No es difícil seguir esta trayectoria. Son muchos los seres humanos los que se han empeñado en hacerla amplia y extensa. Unos por lástima y misericordia, otros por aviesos instintos y torcidos intereses, y otros, por la execrable necesidad de hacer el mal. Me propongo presentar un recorrido rápido, sucinto, sobre la historia de la infamia. Veamos como ha sido el comportamiento de algunos congéneres a lo largo de su existencia; apuntaremos algunos momentos interesantes: en el año 925 los unos irrumpieron en la biblioteca benedictina de Saint Gall con la intención de saquear los metales preciosos y destruir la biblioteca. Nada encontraron, ni libros, ni joyas preciosas. Tampoco sospecharon que la monja que cuidaba dichos bienes, la cual fue vejada, violada y asesinada, había tenido una visión la noche anterior y salvo de la hecatombe la biblioteca y los bienes que allí se encontraban. Wilborada, que así se llamaba, fue elevada a los altares en el año de 1047. En 1517 el padre Bartolomé de las Casas tuvo lástima de los aborígenes americanos que sucumbían en los laboriosos infiernos de las minas auríferas, y propuso al Emperador Carlos V, la importación de negros (¿?) para sustituirlos, y cuenta Jorge Luis Borges que, a esa curiosa sustitución, solicitada por el filántropo, debemos infinitos hechos: el tamaño mitológico de Abraham Lincoln, los quinientos mil muertos de la guerra de Secesión, la admisión del verbo Linchar etcétera. Shi Huandi, emperador de China, mando construir la Gran Muralla y ordenó la destrucción masiva de libros anteriores a su mandato, la retaliación a quien desobedeciera con la muerte y el destierro. El Cristianismo también se ha distinguido por la censura, utilizando todos los medios, condenando al índice de lo que no se debe leer obras científicas y artísticas, y tratando, además, de suprimirlas utilizando los alcances de la moral, de lo bueno y de lo malo, según su propia ideología, alcanzando con la inquisición su mayor expresión de fanatismo y criminalidad. Los Árabes, musulmanes, no se han quedado a la zaga, ellos, según parece, ordenaron la destrucción de la biblioteca de Alejandría, y hoy padece el mundo entero su fanatismo enloquecido.
Fernando Báez participó en la comisión respaldada por la Unesco que visitó Iraq para evaluar los daños en la Biblioteca Nacional de Bagdad, después de la guerra de Irak, y cuenta que, entre otros textos, desaparecieron ediciones antiguas de Las mil y una noches, de los tratados matemáticos de Omar Khayyam, los tratados filosóficos de Avicena (en particular su Canon), Averroes, Al-Kindi y Al-Farabi, las cartas del Sharif Hussein de La Meca, textos literarios de escritores universales, manuales de historia sobre la civilización sumeria... El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, a manera de excusa ante estos hechos, comentó que "la gente libre es libre de cometer fechorías y eso no puede impedirse" (¿?).
Francisco Franco (1892-1975) militar, católico y tirano, de extrema derecha, fascista, tiene en su haber 30.000 muertes y también hizo desaparecer muchos niños. Gobernó a España durante 40 años, apoyado por las armas, él solo constituía el poder y cometió incalificables crímenes.
Benito Mussolini (1883-1945) Político italiano en 1919 fundó Fasci italiani di combatimento embrión del partido fascista. Tras de invadir Albania en 1938 y ayudar a Franco, luego detenido por los partisanos fue ejecutado en 1945.
Adolf Hitler (1887- 1945), Fuhrer de III Reich alemán Sin lugar a dudas fue el peor de los asesinos, el más malvado de todos. Ultra nacionalista, de extrema derecha, racista y violenta y por demás totalitario en la lista de asesinos ocupa el primer lugar. Reunía todos los requisitos para ello: era frío y calculador, tenía un plan para cometer sus atrocidades, fue sin duda el perfecto canalla, sus defensores los espíritus mesiánicos de siempre, y que aún quedan, alaban sus éxitos económicos logrados a base de exportación de un gigantesco rearme y de la ayuda internacional proveniente de Inglaterra y Francia.
