lunes, 20 de febrero de 2012

Violencia urbana: a quienes condenamos

Por Ana Lucía Paz Rueda.
Directora programa de Sociología
Universidad Icesi - Cali

Los medios masivos de comunicación informan permanentemente sobre casos de violencia urbana que nos aqueja, día a día. Y se preguntan la causa de ella. El análisis debe hacerse de manera diferenciada y compleja para poder entender lo que ocurre en la ciudad.

Son importantes varios asuntos: Su denominación en plural; “las violencias” porque corresponde a distintos fenómenos sociales, culturales, económicos y políticos, estrechamente relacionados entre sí.

La violencia urbana es sólo una de las formas de violencia de este país; aquella que afecta y a la vez es producto de la manera en que vivimos juntos. Y es de varios tipos, sólo menciono algunas de ellas. Una es la violencia generada por la delincuencia organizada que actúa en pro de conseguir recursos económicos y de obtener poder. Otra es la violencia cotidiana derivada de la convivencia en las calles, en donde se ponen en juego las normas y el orden ciudadano. Y otra la violencia intrafamiliar que pone en evidencia las tensiones propias de las relaciones íntimas. Todas ellas son multicausales.

Los medios masivos generalmente se preguntan por el tipo de sujetos que ejercen la violencia. Esta pregunta es insuficiente. Violencia urbana: delincuencia juvenilHay que preguntarse además por el tipo de sistemas sociales que producen y reproducen la violencia; por el tipo de instituciones sociales que tenemos; por el perfil de los gobernantes que elegimos; por el tipo de grupos políticos que conformamos, por las débiles formas de organización ciudadana que nos caracterizan, por el precario sistema de justicia que nos regula, por el impacto del narcotráfico no sólo sobre lo económico y lo político sino sobre lo cultural, sobre los deseos y las expectativas de la gente; por las enormes inequidades que tenemos; por el impacto de la economía y del trabajo sobre las nuevas formas de familias y por un larguísimo etcétera.

Sólo si entendemos que los comportamientos ciudadanos son el resultado de la confluencia de éstos, entre otros muchos fenómenos, vamos a dejar de preguntarnos por el tipo de sujetos capaces de cometer delitos para pasar a preguntarnos por las causas de ello.

Las causas de la violencia son estructurales, son sociales, pero se suelen hacer análisis en donde las responsabilidades se dirigen exclusivamente a los sujetos. Es necesario insistir en que no es únicamente en el comportamiento individual en donde se encuentran las explicaciones sino en las sociedades que forman y acogen a los individuos, en otras palabras, en los tipos de individuos y de relaciones sociales que nuestras sociedades producen.

¿Por qué señalar, por ejemplo, solamente a los jóvenes cuando ellos son socializados por las generaciones que los anteceden? Porqué señalar a ciertos sectores sociales marginados cuando ellos han surgido de un entorno social, político y económico que los ha excluido sistemáticamente? ¿Por qué mirar solamente al hombre maltratador y no a la sociedad machista y patriarcal en la que ha sido formado? ¿Por qué analizar únicamente a quien viola la ley y la incapacidad de la ley para regular al ciudadano?

Si señalamos y juzgamos a los individuos (generalmente jóvenes) y no atendemos las causas profundas ni a los sistemas sociales en su conjunto, quedamos presos de la idea de que sancionando y aislando a ciertos sujetos vamos a quedar finalmente libre de delitos. Tarea imposible, inviable y absurda porque desconoce que lo que somos es producto de la manera en que históricamente nuestras instituciones sociales han funcionado. Gobiernos transparentes, equidad, educación, trabajo digno, sistemas de justicia funcionales son la salida.

No es retórico; sólo las sociedades bien gobernadas producen ciudadanos gobernables.

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