Columnista Carlos Herrera Rozo. En colaboración con Trans-pasando fronteras. |
“Los espejos están llenos de gente.
Los invisibles nos ven.
Los olvidados nos recuerdan.
Cuando nos vemos, los vemos.
Cuando nos vamos ¿se van?”
Eduardo Galeano
“Si nos encerramos en nosotros mismos, hacemos más profunda y exacerbada la conciencia de todo lo que nos separa, nos aisla y nos distingue.
Y nuestra soledad aumenta…”
Octavio Paz, El Laberinto de la soledad
Vivimos hoy en un mundo convulso donde no bastan las palabras para delimitarlo y donde las definiciones de las mismas más que aclarar confunde. Una mirada a vuelo de pájaro sobre términos, de uso frecuente hoy, como cultura o globalización, que corren por caminos diversos sin encontrar para sí mismas un factor común que las identifique y las defina nos obligan a repasar el diccionario. Las palabras cultura y globalización carecen de una definición universalmente aceptada encontrando en los diccionarios de la lengua, ideológicos o económicos las más variadas interpretaciones de los términos en cuestión. Desde este punto de vista los conceptos que de ellos se derivan dejan de ser funcionales, por lo que, siendo pragmáticos, debemos enunciar un significado particular cuando queremos abordar problemas concretos. No digo estas cosas por satisfacción mía y fastidio de ustedes sino porque para abordar la relación existente entre la cultura y la migración tendremos que examinar algunos elementos del concepto de cultura que nos permitan estudiar el impacto migratorio de los grupos humanos que comparten una identidad cultural. Así mismo analizaremos la migración como un factor que influye positivamente en las culturas de acogida a través de su interacción y mestizaje.
Permítaseme incluir algunas definiciones y datos estadísticos de la ONU en relación con el asunto en cuestión. Según la Organización de Naciones Unidas: Los términos inmigración y emigración se utilizan para referirse a los movimientos entre los países, mientras que la migración interna especifica el movimiento dentro de un país. Emigrante es toda persona o migrante que se moviliza desde su lugar de procedencia a otro, posee la calidad de emigrante respecto del lugar que deja. Inmigrante, a su vez, es toda persona o migrante que se moviliza desde su lugar de procedencia a otro, posee la calidad de inmigrante respecto del lugar de llegada.
Los movimientos migratorios pueden ser definitivos o temporales, voluntarios o forzados, e internos o internacionales. Hay otro tipo de migración conocida como pendular que se refiere a los desplazamientos que se hacen a diario entre el lugar de residencia y el de trabajo.
Causas de la migración
De acuerdo al Fondo de la Naciones Unidas las causas principales que motivan la migración internacional son:
La búsqueda de una vida mejor para una persona y su familia.
Las disparidades de ingresos entre las distintas regiones.
Las políticas laborales y migratorias de los países de origen y destino.
Los conflictos sociales y políticos que impulsan la migración transfronteriza.
La degradación del medio ambiente, que incluye la pérdida de tierras de cultivo, bosques y pastizales.
Migración de jóvenes con mayor nivel de calificación académica.
La deslocalización de las empresas, provocada por la globalización económica, con los consiguientes perjuicios para el país de origen y el país de destino.
De acuerdo al Consejo Nacional de Población las causas principales que motivan la migración internacional son:
Factores vinculados con la oferta-expulsión de fuerza de trabajo.
Factores asociados con la demanda-atracción.
Factores sociales que ligan a los migrantes con la familia, los amigos, las comunidades de origen y las de destino.
Cambio climático, la desertización, etc, etc.
Según el informe Migraciones Internacionales y Desarrollo, del Secretariado General de Naciones Unidas, de mayo de 2006, la expansión de los procesos migratorios en los últimos 30 años ha sido extraordinariamente importante. El número de Las guerras, los conflictos internos, el deterioro de las tierras, etc. los migrantes, que en 1965 era de 75 millones, pasa a 155 millones en 1990 y a mas de 200 millones en 2005, lo que representa un aumento anual superior al 2,60%, mientras que el de la población mundial total apenas llegaba al 1,7% al año.
El sectarismo de los Estados, la interesada demagogia de los políticos y la ignorancia general sobre este tema exigen una clarificación de sus supuestos básicos, comenzando por deshacer la confusión que reduce las migraciones a las solas emigraciones.
No se ha logrado que exista el derecho total de migrar, pues, aunque el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos reconozca el derecho de emigrar, ha sido imposible introducir en ningún marco legislativo el derecho complementario de inmigrar. Cierto que el derecho de asilo y el derecho de reagrupación familiar han sido brechas posibles, pero que han dado poco de sí, por lo que ahora se están explorando las posibilidades que ofrece el derecho a la "migración de instalación" en el marco de las integraciones regionales, como es el caso de la Unión Europea y sobre todo de la Comunidad Económica de los Estados de África Oriental (CEDEAO).
