Más de la mitad de homicidios cometidos en Santiago de Cali tienen como víctimas a personas jóvenes en situación de riesgo que habitan las zonas más marginales de la ciudad. La ausencia de oportunidades reales en el mercado laboral para una gran cantidad de jóvenes es la causa de que la asociación con pandillas sea una alternativa económica o de vida, sobre alguna carrera técnica, tecnológica o profesional o cualquier tipo de actividad política, al igual que sobre la vinculación a organizaciones civiles de juventud. Estos factores, sumados a una profunda tradición delincuencial, hacen que la juventud caleña sea presa fácil para incurrir en la violencia.
Cuando hablamos de juventud no nos referimos únicamente a una condición física o biológica, sino como un proceso de construcción social e imaginarios colectivos que nacen del entramado social y cultural en el que se encuentra inmersa la persona. Tales construcciones se hacen más complejas y particulares en dicha etapa, pues es cuando el sujeto se junta con sus pares construyendo nuevas relaciones en las cuales adquiere más importancia su papel en la sociedad, la pertenencia a un grupo y la construcción del yo a partir de lo social.
Con respecto al mercado laboral, el DANE publicó que la tasa de desempleo disminuyó en enero del 2010 comparándola con la del 2009, pasando de 14,1% a 12,8%. Si bien, esta tasa es menor, el sub-empleo sigue siendo un problema relevante en Cali. Los subempleados son quienes ocupan un puesto que no corresponde a las expectativas del trabajador ni ofrece condiciones que posibiliten el mejoramiento de su calidad de vida. Este fenómeno es el reflejo de la incapacidad del mercado para satisfacer de forma significativa los requerimientos de las personas que constituyen la fuerza laboral, en términos de horarios, salario o cualificación. Así, el subempleo comprende a todos aquellos quienes desean trabajar bajo condiciones más ajustadas a sus intereses, sean cuales sean. Este se mide teniendo en cuenta dos dimensiones, el sub-empleo subjetivo y el objetivo. El primero -sub-empleo subjetivo- toma en cuenta la opinión manifestada por el trabajador acerca de la optimización de sus ingresos, su horario o de tener una labor afín con sus aptitudes. En Cali, el subempleo subjetivo pasó del 32,9% en enero del 2009 a 37,1% en enero del 2010. Por otro lado, el sub-empleo objetivo comprende a aquellos que tienen el deseo de mejorar sus ingresos y han hecho una gestión para ello y están en disposición de efectuar el cambio. En nuestra ciudad, la tasa de subempleo objetivo pasó de 27,6% a 30,2%. (Alonso, 2010).
Continuando con las cifras del DANE, de los desempleados a nivel nacional un 22,6% son jóvenes, es decir aproximadamente 1.228.000 personas. Si bien no encontré información acerca de cuál es la proporción de jóvenes desempleados en Cali específicamente, no es difícil imaginarse que puede ser cercana al promedio nacional, ya que ha tenido, durante los últimos años, una de las tasas de desempleo más altas en el país.
Actualmente Cali cuenta con aproximadamente 379.280 jóvenes entre los 15 y 24 años (Cali en Cifras, 2009), que representa el 17% de la población total de la ciudad. Entre ellos, se pueden distinguir diferentes tipos de grupos juveniles. Uno de estos lo constituyen las pandillas, que son los más notorios por sus manifestaciones violentas. Estas constituyen un conjunto de jóvenes que comparten tiempo y se reconocen como parte del grupo, tienen un nombre que los identifica y los diferencia de otros grupos, cuentan con una historia de enfrentamiento con otros grupos juveniles y frecuentemente, y de manera coordinada, ejecutan acciones que transgreden el orden, entendido como las normas y las costumbres, lo que a veces se enmarca en conductas delictivas (Solís, 2007). A ciencia cierta no existen cifras que muestren qué porcentaje de jóvenes están involucrados y hasta qué punto con este tipo de grupos. No obstante las pandillas son uno de los principales motores de violencia y delincuencia, no sólo en Cali sino en todo el país. De esta forma, la población juvenil de Cali se ha convertido en blanco fácil para la violencia debido a que la situación económica no llena las expectativas de los jóvenes que, al ver improductivo su acceso a la educación y al mercado laboral regular, optan por formar parte de las pandillas o relacionarse con grupos delincuenciales, lo cual aumenta su situación de riesgo y los hace más vulnerables a la violencia.
Durante los últimos quince años, transcurridos entre 1995 y 2010, Cali reporta una tasa promedio anual de homicidios de 83 por cada 100 mil habitantes, lo cual indica que existe un problema estructural con raíces muy profundas tanto en la delincuencia como en la violencia. En el 2010, de los 1.860 homicidios registrados, el 54% estuvo asociado a diferentes tipos de delincuencia y el otro 46% al uso de la violencia como un medio para resolver diferencias entre ciudadanos del común.
Es importante mencionar que el 42% de los homicidios ocurrieron en zonas marginadas del oriente y suroriente de la ciudad de Cali, especialmente en las comunas 13, 14, 15, 21, 7 y 6, y que precisamente los homicidios que más se incrementaron (85%) fueron los ocasionados por enfrentamientos entre pandillas, integradas por jóvenes armados involucrados en disputas por micro-tráfico de estupefacientes y otras actividades ilegales que derivan en luchas por control territorial que terminan en muerte. La segunda zona de la ciudad que sigue en concentración de homicidios es la ladera, donde se reportó un 22% de los homicidios del 2010. De la misma forma es notorio, que en promedio en toda la ciudad y en particular en estas dos zonas el 60% de las víctimas y victimarios son jóvenes (Cali Cómo Vamos, 2011).
