miércoles, 29 de mayo de 2013

Los medios de comunicación como generadores de violencia. Una problemática y sus posibles consecuencias

Por Jhosef Eduardo Meza Cuesta.
Estudiante de Ciencia Política
Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá D.C.

BETTO CARTOON - NarconovelasUn debate, de muchos que se han presentado en nuestro país hasta ahora. Casi siempre han tratado temas como la inclusión en la política, el conflicto armado, la economía nacional, etc. Este, sin embargo, es relativamente reciente; puede que se haya tratado tangencialmente desde hace muchos años, pero su connotación ha sido muy grande por lo menos en los últimos cinco o seis años, y gigantesca desde 2011 hasta ahora. Se trata de los medios de comunicación como generadores de violencia. Se puede hablar de varios medios en específico que pueden constituirse como tales, pero la televisión y sus contenidos, y especialmente los que se producen en Colombia, es un tema que está generando bastante controversia y puede tener consecuencias a corto y largo plazo en la realidad del país. Además, la televisión, debido a su cobertura y su gran influencia entre las masas hace que sea el medio de comunicación por excelencia que promueva la violencia, sin decir que otros medios como la radio y el internet no lo hagan.

El debate en torno a los contenidos violentos transmitidos por televisión tiene, como casi todas, dos partes: una, que sostiene que los medios de comunicación no pueden ser generadores de violencia por varias razones: uno, porque los programas que tienen contenidos violentos han sido hechos para “reflejar” la realidad del país; dos, su carácter investigativo hace que la temática que se trata sea mucho más seria y relevante; tres, las audiencias son “libres”de escoger los contenidos televisivos que quieran consumir y los que no. A pesar de que estos argumentos han sido defendidos fuertemente por los canales privados de televisión que hay en Colombia (Caracol y RCN), hay que sostener que los contenidos televisivos son generadores de violencia, especialmente si se toman en cuenta las fallas de los argumentos dados por dicha parte y lo que en realidad puede ocurrir con la televisión.

Primero que nada hay que decir específicamente cuales son los programas de televisión que pueden generar violencia: a lo largo de los últimos cinco años se han caracterizado mucho las narco-novelas que, como su nombre lo dice, tratan sobre el narcotráfico, y aunque cada programa puede presentar diferencias respecto a otras, básicamente tratan de eso; los realities show, en los que se puede evidenciar relaciones de poder y de conflicto mas que de sana convivencia; los noticieros de televisión –no todos- y los programas que se insertan dentro del genero periodístico de la crónica roja que generalmente transmiten información acerca de violaciones, asesinatos, robos, secuestros, etc.; y un tipo de programa que ha tomado relevancia en las últimas semanas conocido como para-novela que trata acerca del fenómeno del paramilitarismo en Colombia.

¿Por qué considerar que las fallas argumentativas de los “privados” pueden sostener que los contenidos expuestos generan violencia? Simplemente porque no explican como tal por qué dichos contenidos no generan violencia sino que apelan a otras cosas para defenderse como las expuestas anteriormente. Los argumentos expuestos por los contradictores, que van desde intelectuales reconocidos hasta blogueros, si toman en cuenta las potenciales y posibles consecuencias de su transmisión. Los más relevantes a considerar a corto plazo son: uno, en el caso de las narco-novelas, se legitima dentro de la población el accionar criminal y el comportamiento de las mafias del narcotráfico, y peor aún, se toma en cuenta a sus protagonistas como ejemplo a seguir[1]; en el caso de los realities show, debido a que se evidencian relaciones conflictivas, la gente sin criterio podría asumir que los objetivos que se proponen deben alcanzarse mediante prácticas que pueden ser tanto conspirativas como violentas[2]; en el caso de la crónica roja, se puede promover el pensamiento y comportamientos morbosos de la gente, que puede degenerar en violencia también; y en el caso de las para-novelas, se puede crear una imagen estereotípica de las personas que supuestamente hacen daño al país, como los estudiantes y profesionales de las ciencias sociales, los miembros de las universidades públicas y los grupos políticos de izquierda democrática, y por extensión a todo aquel que esté en contra del orden establecido en Colombia[3]; y una que se puede evidenciar actualmente, es que se refuerza el estereotipo del colombiano como mafioso, delincuente y asesino por parte de los extranjeros que ven los contenidos que se exportan a varios países de América Latina[4].

A largo plazo surgen varias consecuencias que pueden volver turbio el futuro del país: el principal podría ser el acrecentamiento de los niveles de violencia, así tenga o no éxito el proceso de paz con las guerrillas, debido a que nuestra generación y las futuras empezarán a adoptar la consecución de los objetivos por cualquier vía posible como legitima y el comportamiento violento como paradigma[5], por lo que engrosarían los ejércitos privados de la mafia o del paramilitarismo, o incluso formarían sus propios grupos ilegales; una segunda consecuencia a largo plazo sería la pérdida de legitimidad de los verdaderos lideres del país, provocando, en el menos peor de los casos, el fracaso de proyectos de modernización política y social porque no tienen la suficiente acogida, o en el peor de los casos, la persecución violenta de las personas que estén detrás de dichos proyectos al considerarlas como parte de la guerrilla[6]; como consecuencia de esto último, la imposibilidad de una modernización política, social y cultural del país, lo que acrecentaría las consecuencias anteriormente mencionadas.