En España la recepción de inmigrantes con certificado de registro o tarjeta de residente en vigor, de conformidad con los ficheros de la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil a 31 de Marzo del 2008 llegaba a 4.192.835 sin tener en cuenta ilegales, asilados y trabajadores transfronterizos. De éste total 2.230.180, es decir el 53.2% corresponden a extranjeros incluidos en el régimen general y 1.962.655, es decir el 46.8% corresponden al régimen comunitario, del que forman parte los ciudadanos de la Comunidad Económica Europea.
Con estos datos trataremos de hacer un enfoque constructivo de la situación. Debemos tener presente que, el esclavismo, el vasallaje y cualquier otra forma de subordinación del hombre por el hombre desapareció para siempre en el espíritu de las mayorías con la Revolución Francesa que convirtió al súbdito en ciudadano de pleno derecho. Los valores de dicho movimiento, la libertad, la igualdad y la fraternidad emprendieron una larga trayectoria que han hecho del ciudadano de éste nuevo siglo que comienza su andadura un titular del Estado de Derecho; un titular del Estado de bienestar y un titular de la participación política a través de las instituciones democráticas. Titularidades estas que se han ofrecido al resto del mundo como un ejemplo de cultura y civismo. Hoy ningún ciudadano aceptara que se le nieguen estos derechos ni a él, ni a ningún ser humano. De ahí que, estos derechos que son nuestra carta de presentación ante el mundo, no pueden otorgarse por vía de excepción. Los inmigrantes, como seres humanos, cuando pisan territorio Europeo, cuando pisan la Europa de las Libertades han de ser tratados como ciudadanos iguales. Todo lo demás seria olvidar que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se proclamo en Europa como un valor Universal, pero la realidad no confirma la regla. La ausencia de dichos derechos para los inmigrantes lo confirma, nos basta con un somero recorrido por las legislaciones sobre inmigración de algunos países Europeos para comprender que algo está fallando en nuestro sistema de defensa de las libertadas ciudadanas.
Permítaseme, para reforzar mis palabras traer aquí una cita de Alain Touraine, quien en un artículo para la revista La factoría, titulado “Indicadores para el diálogo intercultural” afirma:
“Simplemente pido que, primero, se rechace, ante todo, todas las formas de búsqueda de homogeneidad. Segundo, se reconozca la pluralidad de las formas de cultura minoritaria. Tercero, que todo el mundo acepte la idea de que hay que combinar, de una manera u otra, la participación en un mundo internacionalizado prácticamente económico y tecnológico con la renovación o la creación de proyectos culturales específicos. Y. finalmente, y es el punto más concreto, pero que ya supone haber RESUELTO GRANDES PROBLEMAS, creo que es muy probable que se mantenga una cierta dualidad de modelos entre los países, sean Estados Nación, grupos culturales o regiones, etc. Unos insistirán en la necesidad de mantener una definición de ciudadanía como vinculo social sin contenido cultural, tipo revolución Francesa o revolución Americana. Otros, se inclinaran por el modelo que dará mucha menor importancia al Estado, incluso en su forma más democrática, y que se define básicamente por la limitación del Estado y por la autonomía de las comunidades. Para hablar según el viejo vocabulario del siglo XVIII, hay una tendencia a Jhon Locke y una tendencia a Jean Jacques Rousseau, pero ambas se encontraban en la Constitución Americana y en la Declaración Francesa. Cuando se llega a este punto el debate se hace bastante civilizado”.
Y, acaba afirmando Alain Touraine:
“Creo, no obstante, que los grandes peligros ya quedan algo lejos, actualmente no debe existir el peligro de un totalitarismo cultural, que es tan duro e insoportable como las demás formas de totalitarismo”.
Es con estos mimbres que debemos construir el nuevo mundo cultural, su urdimbre debe ser levantada alejándonos del totalitarismo cultural en relación con la inmigración y teniendo presente que, las condiciones previas serian:
El derecho a la ciudadanía sin excepciones.
El derecho a la inserción laboral sin restricciones.
El Derecho al desarrollo de las potencialidades creativas individual y colectivamente, y, por último
El derecho al disfrute pleno del Estado de Derecho y del Estado de Bienestar.
