"Primero, fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora, es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza". (Víctor Hugo)
Una de las locomotoras económicas del presidente Juan Manuel Santos, consiste en fomentar el crecimiento de la inversión minera en el país, pero Colombia parece no estar lista para masificar esta práctica.
En el país se ha practicado la minería artesanal desde hace mucho tiempo pero los permisos otorgados a grandes empresas (en su mayoría extranjeras) se ha acelerado en este último periodo presidencial.
Los problemas para los pequeños mineros han aumentado con estas concesiones. Se busca sacarlos de las tierras cerrando las minas con la justificación de que no cumplen con los requisitos de seguridad y que no protegen al medio ambiente. Claro está, que la falta de control sobre estas minas hace que la vida de los mineros esté en constante peligro pero el cierre de éstas hará que aumente la problemática social del desempleo en las zonas que dependen de la extracción artesanal.
Los funcionarios del gobierno que controlan la explotación minera (un número limitado para la masificación de éste) no ayudan a la población de las regiones afectadas por la “ilegalidad” pues buscan la forma de cerrar las minas para otorgar la licencia de estas a empresas particulares principalmente extranjeras.
El gobierno se ha preocupado por la eliminación de la extracción artesanal de los minerales sin darse cuenta que es ésta la que verdaderamente ayuda a las comunidades en términos económicos pues si llevamos estas prácticas a términos ambientales, toda clase de explotación minera (grandes empresarios o pequeños artesanos) daña nuestro planeta y por ende nos hace daño a todos.
Por un lado, se afecta el agua pues la extracción de minerales se hace cerca de ríos que abastecen a las comunidades cercanas pero la prohibición solo ha pasado de ser del “11% del territorio colombiano (con la modificación del Código de Minas) al 13% del país” (Julio Fierro Morales). En contraste, antes de esta prohibición, “el 10% de los páramos ya estaban titulados para minería y el 47% adicional estaba siendo solicitado” (Julio Fierro Morales).
“En muchos casos es la sociedad local la que asume la mayor parte de los costos asociados a los efectos ambientales negativos” (Juan Pablo Ruiz Soto), y son quienes menos se benefician de esto cuando las minas son manejadas por extranjeros.
Por el otro, los cambios en el suelo hacen que las tierras se vuelvan “tierras inútiles”, entonces, cuando la madre naturaleza no tenga más recursos mineros para ofrecernos, solo quedarán desolación, hambre y enfermedades respiratorias en nuestro país. Obviamente para que esto ocurra falta mucho tiempo pero si no nos preocupamos desde ahora por el impacto ambiental de nuestras acciones y no tomamos mediadas al respecto, se puede acelerar la destrucción de la naturaleza.
Hay que esperar que los permisos para la explotación se den de forma que beneficien a las poblaciones de los alrededores (la historia muestra que estas zonas son las más afectadas por el daño al medio ambiente y por que las ganancias de esto no llegan a manos de dicha población) y no a particulares. Por ahora solo queda esperar que se dé una buena regulación y que se busque la conservación del medio ambiente.
1. http://cuentame.inegi.org.mx/economia/secundario/mineria/default.aspx?tema
2. http://www.elespectador.com/impreso/negocios/articulo-245791-mineria-locomotora-sin-control
3. http://www.elespectador.com/columna-231676-mineria-y-pasivos-ambientales
No hay comentarios:
Publicar un comentario