Tengamos esto presente: "El fin del primer
milenio no sobrevino sin provocar, acá y acullá, reacciones de miedo, aunque
fueran marginales. Es probable. Pero el guardián de la ideología y de la
memoria, esto es, la iglesia, hizo lo posible para que no se hablara de ello. A
fines del segundo milenio, está claro que estos temores no existen, aparte de
en algunos grupos muy marginales. Pero los centinelas de la ideología y la
memoria, que son hoy los medios de comunicación sociales, hacen todo lo posible
para que se hable de ellos. A falta de archivos, creímos que no habían existido
tales miedos durante la noche del 31 de diciembre de 999. Por exceso de
archivos, nuestros descendientes podrán creer que toda la humanidad fue presa
de pánico durante la noche del 31 de diciembre de 1999" (1999: 219). Esto
es, para Umberto Eco, una moraleja de una historia que relata durante una de
las entrevistas que le realizan en París en 1997 o en Milán en 1998; a partir
del contenido de dichas entrevistas se publica una en el libro "El fin de
los tiempos" (1999).
Quiero tener esto presente para lo que espero que
sea el final de esta entrada. Ahora bien, el propósito de la misma es analizar
las reflexiones de Eco sobre la memoria a la luz de un "temor" que se
asocia al tema de los fines del mundo: el efecto 2000 o el apocalipsis
informático. Por adelantado, creo que cabe preguntarse si lo que - entiendo que
- se está entendiendo en el curso por memoria es lo mismo de lo que habla Eco;
y, si no es así, cuáles podrían ser las diferencias o las semejanzas.
La previsión de que todos los ordenadores del
mundo colapsarían el 1 de enero del año 2000 debido a que su software no
funcionaría sino con los últimos dos dígitos, es decir, que de 1999 no pasarían
a la fecha del milenio próximo sino que retrocederían a 1900; es lo que se
conoce como el efecto 2000. ¿Cuál era el temor? Al parecer, la ruina de los
sistemas basados en computadoras y una crisis económica; ¿qué sucedió? No
conozco la totalidad de lo sucedido, pero ocurrieron, por ejemplo, cobros
excesivos de préstamos de los libros a unos estudiantes de una escuela de
Pennsylvania, Estados Unidos, por parte de una computadora. Un riesgo posible.
A Eco le preguntan sobre esto; le preguntan qué
le inspira. Él se pregunta ¿cómo unas personas tan inteligentes como las
informáticas no pensaron en eso? Entonces se plantea que quizá estaban
acostumbrados a una economía basada en unos productos de corta duración y
rápida renovación; si es así, dice, cometieron un error fatal: el software
puede renovarse, pero la memoria sigue siendo la misma y cada programa tiene
que tragarse la memoria del programa que le precedió. Por aquí surgió el tema
de la memoria.
Luego dice Eco: "Si hay un problema en el
umbral del año 2000, es el de la pérdida de la memoria histórica" (1999:
235). Le preguntan cómo puede hablar de una pérdida de la memoria cuando el
Internet se posesiona con mayúscula como una especie de gigantesca biblioteca
virtual o, en palabras del entrevistado en cuestión, como un inmenso Funes. Voy
a escribir en adelante algunas frases de sus respuestas que, aunque puntuales,
no desconocen el resto de la respuesta sino que la sintetizan: "¡La
historia de las civilizaciones es una sucesión de abismos que devoran toneladas
de conocimientos! (...) Nos percataríamos de que en cada época, en el curso de
los siglos, hemos dejado que se pierda una parte de los conocimientos".
"Lo que yo digo es que la memoria social y cultural tiene por función
filtrar, no conservarlo todo". "En todo caso, la función de la
memoria, ya sea individual o colectiva, consiste no solamente en conservar,
sino también en filtrar". "Recordar es seleccionar" (1999:
235-236).
Funes, el memorioso, es bastante utilizado aquí.
Para Eco, lo que caracteriza la transmisión de la memoria también es la
filtración, y, en seguida, la generalización; no como Funes que, dado que Eco
pide recordarlo, no puede ni moverse - con eso entiendo que no
"transmite" - ni eliminar nada: en síntesis, no puede filtrar. (Y, si
recordar es seleccionar, ¿lo selecciona todo?). Sobre el análogo de Funes, el
Internet, Eco se pregunta retóricamente quién lo podría poner a filtrar.
"Nuestra sociedad se prepara para tener una cabeza electrónica construida
a semejanza de la de Funes, el memorioso" (1999: 238).
Ahora le preguntan a Eco sobre el olvido: si está
a favor de una técnica para olvidar. Aunque considera que el exceso de
información puede favorecer o conducir a este fin, no cree que el olvido sea
algo voluntario. Y hay otra moraleja: "delante de la Web, no dispones ni
de regla para seleccionar la información ni de norma para olvidar lo que no
vale la pena conservar. Solo dispones de ciertos criterios de selección en la
medida en que estés intelectualmente preparado para afrontar la prueba
de navegar por la Web" (1999: 239). No obstante, es cuestionado sobre
soluciones acerca de una "mundialización de la memoria"; y, a esto
responde: "un determinado aprendizaje de la selección podría constituir un
primer elemento de respuesta. Una disciplina totalmente nueva, aún por
inventar" (1999: 240). Mientras tanto, que cada cual haga su elección.
Esta última cita pretende contrastarse con la
primera: "Hoy en día, aun cuando se diese a cada individuo la totalidad
del saber memorizado, aunque imagináramos que en medio de ese laberinto cada
cual fuera capaz de construirse su propia memoria, ésta sería inferior a la
memoria social, y tendríamos una sociedad con cinco mil millones de memoria
insuficientes" (1999: 241).
Recordemos rápidamente: hay dos "hoy en
día", en uno hay los medios de comunicaciones social son los centinelas de
la memoria; en otro, estamos hablando de filtración y de imposibilidad de
filtrar o de una "hegemonía mediática" o algo semejante. Sobre el
filtrado imposible, es coherente pensar que la información que se introduce a
la Web ha sido previamente seleccionada; no ha pasado como si nada por la
persona. Si la pregunta retórica de quién puede filtrar en Internet, hace
alusión a que es una tarea de los centilas, entonces también sería difícil pensar
que un medio de acceso supuestamente público esté solamente moldeado por unas
manos mediáticas invisibles. Ahora bien, la contradicción que quiso
señalar es simple: Eco habló de centinelas de la memoria, pero en realidad
sobre la memoria dice algo mucho más complejo.
La pregunta sobre si hay concordancias o
divergencias con lo que Eco dijo sobre la memoria y lo que - entiendo que - se
ha venido entendiendo en el curso como memoria: la producción identidad, está
abierta. En la entrevista de Eco, yo encuentro dos puntos importantes: el
recordar es seleccionar y la memoria como un resultado de una filtración. En
eso me parece que se conjuga bien el tono de no neutralidad que tiene la frase
de producción de identidad.
Nota: los datos bibliográficos, al igual que los
nombres de los entrevistadores de este libro, están en la entrada 19-2000.
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