lunes, 29 de agosto de 2011

Entre el dogmatismo y la política de la razón

Por Andrés Aguirre Hoyos (anagui29@gmail.com), César Augusto Morantes (camorant@gmail.com) y Ricardo Coutin Lenis (rcoutin@gmail.com).
13 de septiembre de 2009

La reforma educativa venezolana me recuerda una cátedra que marcó mi forma de ver al mundo. Los colegios Waldorf, donde tuve la fortuna de educarme, se rigen por una metodología aplaudida mundialmente por la UNESCO, tienen un método de enseñanza y de evaluación, filosóficamente, justificados e, interesantemente, únicos.

El colegio Waldorf se rige por métodos de enseñanza diferentes a los convencionales, uno de los primordiales objetivos de estas escuelas es cooperar para que los estudiantes se auto determinen. Por este motivo, son pocos los tributos que se rinden a seres o a hechos históricos particulares. En los colegios Waldorf es difícil encontrarse repentina y continuamente con un cuadro de Santander, Bolívar o Washington. Si un decreto impusiese a los estudiantes honrar los cuadros de Bolívar, lo consideraría injusto con la metodología del colegio y la divulgada libre determinación de sus estudiantes.

Durante el régimen Nazi, Hitler decretó cerrar las escuelas Waldorf, atacó públicamente a su principal filósofo: Rudolf Steiner, e intervino en la filosofía pedagógica Waldorf. No ha existido, desde entonces, antecedente de otra afrenta directa. Actualmente, esperamos que el régimen chavista no cierre este tipo de escuelas, o sus similares, e inhiba la libre toma de posición política de los estudiantes.

La intensión de éste artículo, es exponer cómo el régimen chavista ha promulgado leyes que han limitado la autonomía y la imparcialidad política del sistema educativo. Sin embargo, no pretendemos de forma alguna equiparar un régimen de tendencias autoritarias, como el chavista, con lo evidenciado durante el totalitarismo nazi.

Entendemos que los dos casos no son equivalentes, pero tienen ciertas similitudes que pueden ser analizadas desde las teorías de Max Weber y de Raymond Aron. Aclaramos que el texto “el político y el científico”, que fue nuestro soporte teórico, se refiere a los regímenes totalitarios en particular, no al régimen personalista y con tendencias autoritarias visto en Venezuela desde 1998 hasta la actualidad.

Para nuestros propósitos son necesarias ciertas modificaciones y abstracciones conceptuales para adaptar la teoría a la realidad política que atraviesa Venezuela.

Acerca de la Ley Orgánica de Educación
Venezuela atraviesa un proceso similar, el cual explicaremos, pero en esta ocasión la metodología Waldorf no será la única afectada. Recientemente, se legisló la controversial Ley Orgánica de Educación (LOE), que busca una reforma del sistema educativo de Venezuela conforme a los parámetros de la ideología del socialismo del siglo XXI. La ley ha sido objeto de duras críticas por parte de la oposición, y algunos estudiantes, periodistas y eruditos; quienes consideran que la LOE fomenta los intereses estatales y perjudica la libertad de pensamiento.

Así como el totalitario régimen nazi intervino en las ciencias sociales y en la enseñanza de su época, nos inquieta sobremanera que el propósito subyacente de la LOE sea homogeneizar el pensamiento de los venezolanos e impedir su libre elección de pensamientos, de pasiones, y de ciencia. Mediante el sistema educativo, el poder ejecutivo venezolano, acudiendo a la extralimitación de funciones y a la concentración del poder, se entromete en esferas primordiales de la vida de sus ciudadanos como: la libre elección de carrera, la metodología de estudio, el enfoque de la investigación e incluso los contenidos en los medios de comunicación.

A continuación, revisaremos las ideas que a nuestro parecer resultan ser las más contrariadas y polémicas de la LOE, aquellas que según los opositores del oficialismo reprimirán la libertad individual del ciudadano e implantarán en Venezuela un régimen con un sistema de valores único. Deseamos además, a partir de la LOE, inferir el tipo de sociedad que desea construir Chávez, ¿cuáles serán los rasgos del futuro ciudadano venezolano?

Empecemos ahora, con la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las condiciones exteriores a la vida del hombre de estudio en Venezuela?

Un individuo particular que aspire a convertirse en hombre de ciencia en Venezuela, estará sujeto a condiciones ineludiblemente exteriores a su vida. Especialmente, el régimen político que dirija su país y al grado de autonomía que éste le otorgue al pensamiento ilustrado. En el país en cuestión, el susodicho individuo podrá escoger libremente dedicarse a la ciencia, a la técnica, a las artes o a las letras, demostrando aptitudes y aspiraciones adecuadas a su vocación.

