lunes, 25 de marzo de 2013

Los cuerpos de la Historia

Por Daniela Díaz Lozano.

El cuerpo ha sido un espejo de la Historia. Una concepción que muestra que cada espacio y cada lugar tienen su propio reflejo. El cuerpo se adorna, se arregla, se transforma, ¿por qué? Tal vez porque sentimos que más allá de ser un cuerpo, está el hecho de que éste, es nuestra imagen frente al mundo.

Se puede decir que el cuerpo es un concepto más o menos nuevo, no en cuanto a su “descubrimiento” sino al hecho de pensarlo como el ser del individuo, en vez del tener de la persona. Gracias a los procesos de socialización, que son acogidos como la introducción paulatina y constante del individuo a las prácticas culturales, el hecho de ser/tener un cuerpo empieza a pensarse, comprenderse, y definirse.

Por ejemplo, para Platón el cuerpo sobra, los sentidos sobran, ya que “el cuerpo es la cárcel del alma”, no permite que seamos, que nos dejemos ser, puesto que impide que la verdadera esencia sea evidenciada. Otro filósofo que ve al cuerpo como un obstáculo para la realización del ser humano es Descartes, quien habla de encontrar la verdad por medio de la introspección, es decir, que el cuerpo no tiene ninguna razón de ser, de existir, porque impide a las persona encontrar su verdadero yo.

Y sin duda para la Santísima Iglesia Católica, o el Cristianismo, directamente el cuerpo se asocia con el pecado, la carne, la lujuria. Un arma mortal para los cuerpos, de la cual debemos tener precaución, para no caer en la tentación, la exquisita tentación de la carne.

Sin embargo, han existido versiones que se contraponen a las anteriores. Por ejemplo la estética griega, habla del cuerpo como un instrumento para crear armonía, simetría y proporción. Dichos conceptos fueron los primeros cánones de belleza de la humanidad, los griegos buscaban la perfección en el cuerpo, veían en él la suprema perfección.

El arte por otra parte, permite que el cuerpo sea una forma de liberación, un camino hacia una expresión propia, que evidencia que no existe tal universalidad, ya que hay diversas formas de ser cuerpo, tanto en el arte, como en la vida cotidiana. La Olympia de Manet, una prostituta parisina, recostada sobre las sábanas y almohadas blancas. Con un lazo en su cuello y una flor en sus cabellos, acompañada en el fondo del cuadro por una mujer negra, casi imperceptible; ¿cómo ver el cuerpo mediante el impresionismo?


O ¿cómo verlo quizás en Vertumnus de Giuseppe Arimboldo, donde millones de frutas conforman un rostro, y es tal vez el cuadro precursor de este movimiento? Son cuerpos diferentes. En el impresionismo, como se ha descrito, se busca plasmar la realidad tal como es, mientras que, en el surrealismo se juega y se piensa a través de recuerdos oníricos, cuerpos humanos-máquinas, desnudos, elementos que representan algo o alguien. Entonces el cuerpo no sólo es plasmado tal como es, sino simbolizado tal como se piensa que se es.

Por otra parte, el autor Michel Foucault, concibe a la unidad de cuerpo como la manera en que el sujeto lucha por su identidad dentro de la sociedad, buscando más que otras cosas un espacio político que le permita actuar y desenvolverse como individuo. En la microfísica del poder (1979), Foucault mira al cuerpo como el elemento principal del individuo, como su propio espacio desde el cual puede actuar, pensar, y desenvolverse en la vida política que le pertenece.

Así pues, el cuerpo, como idea, entra en una polisemia, en una innumerable significación que se le atribuye a través del tiempo, de los momentos, de las diferentes coyunturas, de filósofos, instituciones, artistas,entre otros. El cuerpo ingresa en sociedad como una distinción de la individualidad de cada quién, y se le es asociada una serie de valores a medida que se humaniza o simboliza. cada parte está significada, cada lugar del cuerpo simboliza, bien sea gustos o preferencias, o conocimientos: El corazón empieza a simbolizar el amor; el cerebro conocimientos; los hombros; consuelo; significados que sólo pueden instituirse y explicarse dentro de sociedades específicas que así lo hayan consensuado.

Por lo tanto empieza a surgir una relación entre el cuerpo y el lenguaje, el cuerpo es una manera de hacer lenguaje, el cuerpo habla a través de símbolos, y es capaz de sostener conversaciones en silencio, es capaz de insinuar, de mandar a callar, de decir que está hambriento, de evidenciar lo que se siente, lo que se piensa, lo que se es.

El cuerpo actual es el resultado de ciertos procesos y definiciones históricas que lo entendían de una forma u otra. Ahora mi estudio con personas transgénero busca deconstruir la idea hegemónica de la representación corporal, ya que para algunas nuevas manifestaciones de orientación sexual, el cuerpo es lo que les permite ser, es decir, el cuerpo define su mente, su alma, su ser. El cuerpo es la manera para que el pensamiento persista.


Bibliografía
  • FOUCAULT, Michel (1979). Microfísica del poder. Ediciones de la Piqueta; Madrid.

  • AISENSON KOGAN, A. (1981). Cuerpo y persona. México: FCE.

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