lunes, 1 de noviembre de 2010

California Conection

Por Adriana Riasco.

“Cada quien es libre de decidir si es o no el caso de recuperar su salud. Ni siquiera bajo la vigencia de la Constitución anterior, menos pródiga y celosa de la protección de los derechos fundamentales de la persona, se consideraba que el Estado fuera el dueño de la vida de cada uno”

Es realmente contradictorio al estado social de derecho la búsqueda de que aquel que consume drogas de manera habitual u ordinaria sea obligado a revisar sus valores o principios, o con mayor agravante aun, lo de hacerlo con su familia, un claro ataque a varias normas constitucionales como lo es el derecho a la libertad, a la intimidad. Más aun también es contradictorio al bloque constitucional donde Colombia entendiéndolo viola la disposición cuando: "Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su LIBRE Y PLENO ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción..."

Si el estado de verdad respetara los DERECHOS Y LIBERTADES CON SU LIBRE Y PLENO EJERCICIO entendería de manera correcta que la salud es un derecho y no una OBLIGACION. Acá es pertinente preguntarse para entrar a discutir si tenemos obligaciones para con nosotros mismos.

Con el desarrollo racional de esta idea es fácil ver que la cualidad de estar saludables o no es algo exclusivo de la conciencia de cada uno de nosotros, una obligación que se desprende de manera única de nuestra moral sin más limitantes que nosotros mismos, seria por lo mismo inconcebible que se considere jurídicamente reprochable el consumo de psicoactivos, dejando en entredicho que fuese una enfermedad.

Ahora bien es importante considerar nuevamente, el concepto en el que tenemos a los consumidores, tratarlos cualesquiera de ellos como adictos. Fácilmente el punto a buscar es la determinación del individuo al momento de querer usar un estupefacientes o una sustancia psicotrópicas; es decir, se entiende así siempre y cuando no haya abuso de la mismas, no siendo considerado un vicio, pues el vicio se entiende cuando el comportamiento reprochado o no por una sociedad determinada es realizado en exceso, convirtiéndose en una prioridad para el sujeto y dejando de realizar otras de sus actividades normales que nublen su determinación o libertad, en cualquier otra medida, quien conscientemente pueda realizarla sin que intervenga con su normal desarrollo, de él o la sociedad que le rodea no puede ser tratado de drogadicto por consumir más de una cantidad determinada.

La diferencia sustantiva marcaria que mientras el drogadicto roba para conseguir su droga y muestras síndrome de abstinencia (perdida de sueño, apetito, además de frio y sudor en las manos. Por lo general se presenta una pérdida de peso en la persona) Cuando no lo consigue, un consumidor podría fácilmente esperar a tener el dinero suficiente para acceder a ella sin mostrarse con síndrome de abstinencia. Por lo tanto queda definida la drogadicción como "el habito de quien consume drogas y depende de ellas"; quedando sin una base, a lo menos falta de una constructivista de que el consumidor ocasional o hasta habitual pueda entrar como individualizado en esta ley, siendo así una predisposición a violar el derecho a la igualdad consagrado en el artículo 13 de la Constitución, puesto que al consumidor se le dará prescripción de dependiente a las drogas o drogadicto por el hecho de llevar consigo una cantidad determinada de la sustancia ilícita.

Siguiendo este orden de ideas es por lo tanto responsabilidad del sujeto y no del Estado ejercer su libertad para bien o para mal, pues por esto Erich Fromm en su libro Miedo A La Libertad dice que existe un "profundo temor del individuo a ejercer su propia libertad y a que los demás ejerzan las suyas. Es el pánico a asumirse como persona, a decidir y a hacerse cargo de sus propias decisiones", dándose a sí mismo el sujeto una razón para librarse de la teoría de la imputación objetiva, por lo que no demora Thomas Szasz en señalar que:

"En una sociedad de hombres libres, cada uno debe ser responsable de sus actos y sancionado como tal. Si el drogadicto comete un crimen, debe ser castigado por ese crimen, no por ser drogadicto. Si el cleptómano roba, si el pirómano incendia, si el regicida asesina, todos deben caer bajo el peso de la ley y ser castigados". Sin más puntos que tocar, la responsabilidad del sujeto sobre sí mismo es única y exclusivamente de él, su salud o su capacidad de autodestruirse es una decisión unilateral y si los que le rodean se ven afectados por su acción u omisión se le será juzgado por estas, mas no por las causas bajo sustancias alucinógenas de la misma.

Nota:
El vicio se entiende cuando el comportamiento reprochado o no por una sociedad determinada es realizado en exceso, convirtiéndose en una prioridad para el sujeto y dejando de realizar otras de sus actividades normales que nublen su determinación o libertad, en cualquier otra medida, quien concientemente pueda realizar la sin que inter venga con su normal desarrollo, de él o la sociedad que le rodea no puede ser tratado de drogadicto por consumir más de una cantidad determinada.

Es mi comprensión de vicio.

Hoja de marihuana

Suguerencia:
http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/hector-abad-faciolince/columna127318-columna-enmarihuanada

1 comentario:

Víctor Hugo dijo...

El viejo dilema de la libertad v/s la igualdad es el tema central de tu columna, Adriana. El Estado modernos - desde 1789 hasta hoy - falla en en la inclinación de la balanza entre uno y otro valor social. Hemos trasegado (como diría Foucault) por la sociedad disciplinaria y ahora por la de control, por el poder autoinfligido de la biopolítica, y por el escarnio público; sin que nada de lo anterior solucione el dilema de la existencia. Lo cierto es que como bien dices esas cuestiones no pueden seguirnos costando tan caro. El debate de la legalización a comenzado en las esferas más importantes y con las sustancias menos peligrosas... espéremos a ver que sigue. Muy buena tu columna.

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