De alguna manera, el Estado garantizará a nuestro individuo una oferta académica variada, pero dentro de las exigencias del interés nacional o local. Su estudio estará estrechamente ligado a un trabajo productivo, en base a valores como la solidaridad y la equidad. Indistintamente de su raza, sexo, credo, posición económica y social o de cualquier otra circunstancia natural, podrá ingresar a una institución educativa. El Estado estará encargado de dispensar los recursos necesarios para el sostenimiento del sistema educativo tanto público como privado. Por tanto, las condiciones exteriores a la vida académica estarán marcadas por una igualdad de oportunidades en términos reales, paralelamente con una mayor regulación y restricción estatal.

Acerca de los aportes sociales de nuestro individuo hipotético
Estas políticas educativas incidirán profundamente en aspectos importantes de la formación profesional y especializada de susodicho individuo. Éste se capacitará para responder a las necesidades del desarrollo nacional y el progreso científico. Fomentará, además, el surgimiento de nuevas ideas que aporten e impulsen la ciencia, la tecnología, las letras y las demás manifestaciones. En todas las anteriores actividades, procurará el beneficio del bienestar del ser humano, de su sociedad y el desarrollo independiente de su propia Nación.

También, éste individuo gozará de difusión de iniciativas intelectuales para elevar el nivel cultural nacional, poniéndolas al servicio de la sociedad y del desarrollo integral del hombre. Lo que nos induce a pensar que no toda intromisión del Estado, suscitará conflictos irreductibles.

Acerca de las inconsistencias de la LOE
Ahora, revisemos el alcance de las regulaciones estatales en la vocación del hombre de ciencia. Refirámonos a nuestro primer problema: ¿Qué implicaciones sociales genera el artículo 62 de la LOE: “la efigie del Libertador y los Símbolos de la Patria, deben ser objeto de respeto y culto cívico permanente en los planteles oficiales y privados y que deben ocupar lugar preferente”?

Partamos del hecho de que el nacionalismo y el tributo a figuras históricas como Washington o Bolívar, pueden ser positivos y recurrentes en una sociedad. Surge, sin embargo, un problema cuando se obliga a toda persona a rendir culto a ciertas deidades. Esta acción puede tildarse de antipluralista y antiliberal. Poner una verdad por encima de otras: en el caso específico enaltecer a Bolívar en ventaja de otras figuras representativas de la historia venezolana, sería injusto en el contexto del pluralismo ideológico. ¿Qué sucede si uno prefiere a Santander por encima de Bolívar o si simplemente no se prefiere a ninguno de los dos? ¿No es esto resolver un conflicto o antinomia de valores tomando una posición radical, dogmática y excluyente?
Los liberales señalan que las creencias adquiridas sin voluntad propia no tienen valor moral y pueden generar un ambiente propicio para el enfrentamiento. Recalcan además, que es políticamente más costoso homogenizar las creencias o el pensamiento que consentir una pluralidad de prácticas. Consecuentemente, el camino elegido por el Ejecutivo Nacional se rige claramente por una intolerancia hacia la práctica de otras doctrinas comprehensivas, imputable a lo que Aron llamaba una política de la razón. Lo cual suscita una tendencia a la polarización de la sociedad y al recrudecimiento del debate abierto y honesto sobre las ideas. Aparentemente, el Gobierno Nacional, pretende conocer la verdad histórica y por ello defiende sus preceptos ideológicos, aún si estos incluyen la toma medidas virulentas que anulen cualquier brote de pensamiento “irregular”.

La LOE reclama, en el artículo 107 especialmente, que el ejecutivo, por medio del ministerio de Educación, debe: “garantizar, regular, supervisar, controlar, planificar, ejecutar, coordinar, programar, promover, facilitar e integrar la materia educativa”. El segundo problema sería entonces: ¿qué significa regular, controlar y supervisar; es decir, cuales son las potestades que se ceden al Estado? Es acaso controlar o supervisar los contenidos, las evaluaciones, los métodos, los profesores o todas las anteriores, y hasta qué punto es posible regular. Al parecer la ley es ambigua al respecto y probablemente este hecho puede ser aplicado por el régimen para injerir en la educación. Además, existen varios indicios de que el régimen chavista esta imponiendo dogmas socialistas en las escuelas, el poder ejecutivo busca, al parecer, imponer su garante del mundo en las instituciones educativas y en las nuevas generaciones, poniendo en evidencia el interés de establecer un régimen homogéneo y autoritario.

Acerca de la autonomía de la educación pública y privada
El sostenimiento de las instituciones educativas estará a cargo del Estado (en el caso de las instituciones privadas proveerá recursos a planteles que presenten necesidades económicas comprobadas). El Estado como ente regulador y proveedor de recursos será el encargado de dirigir los proyectos de investigación o de extensión científica, tecnológica o cultural de interés para el Estado.