A su triunfo no son ajenos quienes más lo denostaron después del conflicto, ingleses y franceses que veían en Hitler el freno a la expansión comunista y por eso les interesaba su existencia. Una vez en el poder, Hitler acabó con toda disidencia externa (Exterminio de la oposición de izquierdas) e interna. El 30 de Junio de 1934 asesinó a dirigentes de la S.A. organización que él mismo había creado, instaurando un régimen totalitario de partido único militarista y expansionista. Antes de la guerra ocupó Austria y parte de Checoslovaquia y después intentó someter a toda Europa, provocando la guerra más sangrienta de la historia. Cincuenta Millones de seres humanos murieron en la guerra y en los campos de concentración más terribles de los que jamás se haya oído hablar…
Heinrich Luitpold Himmler (Múnich; 7 de octubre de 1900 - Luxemburgo, Baja Sajonia; 23 de mayo de 1945) fue el Comandante en Jefe (Reichsführer) de las SS y más tarde Ministro del Interior y fugazmente Comandante de los ejércitos del Rin durante el sitio de Berlín. Gestionó no solo la orden de la matanza metódica y sistemática de millones de judíos, polacos, gitanos y homosexuales, sino también de miles de prisioneros Bibelforscher (testigos de Jehová), y rusos, muchos de los cuales fueron usados en experimentos.
Con los mimbres ya señalados, como telón de fondo, abordemos ahora el presente en que vivimos, maltrecho y ambiguo para las mayorías y un lar de ambrosia para unos pocos. La idea de borrar la identidad cultural de un pueblo para luego hacerlo desaparecer de la faz de la tierra es un perverso acierto: el pensamiento único, el fanatismo, el fundamentalismo, el mesianismo, la sin razón, el autoritarismo, el miedo y el terror son las enseñas del “Estado democrático” de hoy, y toma asiento en preclaros ejemplos, Fernando Báez nos da su testimonio: “es un trauma terrible. El primer efecto evidente es el miedo; el segundo, el pesimismo que introduce. La destrucción de vidas y bienes culturales opera como un programa de intimidación y confusión. Hay que insistir en que el patrimonio cultural impulsa un sentimiento de afirmación y pertenencia, puede afianzar o estimular la conciencia de identidad de los pueblos en su territorio, lo que permite resguardar acciones culturales propicias a la integración. Y como el patrimonio es, etimológicamente, "lo que recuerda al padre", el ataque contra el patrimonio y la vida enfrenta a una sociedad con su orfandad más contundente y su consiguiente destrucción”.
Ahora bien, visto lo visto, con el prolegómeno que antecede estas letras, hablaremos de los personajes a los que quería llegar, con lo que queda dicho quería explicar un poco su carácter, quizás, también, sus ancestros culturales, no en balde han sido buenos letrados. Es un error atribuir la destrucción cultural y la muerte de seres humanos a hombres ignorantes, inconscientes de su odio. Cuanto más culto un hombre, cuanto más esta embebido de una ideología, más dispuesto está a eliminar sentimientos culturales y hombres bajo la presión de mitos apocalípticos o aviesas necesidades políticas. Colombia ha sido un país flagelado, esquilmado y desangrado desde la conquista. Revisar la historia en este lugar sería demasiado farragoso, pero no por ello dejaremos de traer a cuento algunos momentos fulgurantes que darán luz a algunas mentes olvidadizas: Bolívar, en el congreso anfictiónico de Panamá, llevado a efecto el 22 de Junio de 1826, se propuso la unión del conjunto de naciones de Sur América y el Caribe, como fundamento necesario para impedir la injerencia de Estados Unidos en los nuevos territorios independientes como respuesta a la Doctrina Monroe.
Cuando los países de América Latina acceden a la independencia, la antigua metrópoli, España y sus aliados europeos comienzan a desarrollar planes con miras a reconquistar los frágiles nuevos estados. Es así, que en esa primera etapa, Estados Unidos perfila su Doctrina Monroe, con el objeto primordial de defender la libertad americana. Cuando estos países logran consolidarse como estados soberanos a mediados del siglo XIX, el país norteño propuso el llamado "Panamericanismo", como mecanismo para lograr la confraternidad latinoamericana, en torno al liderazgo de Estados Unidos.
Así, la Doctrina Monroe y el Panamericanismo buscaron, bajo diversas vías, llevar a la práctica el propósito estadounidense de hacer de Latinoamérica un subcontinente que respondiera a sus propósitos e intereses, la despensa en el patio trasero, lo cual fue demostrado por el devenir histórico y las acciones concretas que el país norteño llevó a cabo en estas dos últimas centurias.
El 2 de diciembre de 1823, en su mensaje anual al Congreso, el presidente James Monroe formuló una serie de principios de la política exterior de Estados Unidos, que recibieron el nombre de Doctrina Monroe. En esta importante declaración se proclamaba que: "el continente americano no puede ser en adelante objeto de colonización por parte de las potencias europeas... absteniéndose de intervenir en los asuntos de Europa, Estados Unidos, considerará como acciones hostiles cualesquiera intentos de los estados europeos de injerencia política o de otra índole en los asuntos de los países del continente americano. Así, la Doctrina Monroe se convirtió en bandera de la política de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental por muchos decenios y, con el tiempo, han cambiado los presidentes y los nombres de las diferentes formas de intervención en cualquier lugar del mundo.
