miércoles, 30 de noviembre de 2011

A propósito de los discursos vacíos en el acontecer político

Columnista Carlos Herrera Rozo.

Ha sido corta la respuesta pero significativa: "La condigna sanción en las urnas se verá cuando se derrote a los legítimos contradictores con el voto de los que no creen en discursos vacíos sino en la solución concreta a la problemática colombiana".

Yo entiendo que el mundo en que vivimos es el mismo y que cada cual lo ve de una manera diferente de acuerdo a su ideología o a la suma de intereses que nos acucian; de todas maneras cuando lo entendemos como una carrera, como un desgaste, como una competición somos incapaces de comprender, a la luz de la fría razón, los hilos que lo mueven. La forma en que definimos los problemas es esencial para descubrir las soluciones. Las metáforas con las que definimos la vida, la existencia, determinan como la vivimos. Así, pues, existen metáforas que resultan útiles para la convivencia y otras que serán devastadoras, destructivas. Los discursos vacíos son aquellos carentes de contenido o aquellos otros que el contenido induce a error. También existe un discurso vacío cuando en lugar de buscar la contradicción en las causas de las cosas o de los hechos, pretendemos, por razones de conveniencia y ocultación de la verdad, buscarlas en el argumento del legítimo contradictor. Practicada así la dialéctica induce a errar tanto al desprevenido lector como a quien así la práctica.

Seguridad democráticaSolo cuando nos damos cuenta, a través del análisis desinteresado, frió y racional, de que los esquemas sobre los que se sustenta el humano vivir están distorsionados por intereses ajenos a la colectividad es cuando se produce la verdadera liberación. Es cierto que la vida, individualmente vista, es una guerra sin tregua en la que morimos con las armas en la mano; pero la guerra colectiva, el enfrentamiento social armado es el sometimiento de la razón a la barbarie, tanto más grave si quienes desde el Estado de derecho orquestan estos hechos patrocinando el viaje, de muchas generaciones de ciudadanos, al corazón de las tinieblas. Es difícil, cuando leemos la prensa o escuchamos los medios de comunicación, no recordar la tremenda exclamación de Kurz, el personaje de Konrad, en el Corazón de las Tinieblas: "¡Ah, el horror! ¡El horror! Y es que dan vértigo y escalofrió los miles de desplazados, los miles de muertos anónimos, los falsos positivos, los grupos armados sin ningún control y un estado de derecho cojitranco dando palos de ciego. Se equivocan quienes creen que la solución de los problemas colombianos está en la guerra, en el combate cuerpo a cuerpo entre colombianos, hasta cuando gane el más fuerte por la imposición de las armas.

Mientras no se combatan las causas de la descomposición social del país, nada se conseguirá fuera de seguir incrementando la violencia y la sin razón que tan buenos resultados electorales les ha deparado a las huestes de los Partidos Políticos, toda su gestión, su manera de empezar sus mandatos como ultra liberales de extrema derecha, recortando el bienestar social, educación y salud pública, abriendo las puertas al libre mercado a expensas de los intereses nacionales, entregando las tierras a las multinacionales agrícolas o a las mafias, sacrificando el medio ambiente y a los campesinos, la sesión a empresas extranjeras de los recursos hídricos, las siete bases norte americanas, son tan sólo la punta del iceberg de la política de lo inconfesable, de la guerra sucia y de la trastienda que se oculta y legitima detrás de la política de Seguridad democrática.

Seguramente sigo navegando dentro de un discurso vacío de contenidos pero sigo pensando, y convendrán conmigo, que la vida no es una carrera, sino un tiro al blanco, que lo que importa no es el ahorro de tiempo para llegar primero, sino la capacidad que se ha de tener para encontrar la diana. "El arte de la guerra" del general Sun Tzu, es un libro sobre practica militar de dos mil años de antigüedad. Aunque es un libro sobre la guerra, son muchos los ejecutivos que lo leen porque ven útiles sus consejos para su profesión. En la política, la guerra también lo impregna todo, pero esta guerra tiene que ser dialéctica comprendiendo, sin atajos, que el avance de la vida de los Estados y de la de sus ciudadanos es un viaje en el que no existen caminos llanos sino pendientes pronunciadas y bajadas de vértigo que hay que aprender a manejar con tacto y mejor razonamiento. Afirmaba Proust que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos.

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