Cuando el Estado decide imponer ciertas ideas o valores en beneficio de sus intereses particulares, la ciencia como vocación peligra, la ciencia pierde su rigurosidad y su recto seguir. Se monopoliza el conocimiento. Las ciencias que se verán más perjudicadas no son las ciencias naturales, sino las ciencias de la cultura. Sobre las ciencias naturales no puede más que influir en sus lineamientos y en su enfoque, pero difícilmente sobre su contenido. No ocurrirá de igual forma con la interpretación de los hechos históricos que han marcado hito en la sociedad venezolana desde la asunción al poder de Chávez. Los científicos sociales se enfrentan en este momento a un régimen intransigente con la oposición, incluso si esta fuese fiel a la realidad. Se encuentra obligado a favorecer los intereses del Estado, a investirse como doctrinario y profeta.

Los eventos sociales tienden a interpretarse de forma mitológica, existe una constante contienda entre el bueno y el malo, el Dios y el demonio. El fin de las ciencias sociales, de la política como ciencia, es romper mitos, alcanzar la intelectualización racional, el dominio de la técnica. La comunidad de las Ciencias Sociales debería estar fundada bajo tres libertades constitutivas, o su equivalente, para su buen funcionamiento: “la ausencia de restricciones para: 1) la búsqueda y establecimiento de los hechos mismos; 2) el derecho de discusión y crítica aplicados a los fundamentos y métodos; y 3) desencantar lo real.” (Aron, 1956:28) Ojalá que estas libertades, derechos o garantías mínimas para el ejercicio de las ciencias de la cultura sean respetadas formal y materialmente por la LOE y el gobierno venezolano.
Como se pudo evidenciar anteriormente, cuando se discutieron los artículos 62 y 107 de la LOE, hay indicios de que las libertades propuestas para el adecuado ejercicio de la ciencia serán transgredidas, ya que estas podrían incitar a las individuos a mitificar personajes y hechos.

La incapacidad de abordar los hechos incómodos como la fuerte polarización en la que está sumergida Venezuela, las restricciones a la de prensa, y ahora las imposiciones sobre el sistema educativo impiden que los investigadores realicen aportaciones valiosas a la consciencia de la sociedad. En realidad, la ideología bolivariana de Chávez: el socialismo del siglo XXI, como una postura práctica de la vida y de la visión del mundo se impondrá en los planteles educativos, ya sean privados o públicos, y excluirá cualquier otra postura, considerándola errónea y desfasada.

Aron, en la introducción que hace a “El científico y el político”, argumenta que las tiranías totalitarias pretenden imponer dogmas o doctrinas en las universidades. Doctrinas que se predican como una verdad total, así como en la antigüedad se predicaban verdades absolutas, considerando al opositor como hereje, e ignorando los avances que ha realizado la razón práctica de la humanidad.

El afán desmedido del oficialismo de acumular poder sobre la vida de los ciudadanos venezolanos se refleja en su anhelo por establecer los criterios de una educación fuertemente politizada.

Acerca del proselitismo político
Compartimos la idea de Max Weber plantea que la política no tiene cabida en las aulas de clase, ni los profesores ni los estudiantes han de hacer política en los salones. La política como acción debe realizarse en la calle. Sin embargo, esta postura es cuestionable y es optativa al docente.

Los profesores, deberían contemplar la política desde una mirada científica; la toma de posición y el análisis científico, ocurriendo simultáneamente, podrían ser contraproducentes e incompatibles. Ya sabemos que los discursos políticos y la defensa de las posturas prácticas de la vida deben realizarse en lugares donde sea probable recibir críticas y no donde sea escuchado sin criterio por sus estudiantes. El profesor no debe pretender ser ni caudillo ni demagogo, ni oficialista ni opositor, en el salón de clases.

El profesor debe acompañar al estudiante para que por sí mismo, adquiera un método de estudio, instrumentos y disciplina para hacerlo. Es decir, idealmente, el profesor debe colaborar concienzudamente para que cada quien encuentre sus valores, y los defienda de una manera coherente, así como también tenga un mayor grado de claridad para tomar decisiones.

El profesor haría mal si quisiese imponer sus valores, posturas, dioses o demonios a sus estudiantes. Estaría errando trascendiendo los límites de su labor científica. Podemos argüir que el artículo 10 de la LOE coincide con mucho acierto con el pensamiento de Weber. El maestro no debe aprovechar su posición catedrática para injerir en la libre toma de posiciones, la academia no debe ser un lugar de propaganda política. Sin embargo, el mismo artículo 10 finaliza: “Tampoco se permitirá la propaganda de doctrinas contrarias a la nacionalidad o a los principios democráticos consagrados en la Constitución.” ¿Qué se entiende por una propaganda de doctrinas contrarias a la nacionalidad? La segunda parte del artículo modifica el sentido de la ausencia de proselitismo político, por la de proselitismo político de oposición.