Es necesario igualmente dotar el proceso de la migración de un marco jurídico común, eficaz e interinstitucional. Se de las inmensas dificultades que presenta este proceso, tanto más cuanto que, ni siquiera ha sido posible formular una carta común de Derechos y obligaciones de los inmigrantes dado que el convenio para la protección de los trabajadores inmigrantes suscrito en 1990 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y ratificado después de un larguísimo proceso que abarca dos décadas por 37 Estados escasamente funciona, por no decir que esta en terreno muerto. Igualmente el Foro mundial para la Emigración y el Desarrollo de la ONU, liderado por Kofi Anan, no ha llegado a convertirse en el instrumento de promoción normativa y de coordinación ejecutiva que se necesita. De otra parte, calificar de progresista, como se presento, la aprobación de la última Directiva Europea, que regula de forma indebida y arbitraria, la expulsión de inmigrantes y la deportación de menores no deja de ser provocadora. Para bien de todos, también hay que afirmar que, la carga negativa de la directiva, lamentablemente aprobada, es abrumadora entre la Ciudadanía Europea. Dicho esto tenemos que admitir que el problema sigue vigente, que es responsabilidad de todos y que, por lo mismo, quienes nos llamamos progresistas tenemos la obligación de acercar posturas y buscar soluciones. Es urgente que comprometamos todos nuestros esfuerzos para exigirle a las autoridades nacionales y a las entidades internacionales la elaboración de una Carta Común sobre las migraciones que sea obligatoria para todas las Naciones, o al menos, una directiva común, con fuerza de cumplimiento, que funcione como un código de los organismos mundiales que evite interpretaciones tendenciosas y proteja de una vez por todas a los emigrantes. En este proceso debe integrarse toda la sociedad: El Estado, los Ciudadanos, las organizaciones sindicales, las ONG, las administraciones, los partidos políticos, la iglesia, etc., etc.
Las migraciones son un proceso que forma parte del desarrollo integral de las sociedades con efectos positivos sobre las comunidades de origen y destino cuando son encausados adecuadamente. Tradicionalmente se ha pensado, no sin cierta razón, que las migraciones están impulsadas por la falta de oportunidades laborales y educativas, por la marginación a la que está sometida un inmenso porcentaje de la población mundial o por graves problemas políticos internos. Sin embargo, a día de hoy, las migraciones tienen connotaciones más profundas como producto de la globalización económica, la deslocalización de las industrias y por ende de la mano de obra, el surgimiento de una nueva cultura mundial especialmente tecnológica que determina y modifica las ideas y la forma de comunicarnos permitiendo, en tiempo real, el intercambio de ideas, necesidades, practicas, valores y actitudes antes desconocidos, que interactúan en los comportamientos de las sociedades receptoras de estos conocimientos, integrando de una manera efectiva la comunidad mundial. Este fenómeno, propio del siglo XXI, afecta de manera especial a las gentes jóvenes y promueve de manera exponencial la movilidad de las sociedades, las migraciones. Ha sido el surgimiento de las nuevas tecnologías las que han traído con sigo la incorporación de los medios masivos de comunicación en la vida cotidiana, creando importantes redes masivas de comunicación alrededor del mundo, manteniendo a la población intercomunicada entre sí. Estos procesos han generado a la vez un intercambio entre las características de vida tradicionales y las que comienza a generar las expectativas de un nuevo mundo. Las nuevas generaciones de ciudadanos ya no se caracterizan por el deseo de acceder a nuevos espacios y mejores recursos económicos, lúdicos, informativos, educativos, y mayor espacio político, democrático e institucional; las nuevas generaciones se consolidan como un conglomerado diferente y fuerte que cuenta con nuevas herramientas y nuevas capacidades para alcanzar una nueva sociedad, un nuevo mundo en constante expansión y desarrollo, donde aplicara todas sus experiencias en beneficio de una nueva sociedad. El mundo que nosotros conocíamos hoy comienza a sernos ajeno y distante.
Todo cambio cultural atraviesa por un proceso de modificaciones del comportamiento subjetivo individual, social y familiar etc., etc. Un proceso continuo, complejo de readaptaciones que deben ser resueltas con diferentes medidas tendientes a evitar el colapso y a hacer menos severos los cambios, tanto más si ellos, abarcan aspectos tan importantes como forma de vida, costumbres en general, códigos éticos y existenciales, vínculos familiares, amistosos, hábitos alimenticios, idioma, religión, prácticas políticas y restricción de derechos en relación con los habitantes del lugar de acogida.
