lunes, 22 de abril de 2013

El sagrado corazón de Jesús

Por Daniella Trujillo.

Fecha de creación: Abril 1 2013
Fotógrafo(a): Daniella Trujillo

Propiedades de la cámara:
Dimensiones: 1920 x 2560 píxeles
Tamaño: 992 KB
Resolución horizontal: 96 ppp
Resolución vertical: 96 ppp
Profundidad en bits: 24

Descripción:
8AM. Nada que llega el MIO. Estoy esperando en la parada que queda frente a la Universidad Javeriana. No me queda mucho tiempo, debo llegar a la oficina prontamente. A lo lejos, veo venir lo que esperaba como segunda alternativa. Una Ermita 1 se divisa desde donde estoy parada. Viene haciendo una especie de “zigzag” a través de los dos carriles que componen la calle. Parece ser que a esta hora de la mañana le ha dado al conductor una especie de afán-desespero por llegar a donde quiera que deba llegar. Levanto levemente mi brazo. La Ermita descarriada se detiene estrepitosamente. Subo y me siento en la primera fila.

He ahí un gran personaje el que me recibe: el Sagrado Corazón de Jesús estampado en el vidrio que divide la zona del conductor con la zona de los pasajeros. Hasta me sentí un poco intimidada. Su mirada alcanzaba a hacer contacto con la mía y sus manos parecían dirigirse hacia esta pequeña existencia. No sé si a ustedes les ha pasado esto, pero debo admitir que muchas veces sufro de timidez-nerviosismo cuando me percato que alguna imagen religiosa está diseñada de tal manera que sientes que te está mirando directamente. Esta no fue la excepción. La gran imagen del Sagrado Corazón de Jesús hace parte de la gran ornamentación perteneciente a muchos buses tradicionales de la ciudad.

En este caso, el vidrio ubicado detrás del asiento del conductor fue la zona elegida para estampar la figura de este gran ícono religioso. El bus entonces se convierte en el mecanismo de expresión, no sólo de una religión en particular, sino de la combinación de afinidades culturales y repertorios similares de creencias y gustos. Los conductores muchas veces imprimen, plasman e implementan objetos e imágenes en sus buses con los que- en algunos casos- se sienten identificados o, al menos, con los que encuentran alguna afinidad o gusto momentáneo. La figura de este personaje recibe a los pasajeros de este bus con las manos abiertas y con la mirada fija. Ojalá no todos los que se suban a esta Ermita se intimiden (como yo) con la mirada de un ícono de la religión católica. “No tengáis miedo” dicen por ahí.

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