y como bien lo dijo el ministro de Transporte, las carretar están derretidas.
Ahora, hay unos problemas mayores que otros, ¿quién lo decide?. El enfásis está en la lucha contra las FARC. ¿hasta cuándo?. No ha solucionado el problema de seguridad urbana y rural.
En Cali se gradúan anualmente aproximadamente 30000 bachilleres y sólo 10000 tienen acceso a la educación superior. De esos 10000, ¿cuántos leen fuentes alternativas como nosotros o cuántos como Monica viven el conflicto en carne propia?.
He ahi el rpoblema actual de la sociedad colombiana plasmada en el desinterés y la ignorancia. LA FALTA DE EDUCACIÓN.
Señor presidente probemos con eso a ver coo nos va, aver cuanto dura en el poder y a ver si depronto un dia de estos no se arma una revolución social. ALGUIN DIJO: "ojalá vivas en tiempos interesantes, tiempos de revolución"

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