La entrevista de Juan Leonel Giraldo a los periodistas Enrique Santos Calderón y Antonio Caballero toca, en el capítulo 7 del libro Mano a mano, el tema de la juventud y la mujer. De hecho, así es como se titula el capítulo. Mi reflexión se centrará en la visión sobre la juventud colombiana presentada por los dos periodistas en la entrevista.
Enrique Santos habla de una tendencia despolitizada de la juventud colombiana. Él afirma que a la juventud, hoy en día, le falta ideales políticos. Los jóvenes están más interesados en el éxito personal que en el bienestar común. Para Santos, eso explica la actitud materialista, pragmática e inmediatista de la juventud colombiana. A Enrique Santos le preocupa que este sea el futuro de la sociedad colombiana y de Colombia en sí, pues, si la juventud es el futuro de Colombia, ¿qué futuro podemos esperar de unos jóvenes con valores egocéntricos y desinteresados por el bien común?
Antonio Caballero no desconoce lo expuesto por Santos es más, le atribuye ciertas cualidades a la juventud actual que aumentan, significativamente, la incertidumbre del futuro colombiano. Caballero advierte, sin embargo, que no son los jóvenes el problema sino la expresión por medio de la cual se puede vislumbrar el problema real. Caballero apela a la noción de abandono de la educación por parte del gobierno colombiano. Para él, es inconcebible que muchos recién graduados entren a las universidades teniendo evidentes falencias en la ortografía, redacción, en disciplinas como historia, geografía, matemáticas, entre otras.
Yo no creo que el problema radique en que los jóvenes de hoy en día no estén leyendo, ni, como arguye Santos, que la lectura se hace, cada vez, más difícil por el aumento de distracciones. Los jóvenes de hoy en día sí están leyendo. Quizás mucho más que generaciones pasadas. El problema radica en el tipo y contenido de lectura a la cual los jóvenes les dedican su tiempo. Las redes sociales, como el Facebook, el Messenger o MySpace, se alimentan del hecho de que personas escriben comentarios, notas, mensajes cortos e intercambien mensajes instantáneamente, lo que se denomina como “chatear”, con otras personas. En otras palabras: A le escribe a B; B lee lo que A le escribe, seguidamente, le responde; A lee la respuesta de B y comparte la información a C; todo esto, mientras que B hace lo mismo con D, así como D con E, E con F, A con G, B con H, así hasta completar dimensiones infinitas de interconexión. Con este ejemplo, intento clarificar la magnitud del amplio margen del intercambio de información actual. Esta nueva generación de correos es con la cual los jóvenes de hoy tienen que aprender a vivir.
El punto al que quiero llegar aquí es que si bien, los jóvenes sí leen y escriben, no tienen una formación adecuada que se enfoque en enseñarles a escribir y a leer bien. Es muy fácil decir, por un lado, que sólo se necesita escribir bien, las veces que lo ameritan, pero para chatear no es necesario. Sin embargo, como se dice comúnmente, más rápido cae el mentiroso que un cojo, uno se convierte en víctima de su propia mentira al intentar excusarse de esa manera. El que escribe bien, lo hace hasta chateando.
Por el otro lado, si los jóvenes solo muestran interés por leer los mensajes escritos en estas redes, que además de no ser mensajes que incentiven la creatividad y actividad intelectual en los jóvenes, ni presentan una adecuada ortografía y redacción, los jóvenes caen en un círculo vicioso donde la única salida posible es que le corten la luz, el internet o le entre un virus al computador.
Una posible solución a este problema de falta de una adecuada cultura de lectura en la juventud colombiana podría ser incentivando el leer desde los primero años escolares. En España, una amiga me contaba que en su colegio y por salón, era premiado el niño que más libros leyese en el año escolar, y esto hasta el año de su graduación. Algo así me podría imaginar en los colegios y escuelas, tanto privadas como públicas, de Colombia. Así se crearía un nuevo y afectivo vínculo con la lectura. Junto con éste, florecerá, seguramente, una rica y fresca forma de expresión de la comunicación. Si se siembra la semilla de la lectura y se cuida desde su primer brote, cosecharemos una nueva sociedad en Colombia. Una sociedad, aun más, creativa, innovadora y competente.
Bibliografía
GIRALDO, Leonel (2004). Mano a mano. Bogotá: Editorial Planeta.
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