Sería insensato pensar que la falta de políticas efectivas contra el desempleo es la única razón por la cual los jóvenes se ven involucrados en la delincuencia y/o victimizados por la violencia. De hecho, siempre he sido partidario de que el principal factor que inicialmente pone a los jóvenes en riesgo, es la educación que se da en la familia. Es esa socialización primaria la que nos da bases fuertes para enfrentarnos a las situaciones inclementes de la vida en el espacio público, en la calle. Y muchas de las familias de los jóvenes en situación de riesgo fallan significativamente en la educación de sus generaciones más jóvenes, pero ese no es el tema en cuestión. Pese a esto, es una tarea muy difícil para las familias entregar o legar valores fuertes y sensatos a un joven que tiene que salir a enfrentar situaciones injustas, como las malas condiciones de un mercado laboral que podrían ser subsanadas mediante políticas administrativas efectivas. Tiene que ser un proceso simultáneo de educación y mejores políticas laborales y económicas, por no hablar de las educativas. Existe una gran variedad de programas y proyectos sociales que involucran a la población joven en riesgo (Conviviendo Sin Pandillas, Cali actuando Frente a las Drogas, las Ciudadelas Educativas, entre otros) pero, en mi opinión, esto sólo actúa como paños de agua tibia sobre un problema mucho mayor que, como ya lo expresé, se relaciona directamente con las condiciones laborales.
En conclusión, Cali es una ciudad con una población joven bastante vulnerable en términos sociales debido a que se encuentra muy expuesta a grupos delincuenciales y por ende a la violencia. Esto se debe a múltiples factores de tipo social y económico, pero principalmente la carencia de oportunidades laborales explica que los jóvenes busquen alternativas económicas ilegales para suplir las necesidades o las de su familia. Esto solo aumenta su vulnerabilidad y los hace más propensos a ser víctimas mortales de la violencia relacionada con el narcotráfico y la delincuencia común, caminos cuyo sendero es cercano a ellos porque se encuentra en el mismo lugar donde viven. De esta forma, es necesario que el Gobierno implemente políticas realmente efectivas contra las excesivas carencias del mercado laboral, porque de otra forma los proyectos sociales que ha puesto en marcha solo representarán registros en los archivos y pérdidas monetarias del dinero público. Con la optimización de las oportunidades que ofrece el mercado laboral se estaría quitando la base del problema, lo cual haría más posible su solución en un futuro. Sin embargo, como ya lo mencioné no es suficiente atacar este problema desde un solo flanco. Así, esto constituye un proceso largo que requiere compromiso por parte de la Administración Nacional y Local y también por parte de toda la sociedad civil, y sus esfuerzos para seguir educando a las siguientes generaciones y preparándolas para las difíciles condiciones que les esperan.
domingo, 4 de diciembre de 2011
El mercado laboral y la vulnerabilidad de los jóvenes caleños
Por Luis Alejandro Espinosa García.
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1 comentario:
Es muy valioso su estudio sobre las condiciones laborales de la ciudad y cómo estás, junto con otros factores, llevan a los jóvenes a tomar vías ilegales y violentas.
Aquí estamos hablando del mismo problema que ha aquejado al país desde, quizá, los grandes desplazamientos de campesinos hacia centros urbanos iniciados en los 50's. La mayor fuente de trabajo del colombiano, la tierra, se volvió botín de guerra y objetivo militar. Con una insipiente tradición industrial o siquiera comercial, las ciudades se atestaron de personas incapaces de desarrollar actividades económicas propias del nuevo ámbito en que se encontraron. Mucha gente, poca industria o comercio para darles trabajo. Nace la cultura de la delincuencia, no por gusto sino como medio de supervivencia, que hasta ahora nos aqueja.
Tomo en cuenta la estructura económica mundial, la forma en que nuestro sistema económico se construyó, y la problemática de unas gentes sin tradición en el ejercicio de actividades que le den valor agregado a los productos de la tierra para realizar esta pregunta: ¿creemos que el municipio de Cali, con su bajísimo presupuesto y sus problemas de gobierno - nuestra clase política es miope e imbécil y está aliada con las mafias - puede quebrantar dicha estructura histórica? ¿Será que la mejor forma, por ser la más fácil y rápida, lo que beneficia intereses electorales, es vender el país a capitales extranjeros para que extraigan del país la riqueza que nosotros mismos no podemos extraer y a cambio bajen en algunos puntos porcentuales el sub-empleo?
Me parece que hace falta que el gobierno retome su papel preneoliberal de gran controlador de la economía y haga inversiones suficientes en la creación de empresas nacionales que emprendan proyectos que de verdad le pongan valor agregado a nuestros productos y nos hagan competitivos en algún mercado mundial. Pero, más que hacernos competitivos en algún mercado, lo que necesitamos es un capital humano industrioso, fogueado en el ejercicio de la producción manufacturera o de nuevas tecnologías. Así, sin importar las vueltas de la economía, siempre habrán manos dispuestas a ponerse a la obra.
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