Hay una noticia vieja que hace días me pica. El pasado 22 de junio se anunció que sí se realizará la tercera versión del Festival Internacional de cine de Cali, inaugurado en el 2009 bajo la dirección artística del cineasta caleño Luis Ospina. Lo anterior fue afirmado más de un mes después de que Carlos Rojas, el entonces Secretario de Cultura y Turismo, hubiera confirmado la cancelación del evento por falta de fondos. Esto causó mucho revuelo cuando sucedió hace unos meses. Varios medios de comunicación reportaron que su restablecimiento en la agenda pública sucedió como respuesta a la reacción de académicos y cinéfilos que protestaron contra la decisión.
Desde su primera versión, el Festival se ha configurado como una muestra y certamen de cine independiente, en contraposición al comercial. Considerándome una amante del cine, pienso que esto trae muchos beneficios para Cali, principalmente porque logra exponer a los ciudadanos a otras visiones del mundo con las cuales no tendríamos contacto por fuera de estos espacios. Sin embargo, también he notado que el Festival se está configurando como un evento elitista y excluyente. Si bien la intención inicial fuese la contraria, su aplicación ha resultado diferente. Más no creo que esto se deba a la indiferencia del público, sino al contenido exhibido. Como ya dije, el cine independiente nos acerca a múltiples realidades que no son visibles en las producciones de Hollywood, por ejemplo. No obstante, este cine también es más difícil de ver e interpretar, precisamente por la novedad de sus propuestas visuales, conceptuales y estéticas. Por su misma apuesta por la vanguardia cinematográfica, el Festival se ha convertido en un escenario que apela mayormente a cierto tipo de público, aunque desde la iniciativa de la Alcaldía y de sus promotores se haya dirigido a la ciudadanía en general. Personalmente creo que el cine independiente tiene mucho más para aportar que las fórmulas clichés que normalmente se ven en la pantalla grande. Por esto, celebro un Festival que privilegie la proyección de este tipo de cine y, sobretodo, un Festival que descentre a Bogotá como productora de la oferta cultural.
Por todo lo anterior, me uno a las voces que protestan contra el recorte de presupuesto para la tercera versión del Festival este año ¿Cómo espera la Alcaldía que este evento se consolide como representativo de la ciudad si los líos presupuestales afloran tan sólo al tercer año de su nacimiento? Se podría argumentar que existen otros proyectos que requieren mayor financiamiento del municipio, como los programas de educación, vivienda, salud y alimentación, y sobre esto estoy de acuerdo. Sin embargo, no creo que esto signifique que se le deba restar importancia a un proyecto que también aporta al beneficio de la sociedad, dándonos herramientas para pensar el mundo y acercarnos a sus multiplicidades. El presupuesto para todas las iniciativas “culturales” de la Alcaldía, podría salir del sueldo de los guardias cívicos que charlan en las esquinas o de la dudosa repavimentación de vías en buen estado. Pero este no es un problema que se vaya a resolver para la muy próxima tercera versión del Festival y en la cuarta ¿quién sabe? Si fueron tantos los esfuerzos para sacar el evento a flote este año, su realización se me hace aún más incierta con el cambio de mandato al recientemente elegido Rodrigo Guerrero. Con sinceridad espero que el Festival no se convierta sólo en un recuerdo, sino que perdure para que pueda ser vivido por muchas más personas.
Ver programación: III Festival Internacional de Cine - Cali, 2011
jueves, 17 de noviembre de 2011
Casi no llega: Festival Internacional de cine de Cali
Por Alejandra Erazo.
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1 comentario:
Muy buen artículo! Estoy totalmente de acuerdo con esta opinión! Esperemos que Cali pueda retomar la participación que alguna vez tuvo como ciudad cultural y que este tipo de eventos impulsen a nuestra gobierno y a los ciudadanos a creer en una Cali más diversa y más informada!
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