La afirmación hecha por Álvaro Forero de que la percepción popular del legado de los presidentes deviene de lo que él llama “mitos presidenciales” es bastante sugestiva. “Reagan es realmente la cara simpática y dogmática de una ola conservadora que se impuso en el mundo gracias a la conjunción de fenómenos históricos gigantescos —caída del comunismo y globalización—, que durante dos décadas impulsaron el crecimiento económico y el poder político norteamericano.”
Es inevitable pensar, después de leer su articulo sobre Reagan, en nuestro ex presidente Álvaro Uribe, a él también el tiempo lo ha bendecido, y quién sabe que más hará la historia, con una reputación basada en unos actos “buenos” reconocidos internacionalmente pero que nacionalmente ya son sopesados por otros no tan buenos. En el exterior y en el país todavía unos pocos tienen una imagen positiva del hombre quien aún cuenta con mucho respaldo, pero cada día somos más los que sabemos, gracias a la difusión de las noticias, quién en realidad era nuestro ex-presidente y cuál fue su legado. Podemos mencionar siquiera ocho escándalos de su gobierno: incoder, fondelibertad, la dirección nacional de estupefacientes, banco agrario, inpec, das, ingeominas, y el inco. Uribe mantuvo su popularidad porque su compromiso se basó en la lucha contra las Farc algo de lo que mostró avances continuos y es por esa idea que la gente todavía lo admira, qué importa que bajo su gobierno la frontera entre diplomacia y espionaje se haya borrado.
La fundación Liderazgo y democracia hizo un estudio en el 2010 contando con veinte académicos para calificar la gestión de cuarenta y dos presidentes, calificando del 1 al 10 su desempeño en once categorías, Alvaro Uribe se posicionó en el puesto veinte con un promedio de 6,19 esto muestra la diferencia que hay entre la opinión publica y la opinión de los intelectuales e historiadores, pues Álvaro Uribe deja la casa de Nariño con los índices de popularidad más altos en la historia del país, pero no es de sorprender las discrepancias entre unos y otros, los académicos dan bajas puntuaciones al ex presidente en áreas como respeto al Estado de derecho y búsqueda de bienestar y equidad pública aunque resaltan con altas puntuaciones su persuasión publica y la fijación de una agenda colectiva, estos últimos, aspectos de liderazgo que las personas están más dispuestas a enaltecer, a los que les dan más importancia y por los cuales están dispuestos a perdonar las otras faltas de nuestro ex presidente. Este tipo de estudios que se realizan en otras partes del mundo muestran como la perspectiva que se tiene de algunos ex presidentes puede cambiar con el paso del tiempo.
Hace no mucho the history cannel pasaba la biografía de Álvaro Uribe, mostrando toda su gloria durante su mandato, ¿Ésta será la imagen que de él quedará? Un hombre que hizo mucho por el país, ó podrán las cortes internacionales romper con los mitos que surgen alrededor de él y terminar con la “pronta a ser” leyenda Álvaro Uribe?"
martes, 15 de febrero de 2011
EL MITO URIBE
Por Natalia Márquez.
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2 comentarios:
Eso de hacer un ranking de los últimos 42 presidentes colombianos debió haber sido una empresa bastante tediosa. El proceso metodológico de la construcción de los criterios y clasificaciones debió haber sido tema de largos y arduos debates. Seguramente, hasta más interesante que los resultados del ranking mismo. Ver resultados http://www.fundacionlyd.org/aym_presidentes.
Excelente el tono que lograste en tu columna, Natalia; producto de una muy eficiente redacción y de un buen manejo de fuentes secundarias. Tal vez con un poco más de tu propia postura - aunque sí se nota - hubiese sido un intento más que exitoso. Sobre lo que dices, coincido casi en todo... creo que la opinión mayoritaria y la opinión especializada casi siempre difieren. Los índices de favorabilidad auscultan públicos abiertos, a lo mejor no tan informados y susceptibles de influenciar; mientras que las encuestas a especialistas o el método delphi recurre a formadores de opinión que también tienen intereses y posturas ideológicas, hechos estos que no se pueden estimar como mejores o peores sobre el contexto ampliado de la opinión pública nacional.
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