martes, 26 de febrero de 2013

Entre patrimonio y desarrollo, historia y memoria vs. desarrollo y olvido

Por Manuel Marmolejo.

El puente Ortiz, emblemático espacio de la ciudad de Cali sufrió grandes remodelaciones a lo largo de su historia, la mayoría para mantenerlo estable debido al deterioro de los años actualmente sigue siendo un sitio característico de la ciudad, pero acaba de ser intervenido por una de las mega-obras que se están llevando acabo en la ciudad, el hundimiento de la carrera 1a desde la Calle 5 hasta la calle 13, a una profundidad de 5.50 mts, para la creación de un túnel subterráneo. Durante la excavación se encontraron restos humanos, materiales de construcción objetos antiguos que muy probablemente son las marcas que han quedado de un pasado caleño, de una historia que aun no se cuenta.

El siguiente documento es un articulo que fue publicado en el periódico cultural de la Universidad del Valle. "La Palabra" cuenta como fue este proceso de intervención de la mega-obra sobre el puente, y algunas de las implicaciones que tuvo.

Puente ORTÍZ, DELITO CONTRA LA MEMORIA ARQUITECTÓNICA DE CALI

Por: Fredy Prado Guitérrez*
Llegada la madrugada los obreros aún no lograban destruir el muro. Los ingenieros hicieron excavar de noche para no enterar del hallazgo a los funcionarios encargados del manejo arqueológico. La fuerza del compresor bajo la complicidad nocturna no fue suficiente. Tuvieron que traer una máquina de Bogotá, un martillo que cobra 300 mil pesos por hora. En ciento veinte minutos de operación sólo destruyeron dos de sus 8 contra fuertes. La obra enfrentada, desde el punto de vista de estructura, ingeniería y arquitectura era más impetuosa que sus necesidades. Una pieza de nuestra memoria histórica resistiendo ser vilipendiada para ganarle una partida al olvido.

Este antiguo muro hallado entre las calles 11 y 12 durante las excavaciones, construido, quizá, a mediados del siglo XVIII con el fin de controlar los embates del río Cali, está formado por piedra de cantera pulida y argamasa (como las murallas de Cartagena), con alrededor de 40 metros de largo por 1.20 de ancho y 1.65 de alto y un peso cercano a 450 toneladas. En el sector aledaño a éste se encontraron tres patrimonios históricos cubiertos por el asfalto: las paredes en ladrillo de un antiguo muro correspondiente al “Puente de la Cervecería”, levantado por la Cervecera de los Andes entre los años 1927 y 1928; los cimientos de la antigua, y tal vez primera Ermita de este sector, edificada hacia 1610, destruida por el terremoto de 1925; los aproches y cimientos originales del Puente Ortiz, estrenado en 1845. Éste último hallazgo es el primer obstáculo arqueológico atravesado en la modernización de la avenida, un iluminador encuentro con un pasado que emerge desde la oscuridad de su sepulcro para señalar la forma como se maneja hoy la ciudad.

La propuesta de un Nuevo Latir
El túnel de la Carrera 1a desde la Calle 5 hasta la calle 13, a una profundidad de 5.50 mts respecto a la actual, está contemplado en el paquete de las 21 Megaobras puestas en marcha por la Alcaldía de Jorge Iván Ospina. Un proyecto sustentado en tres aspectos: agilidad del tráfico, recuperación paisajística y descontaminación del sector; esto, según sus proponentes, se logrará mediante el deprimido de cuatro carriles para la circulación de vehículos livianos y un carril en la superficie para el transporte MÍO. Con 12.000 m2 de espacio público dotado de mobiliario urbano es punto intermedio entre la Plaza de Bolívar y la Plazoleta de la Caleñidad. Elly Burckardt, arquitecta diseñadora del corredor vehicular subterráneo de 652 mts. de longitud, propone con éste recuperar espacio público e integrar los hitos patrimoniales aledaños: Ermita, Puente Ortiz y Teatro Jorge Isaacs. La obra según el Director Técnico de Conalvías, Jorge Román, “demanda 231 mil millones para su realización, en un plazo no mayor a 18 meses”, algo difícil de cumplir ante la realidad del patrimonio arqueológico hallado durante las excavaciones.