Acerca de la objetividad y búsqueda de la verdad científica
Al influir el Estado sistemática e intencionalmente a la academia y a las ciencias sociales, se pierde la objetividad de la disciplina y se inicia un proceso de juicios de valor prefabricados. Se elevan ciertos valores por encima de otros: la producción socialista frente a la producción capitalista, el nacionalismo frente al imperialismo norteamericano, la figura de Bolívar frente a otros actores históricos relevantes de la historia venezolana. Estas cuestiones son, tal vez, incomprensibles para la razón humana, y probablemente nos conduzcan por el sendero de la ilusión metafísica.

Es cuestión de cada quien elegir sus sistemas de valores, sin embargo el escollo surge cuando se busca imponer ciertos dogmas de doctrinas comprehensivas usando como instrumento el salón de clases y las instituciones universitarias: la tendencia despótica prevalece sobre el pluralismo.

“El invento más temible del totalitarismo es precisamente la subordinación de las múltiples obras de que el hombre es creador a la voluntad exclusiva de un partido o un hombre” (Aron, 1959:23). Nuevamente, la Suprema vigilancia del Estado venezolano en la educación puede tener bondades, pero también puede tener fines obscuros y monistas.

En la LOE se infieren ciertas ambigüedades entre las que se resaltan la derivación de algunos artículos a leyes denominadas “especiales”. El gobierno establece que por ello la ley es orgánica, debido a que están sujetas a modificaciones coyunturales, mientras que la contraparte establece que estas ambigüedades son propicias para expandir la injerencia del Estado en aspectos clave de la educación. Es decir, debemos entender a fondo las intenciones de Chávez y sus leyes.

Finalmente, la LOE y la denominada ley de delitos mediáticos podrían violentar la libertad de expresión de los medios de comunicación al decretar “la prohibición de divulgación de información que afecte los intereses del Estado o cree perjuicios contra él”. Las leyes sancionan duramente, cárcel y cierre de emisoras, a quien quebrante la norma. En las palabras de José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch: “Estamos frente al ataque más frontal a la libertad de expresión en Venezuela desde que Chávez asumió el poder. Con la excepción de Cuba, Venezuela es el único país en la región al cual le resultan abiertamente indiferentes los estándares universales sobre libertad de expresión” (HRW,2009).

Conclusión

Al escrutar la LOE y analizar los problemas que aquejan al país es palpable la disputa de decisionismo de régimen ¿Es Venezuela una democracia constitucional o una democracia socialista con tendencias autoritarias?

La polarización entre el oficialismo y la oposición se podría sintetizar en el conflicto de valores entre: la igualdad y la libertad económica, el socialismo y el liberalismo, el Estado máximo y el Estado mínimo. La sociedad igualitaria con la que sueña Chávez sólo puede realizarse mediante medidas que implican tendencias despóticas. La restricción del flujo de la información es un instrumento eficaz para desmembrar la oposición característica de los regímenes democráticos libres. Pero sobre todo, la instauración de un nuevo sistema educativo construye los ciudadanos del futuro, adeptos a su doctrina y dominados por una política de la razón. Al parecer Chávez cree conocer absolutamente el devenir histórico.

Preguntarnos si el socialismo del siglo XXI es un régimen superior al liberalismo político, nos obliga a pensar en la fortaleza de los pilares que sostienen cada uno, en la estructura ordenada de sus valores y en su reflejo de la heterogeneidad de la naturaleza humana. Sostener que el régimen socialista que se implementará buscará la verdad, es admitir que éste es el único sistema político capaz de alcanzarla. Este objetivo no es tarea que a la política concierne, más bien a la política le corresponde tomar decisiones en medio del desacuerdo. Justificar el régimen político que se pretende instaurar en Venezuela con la razón, nos plantea dudas acerca de cómo puede caracterizarse de razonable un ideal carente de deliberación y consenso.

Si bien este nuevo régimen traería beneficios a la población históricamente excluida y vulnerable tales como la equidad, la solidaridad, la igualdad de oportunidades y acceso real a la educación, presentaría una privación de libertades básicas de una sociedad, como la libertad de expresión, de ideología, de culto y de pensamiento. En últimas, no somos nosotros los que deberíamos elegir qué tipo de sociedad es más apropiada para Venezuela; caeríamos en una discusión dogmática, pero desconocer la evolución histórica de la razón humana sería condenar la sociedad a la Inquisición.

Bibliografía

ARON, Raymond (1959). Introducción del libro el político y el científico. Barcelona: Library Plon.

Ley Orgánica de Educación - LOE: http://biografias.bcn.cl/alegislativo/pdf/cat/lext/4970-04/574.pdf.

Human Rights Watch - HRW: http://www.hrw.org/en/news/2009/07/31/venezuela-repeal-measures-aimed-critics. Julio 31, 2009

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