Los cambios, por sencillos que parezcan, implican modificaciones significativas de la noción de cultura. Se modifica, total o parcialmente, el mundo real en que se ha vivido para adaptarse a los nuevos simbolismos del nuevo mundo en que se vive. Es por ello que el emigrante siente que rompe, pierde sus raíces, y se siente frágil ante su nueva realidad sobre la que no tiene ningún control dando origen a una amplia variedad de conflictos que afectan su relación con el mundo externo que le rodea. Dice el Sociólogo Josep Burcet que, “La cultura de cada pueblo se empieza a ver como lo que da forma a la manera de vivir de las personas de una manera parecida a cómo el genoma condiciona a los organismos vivos o, salvando las distancias, como el "software" que da forma a lo que pueden hacer los ordenadores. Siguiendo con esta analogía, se podría decir que la cultura viene a ser como el sistema operativo y el software de las sociedades”.
Antes de traer aquí lo que consideramos indispensable realizar para hacer viable el enriquecimiento cultural de la sociedad a través de las migraciones es importante citar como ejemplo de de éste hecho a Richard Pells en su obra “¿Existe el Mcmundo?” donde afirma que, la cultura Norte Americana es un ejemplo de enriquecimiento cultural debido a la acción permanente de influencias extranjeras, dado que, al ser un país de inmigrantes desde sus orígenes, su cultura ha recibido, a través de las migraciones influencias foráneas de todo tipo, académicas, artísticas, literarias, ideológicas, científicas, que se reflejan en todas las formas en su cultura popular, en todas las actividades de su vida social, a tal punto que, contrario a lo que puede pensarse sobre la influencia norteamericana no ha pretendido colonizar el mundo culturalmente, sino que, Estados Unidos gracias a la diversidad de culturas que en él se alojan se ha convertido, sin habérselo propuesto, en una réplica del mundo que de una u otra manera queremos imitar, pero que, a pesar de esta constante migración sobre Estados Unidos, el trato que se le da al inmigrante dista mucho de ser socialmente aceptable.
Planteado así el problema, aun que tiene mucho de verdad, está un tanto alejado de la realidad por cuanto deja de lado los problemas de integración social y adaptación cultural de diversos grupos en el interior del país. Igualmente y con mayor complejidad aun debe tenerse presente el frecuente uso de la identidad cultural utilizada por algunos grupos que buscan conseguir el poder político o mantenerse en él como instrumento para conseguir movilizaciones que, al reforzar la identidad étnica se trasforma en herramienta para combatir y satanizar a los otros y justificar la violencia étnica.
A fin de evitar las actitudes negativas descritas y generar las condiciones imprescindibles para fomentar que la inmigración sea vista como un factor de enriquecimiento y diversidad cultural es fundamental, desde las instituciones gubernativas, gestionar adecuadamente las migraciones para conseguir una inserción efectiva del inmigrante dentro de la sociedad de los países de acogida y dentro de su cultura. El primer obstáculo que hay que salvar es el que dice relación con el reconocimiento de la diversidad cultural y el respeto a los derechos fundamentales y culturales de todas las culturas presentes en el organismo social. La integración de los inmigrantes precisa del respeto por su identidad, pero el inmigrante debe tener presente que es su deber respetar la lengua, la cultura, las tradiciones y el ordenamiento jurídico e institucional de la sociedad de acogida. De otra parte, la integración del inmigrante requiere de inserción en la vida laboral que le permita realizarse y demostrar su capacidad y potencialidad; acceder igualmente al ejercicio pleno de los derechos políticos y ciudadanos. Con ello se permite al inmigrante mantener su cultura y a la vez la obediencia debida, con los deberes y obligaciones que le imponen, en condiciones de igualdad, la sociedades de acogida, que a su vez, con esas bases, asimilaran e integraran al inmigrante al considerarlo como un igual, ambas culturas, con ese presupuesto, saldrán beneficiadas. Sé que en diferentes ámbitos sociales y políticos hay personas interesadas, más por mezquindad de espíritu que por otra cosa, para impedir llevar a buen puerto el proceso de integración, pero es interés y obligación del estado y las instituciones imponer los criterios de ley necesarios para evitar distorsiones que afecten el proceso creando guetos y conflictos que enrarecen y complican la vida social.
Para finalizar quiero recordar, para que no olvidemos, las palabras de Albert Camus, “Todo Muro es una Puerta”, al respecto, Eduardo Galeano nos recuerda que, vivimos rodeados de muros: los de Cisjordania, el que levanta Estados Unidos Frente a México, el muro de Marruecos contra los Saharauis, las vallas en Ceuta y Melilla, el muro de Berlín que al fin cayo, la cortina de hierro que aún persiste y otros que no son físicos, pero no por ello, menos traumáticos y entre ellos, el considerar que el otro es diferente y que por lo mismo, podemos ofenderlo, en fin, los muros de la infamia. Y se pregunta, ¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?
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