Un puente entre el olvido y la modernidad
Cuenta el arquitecto, José Luís Giraldo, cuando habla de la incidencia cultural del puente Ortiz en la historia de Cali, que durante la época de la Colonia ya establecida Santiago en la otrora pequeña explanada semiurbana donde habitaron los primeros caleños, un puente de guadua y madera redonda aunaba el nacimiento de nuestra ciudad con el Camino Real; aquel venido desde Quito bordeaba el Cauca para encontrar salida hacia Cartagena, ruta expedita para el tráfico de esclavos. Pasaron siglos y ese puente, cansado de ser vencido por el río y sus crecientes, conocería la tecnología mediterránea de las construcciones en arco y el ladrillo. En 1834 el alcalde de turno solicitó al Consejo Municipal emprender su mejoramiento argumentando razones económicas. A cargo del ciudadano José Montehermoso se echó a rodar la inconclusa empresa. El 25 de junio de 1842 fray José Ignacio Ortiz, ingeniero aficionado, retoma la obra ocupándose en ella durante tres años. En octubre de 1845 entrega esta herramienta de desarrollo bautizada con su nombre.

Al actual puente peatonal de faroles y figuras en sus barandas lo separan dos importantes remodelaciones con respecto al entregado por el fraile-arquitecto. En 1918 la intervención corrió por cuenta del Ing. de la Universidad Nacional, Julio Fajardo; luego, Alfonso Garrido, en 1946 haría lo mismo y en 1986, con motivo de los 450 años de la ciudad, se deshabilita para tráfico vehicular.

Las remodelaciones llegaron de la mano del desarrollo vial y con éste vino la construcción de la Avenida Colombia, reconfiguración paisajística de la zona y sepulcro para una parte del puente. Hoy, en el curso de la cuarta intervención significativa en el perímetro del puente, el tramo sepultado asoma su realidad frente a los excavadores, baña de nuevo sus formas con la luz del sol que ya conoce, mientras lucha en una pugna contra la imponente modernidad y el ingrato desconocimiento de su papel en el desarrollo de nuestra sociedad.

El patrimonio emerge a los ojos de la nueva ciudad Como si se resistiera a la eternidad del olvido, parte de la Cali antigua subyacente bajo el pavimento ha sido desenterrada, y hoy reclama su valor patrimonial, arquitectónico y arqueológico. La arqueóloga, Sonia Blanco, desde el Instituto para la Investigación y la Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca (INCIVA), asegura que las antiguas estructuras y las cerca de quince mil piezas desenterradas: porcelana, loza industrial, vidrio, objetos de hierro, restos óseo de animales y humanos; son fuentes documentales de primera mano para la reconstrucción de la cotidianidad de los caleños durante la Colonia y la República; un aporte a la configuración de la arquitectura de nuestra identidad, para valorar y ser transmitido.

Por ello el intentar destruir el antiguo muro de piedra pulida y argamasa, a espaldas de los funcionarios del INCIVA, hecho divulgado desde la protección de patrimonio, constituye una muestra del pulso perdido por el patrimonio y la memoria histórica con los ejecutantes del proyecto y su afán de terminar la obra.

Voces encontradas
Esta controversial megaobra precisa una discusión de ciudad amplia y clara. Un patrimonio enciende las alarmas y señala la miopía de una sociedad desinformada, no tenida en la cuenta para socializar ventajas o desventajas en un costoso proyecto, de diseños desconocidos, cobrado sin planos definitivos, “si no hay diseños no hay presupuesto… calcularon a ojo de buen cubero” aseveró al respecto el analista John J. Cárdenas. Una obra pública donde aprovechan el distanciamiento ciudadano con estas situaciones para realizarla al ritmo de los intereses particulares.