Cuando se ha leído lo anterior, cualquiera se preguntaría porque ocurre esto. Solo hay una respuesta: dinero. Gracias a que los canales privados de televisión dependen financieramente de las pautas publicitarias y están controladas por oligopolios económicos que compiten entre sí[7] –el caso colombiano no es la excepción- que hacen tanto empresas privadas como movimientos políticos y el mismo Estado deben producir y transmitir contenidos que sean susceptibles de ser vistas por la mayoría de la población. Debido a que la gente, especialmente de los estratos bajos, no tiene suficiente discreción y criterio para seleccionar los contenidos televisivos, termina cayendo en esta lógica mercantilista y termina viendo cualquier cosa que se transmite, sin tomar en cuenta las consecuencias que esto puede traer no solo para las personas que los ven sino para la sociedad en su conjunto. ¿Por qué no transmitir contenidos culturales como documentales interesantes, o los viejos programas musicales que había hace muchos años, o educar desde la televisión para la convivencia y la paz? Porque simplemente no es rentable, y nada más.

En estos meses se han visto propuestas de solución a problemática que en cierto modo han dado resultado. Lo que hay que resaltar mucho y antes que lo demás es que el debate ya se está dando y debería llegar a ser un asunto político porque debe involucrar al Congreso de la República y a las autoridades competentes –como la Autoridad Nacional de Televisión-[8]. Una propuesta cuyo resultado desconozco es la de no hacer publicidad de ningún tipo durante la transmisión de dichos programas para impedir que los canales transmisores generen ganancias; es una buena propuesta porque eso les constituiría una pérdida significativa, pero considero que eso no es suficiente. Se necesitan medidas radicales y estructurales.

Para evitar que estas consecuencias se den, se debería hacer lo siguiente:

  • Educación para el televidente: no solo los estudiantes de educación básica y media, sino también los adultos deberían ser educados para ver televisión, creando así una conciencia crítica acerca de los contenidos que se transmiten en la televisión y promoviendo a su vez una televisión que aporte algo bueno a la sociedad.

  • Legislación nacional: es cierto que la Constitución de Colombia prohíbe la censura, pero lo que si podrían hacer el Congreso de la República y la Autoridad Nacional de Televisión es regular los contenidos que se transmiten en televisión, haciendo que algunos canales que incumplen las normas sean sancionadas debidamente.

  • Promoción de contenidos: el Gobierno Nacional y los canales privados de televisión deben promover contenidos sanos como programas de sano entretenimiento, programas culturales, entre otros, para la población, dejando de un lado las lógicas de mercado que promueven producciones mediocres y que promueven la violencia y tomando en cuenta las potencialidades que tiene la promoción de contenidos.

  • El papel de los actores sociales: la academia, los padres de familia verdaderamente interesados en el problema, las múltiples iglesias cristianas, otros grupos religiosos, los políticos y los gremios económicos deben actuar en conjunto para generar el debate, dando argumentos que permitan su solución y haciendo propuestas para crear una televisión sana que permita el fortalecimiento de la sociedad y no su fragmentación.

Notas

[1] LARA RESTREPO, Rodrigo. “Lo que va de un reality show a una medalla olímpica” en: http://www.elespectador.com/opinion/columna-369226-va-de-un-reality-show-una-medalla-olimpica. Fecha de consulta: 6de Abril de 2013.

[2] CELY ULLOA, Rafa. “Un país de caínes”, en: http://www.elespectador.com/entretenimiento/arteygente/medios/articulo-411588-un-pais-de-caines. Fecha de consulta: 6 de Abril de 2013.

[3] “Serie de TV sobre los Castaño molesta a la Universidad de Antioquia” en: http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12672360.html. Fecha de consulta: 6 de Abril de 2013.

[4] VELASCO, Luz Adriana. “Narco novelas, en el ojo del huracán” en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3860636. Fecha de consulta: 6 de Abril de 2013.

[5] Cely Ulloa, Rafa. Óp. Cít...

[6] “Serie de TV sobre los Castaño molesta a la Universidad de Antioquia”, en: Óp. Cít.

[7] SARTORI, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid (España), Santillana S.A. Taurus, 1998.

[8] DÍAZ BOHÓRQUEZ, Juan Camilo. “Los caínes de la televisión colombiana” en: http://www.eltiempo.com/blogs/padres_del_hoy/2013/04/los-caines-de-la-television-co.php. Fecha de consulta: 6 de Abril de 2013.

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