La actuación del Presidente de Estados Unidos James Monroe, estaba dictada por los intereses a largo plazo, de lograr una posición dominante en el hemisferio occidental: lo que Estados Unidos buscaba no era fortalecer la independencia de América Latina, ni menos mezclarse en la guerra contra España: el móvil real de la política de Monroe era establecer las bases de la hegemonía de Estados Unidos en el continente. De hecho, Monroe declaró a todo el hemisferio occidental "zona de los intereses vitales y de seguridad de Estados Unidos". Por ello, su doctrina no tenía carácter defensivo, sino que estaba dirigida, en esencia, contra los países de América Latina, así como contra otras potencias europeas rivales de Estados Unidos en la lucha por las esferas de influencia en esta región del mundo y el manejo de las riquezas naturales que pudieran explotar en el futuro inmediato, como ha sido.
¿Se puede ser independiente, libre y democrático dentro de este contexto? La respuesta es que sí. Desde luego. Muchos pueblos lo han demostrado a pesar de los desmesurados intereses económicos de los países llamados del primer mundo y de sus tortuosas formas de conseguir el sometimiento aniquilación y saqueo de las riquezas naturales de otros pueblos utilizando en su favor las instituciones internacionales tales como la ONU, el FMI, el Banco Mundial y las nuevas tendencias económicas a favor de los aviesos intereses del los tiburones financieros. El ejemplo más lacerante de esta forma de actuar es África donde los pueblos colonizadores no han dejado viva ni la cultura ancestral, ni escuelas, ni hospitales, ni universidades, ni infraestructuras que dignifiquen la vida, sino hambre, miseria, zaqueo, muerte y desertización. Los pueblos han sido sometidos a sangre y fuego en nombre de la libertad, de la soberanía y de la democracia para ser expoliados y martirizados por apátridas y mercenarios.
¿Es con esta urdimbre infranqueable y oscura que algunos presidentes colombianos han tratado de construir el futuro de los colombianos?
Al hombre se le juzga por sus actos, no por sus palabras. Y los actos de algunos gobernantes indican que el país les importaba más como una forma de salvar sus nebulosos intereses y ocultar sus yerros que como la nación que juraron defender tanto en sus principios constitucionales, como en la defensa DEL BIEN COMUN DE TODOS LOS COLOMBIANOS. El estado lo convirtieron en una sociedad policial sujeta al miedo y al terror desplegando a lo largo y ancho del país a grupos de ciudadanos armados, los paramilitares, formados por los grupos mafiosos de la cocaína, apoyados por las fuerzas de seguridad del estado, por parlamentarios, comerciantes y terratenientes, jueces y funcionarios venales, creando un ambiente de confusión que le ha permitido anular a los individuos mediante la polarización política, la desinformación, la manipulación de los medios masivos de comunicación y la destrucción consiente del sentido de patria y pertenencia para hacer accesible el ingreso de las compañías multinacionales , los tiburones financieros internacionales y el modelo capitalista de los NEOCON, causante de la última crisis económica internacional, en detrimento de los intereses nacionales. Al Capitalismo le interesa la liquidación del concepto de nación, la desaparición de leyes y reglamentos internos que puedan obstaculizarle su movilidad y el imperio de saqueo, a precios de feria, de las riquezas naturales de los pueblos donde logran imponer su voluntad. El nuevo Capitalismo no desea el pleno desarrollo de los pueblos del mal llamado tercer mundo, lo que realmente quieren es continuar adquiriendo las materias primas a precios de saldo y luego vendérnoslas como artículos, cachivaches de primera, a elevados precios.
Los colombianos lo que realmente desean es que el gobierno abandone su política de guerra abierta y abra canales que permitan el entendimiento entre los ciudadanos; que dedique más tiempo a buscar un modelo económico diferente al impuesto desde Washington y que sea más acorde con los intereses sociales de los colombianos; que se evite, cumpliendo con la constitución y la ley el total DESCUADERNAMIENTO DEL PAIS, la perdida de los valores democráticos para conseguir, mediante el esfuerzo mancomunado de todos los colombianos, sin excepciones de ninguna índole, un país viable, dejando de pertenecer, con ello, al grupo de países fracasados, donde actualmente figuramos, en los anales de la geopolítica mundial. Hoy, los colombianos confiamos en el buen hacer del señor Presidente, para que saque al país de la espiral de violencia en que la misma clase dirigente lo ha mantenido durante más de cincuenta años.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Reeditar la historia de la infamia… para no olvidarnos de la historia
Columnista Carlos Herrera Rozo.
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