"Un pasado que emerge
desde la oscuridad de su
sepulcro para señalar la forma
como se maneja hoy la ciudad"

El arquitecto, Carlos Botero, acusa este proyecto de inconsulto por no contar o articular con el Plan del Centro Global para revivir el sector, definido en el POT, o el Plan Especial de Espacio Público y Equipamientos Colectivos, realizado en el 2004 con la Sociedad Colombiana de Arquitectos a la cabeza. Para su colega, Benjamín Barney: “la obra es un desacierto: arriba sólo queda transitando el Masivo y los cuatro carriles vehiculares por debajo, matando el Centro de Cali, porque al hundir todo el movimiento rodado los automotores no tendrán como entrar o salir a él, además un accidente o inundación cancelaría totalmente el flujo por esa zona; los colectores y desagües se tienen que sacar muy abajo para evitar inundaciones por fuertes aguaceros; aparte de eso se sembrarían árboles sobre el cemento. Es un delito el cobro del impuesto de valorización con unas obras que no tienen proyecto, es una ilegalidad tenaz haber cobrado cuando el Instituto de Valorización exige mostrar el proyecto para poder convencer del cobro. Es antidemocrática, porque siendo esta una obra pública, a Elly Burkhardt le hicieron firmar cláusula de confidencialidad para no mostrar los diseños”.

Por su parte el Ex Procurador Ambiental del Valle, Alberto Ramos, culpa la obra de “urbanicidio por las graves implicaciones sobre la faja lateral del río Cali, la falta de licencia y estudios de impacto ambiental; la carencia de intermodalidad vial; y los problemas de seguridad, limpieza y control que se pueden generar, mejor manejados sí hay tráfico”. A lo que se suma lo referido por el INCIVA sobre los costos de recuperación de los hallazgos: “asumidos por Administración Municipal a través de la Secretaría de Valorización, cuando la normatividad encarga el pago a quien construye e interviene”.

Al otro lado la ciudadanía mal informada e inconsciente de la implicación real del hallazgo sólo se enfoca en el posible atraso de la obra. No son raras las voces proponiendo la terminación de la obra a costa de su patrimonio; “La condición no debería ser la obra, debe ser el patrimonio” manifiesta la arqueóloga Sonia Blanco.

Por ahora un 65% de la obra se ha ejecutado en medio de las discusiones, mientras el grupo interdisciplinar del INVIVA realiza largas jornadas para cumplir lo planteado en septiembre por Alcaldía, Gobernación, Mincultura, ICANH e INVIVA; cuando formularon el posible Plan de Manejo para los más de 8 mil ladrillos del Puente Ortiz a desmontar para destinarlos, quizá, en la Plazoleta de la Caleñidad e integrar una parte a la obra; y la interpretación histórica y arquitectónica de la base de la antigua Ermita, factible a quedar in situs. El gran inconveniente lo presenta el muro de contención, condicionado por las especificaciones del proyecto a ser reubicado, preferiblemente en un lugar cercano alusivo al río, donde se museografiaría luego de su restauración. “En estos casos lo importante es la función social dada a estos patrimonios, sobre todo su continuidad en el tiempo, de lo contrario no tendría sentido todo el trabajo realizado” señala ante lo propuesto la funcionaria del INCIVA.

