Acabo de encontrar esta joya entre mis escritos de colegialo. Ya van a ser 10 los años que tengo de graduado del San Luis Gonzaga y aunque el periodo de degradación del papel a la intemperie es de aproximadamente un año, las hojas de mis cuadernos aún viven y tienen historias por contar. Como veo, la profesora de Literatura, Julia Patricia, nos puso la tarea de dar rienda suelta a la imaginación y escribir algo así que parezca un poema. Yo, fanático a los números y al orden, escribí 3 párrafos de 4-5-6 renglones. Los invito a conocer y a leer de mi pasado como “poeta”, y a comentar y a reírse (ojo) conmigo y no de mí.
Nos aferramos de tal manera a ideas sin sentido,
que sin sentido cerramos muchas puertas.
Puertas a una vida sin fronteras,
de fronteras que encierran, ahogan y reprimen.
En este planeta tan armónico y que a su vez discrepa;
tan versátil como esta vida única e inestable,
de incierta y hasta conflictiva,
donde pasan cosas lógicas e irracionales, serias y muchas otras tontas,
alegres como tristes pero que llenan los vacíos de la imaginación.
Vivimos y pasamos los días soñando,
sueños que crean un idílico mundo que calma el alma
y que al abrir los ojos,
los mismos ojos que ven la cruda realidad o el sueño hecho carne,
nos decepciona o nos alegra, nos reconforta o desilusiona,
pero eso si, con seguridad nos sorprenderá.
Cali, miércoles 3 de mayo de 2000.
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