El arquitecto, Carlos Botero, acusa este proyecto de inconsulto por no contar o articular con el Plan del Centro Global para revivir el sector, definido en el POT, o el Plan Especial de Espacio Público y Equipamientos Colectivos, realizado en el 2004 con la Sociedad Colombiana de Arquitectos a la cabeza. Para su colega, Benjamín Barney: “la obra es un desacierto: arriba sólo queda transitando el Masivo y los cuatro carriles vehiculares por debajo, matando el Centro de Cali, porque al hundir todo el movimiento rodado los automotores no tendrán como entrar o salir a él, además un accidente o inundación cancelaría totalmente el flujo por esa zona; los colectores y desagües se tienen que sacar muy abajo para evitar inundaciones por fuertes aguaceros; aparte de eso se sembrarían árboles sobre el cemento. Es un delito el cobro del impuesto de valorización con unas obras que no tienen proyecto, es una ilegalidad tenaz haber cobrado cuando el Instituto de Valorización exige mostrar el proyecto para poder convencer del cobro. Es antidemocrática, porque siendo esta una obra pública, a Elly Burkhardt le hicieron firmar cláusula de confidencialidad para no mostrar los diseños”.

"Esta política de bienestar social excluye la misma sociedad que impacta, y las denuncias mediáticas sobre desaciertos, ilegalidades y delitos son desestimadas"

Es significativo perpetuar estos hallazgos para las futuras generaciones, olvidos despertados por una propuesta de modernización, vitrinas de un problema socio-cultural de nuestra contemporaneidad, donde una política de bienestar social excluye la misma sociedad que impacta, y las denuncias mediáticas de arquitectos, historiadores, arqueólogos, académicos; sobre desaciertos, ilegalidades y delitos, son desestimadas por la Alcaldía y Conalvías con sus lógicas de materializar sus ideas como de lugar. Es necesario que el Mincultura y la Procuraduría ejerzan con firmeza su labor y pongan en orden esta histórica y lamentable situación, para que el patrimonio y la misma ciudad no estén en manos de unos cuantos, quienes deciden el camino a tomar.

*Estudiante de Licenciatura en Literatura.
Fotografías: Alvaro Ruales

Por otra parte, INCIVA, institucional gubernamental encargada de preservar el patrimonio natural y cultural del Valle del Cauca, plantea su posición respecto a la situación anterior y publica en su pagina web, el siguiente comunicado.

El Puente Ortiz, Memoria De Cali forjada en ladrillo

El Puente Ortiz, obra de ingeniería construida para facilitar el paso sobre el río Cali, es parte importante de la historia del desarrollo y crecimiento de la ciudad.

El puente ha sido objeto de varias intervenciones y transformaciones desde su construcción hacia finales de 1845. La primera en 1918 en la que se dota al puente de andenes en voladizo para la circulación de peatones y la segunda reforma en 1945.

Las intervenciones realizadas al puente, el recuento histórico de su construcción y los vestigios encontrados con los trabajos de arqueología urbana desarrollados por INCIVA durante las obras del hundimiento de la Avenida Colombia en Cali, son el tema del video El Puente Ortiz, memoria de Cali forjada en ladrillo que hoy se presenta.
El ingeniero Rómulo Alfredo Ospina Serrano, Director de INCIVA, manifestó que el video forma parte de los productos proyectados para la puesta en valor social de uno de los bienes patrimoniales de la ciudad afectado con el proyecto de ingeniería.

El compromiso de INCIVA, una vez terminada la fase de campo en las obras de la Avenida Colombia, es trabajar conjuntamente con la Alcaldía de Cali para desarrollar la propuesta museográfica con la que quedarán expuestos de manera permanente al público los vestigios arqueológicos encontrados, así como otros elementos divulgativos con los que se presentarán a la comunidad los resultados del rescate arqueológico realizado.

Ambos documentos me dan cuenta, desde dos perspectivas diferentes, de este hecho particular y reciente que sucedió en el centro de Cali, para mi ejercicio de historia y memoria resultara muy interesante entender como todas las transformaciones que la ciudad va teniendo en miras hacia el "desarrollo", deben buscar de alguna manera acoplar este tipo de estructuras arquitectónicas que deben ser preservadas, pero para esto se intervienen, en beneficio de un supuesto mejoramiento (para bien o para mal).

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