miércoles, 28 de mayo de 2014

Violencia, terror y narcotráfico en Buenaventura

Por Seminario Narcotráfico y Securitización.*

Casas completamente desocupadas, barrios parcialmente desplazados y controlados por grupos criminales, jóvenes masacrados, y mujeres intimidadas, son algunas de las frases características de los titulares de prensa que han hablado últimamente de Buenaventura. Además, las movilizaciones, las denuncias, los informes, los testimonios y las miles de voces de miedo y resistencia que han hecho visible la realidad del puerto, ponen ante el estado y la sociedad civil, escenarios de un conflicto cambiante, que exige a gritos llevar a cabo procesos y acciones de inversión social de corto y largo plazo que son mucho más complejas que las etapas de militarización que la población del puerto vive hoy.

Buenaventura es hoy un territorio de fronteras políticas, culturales y económicas, producto de años de migración e importantes desplazamientos poblacionales. Los escenarios de violencia que hoy caracterizan a esta ciudad, representan los límites ente la violencia y la convivencia, la ruralidad y la urbanidad, la ilegalidad y la legalidad, la destrucción y la conservación, y la pobreza y la riqueza. Entender los escenarios de violencia en Buenaventura como una reacción a las condiciones estructurales que le han acontecido históricamente, terminaría por respaldar una versión que se queda corta para entrever la complejidad de las dinámicas coyunturales en virtud de todos los elementos que coexisten en escena. Como elemento de poder, es necesario explorar más allá del ejercicio físico directo de la violencia y comenzar a indagar por gramáticas, estéticas y lógicas particulares que se desprenden del acto violento.

Una mirada al pasado
No fue hasta comienzos del XIX que el estado inicia algunos cambios importantes que transformaron la realidad de Buenaventura. La reactivación de la ruta Cali-Buenaventura, el nombramiento de un alcalde, notario, registrador, y del decreto que oficializó la apertura del puerto, permitieron demostrar el interes para darle un impulso economico al puerto que jugara un papel muy importante en las exportaciones de café durante todo el comienzo del siglo XX. Sin embargo, desde este momento la situación socio-económica de la ciudad comienza a dejarse de lado, situación que se perpetúa hasta el presente. Esto permite entrever una falta de voluntad política por mejorar la situación de la población en contravía al comercio portuario que empieza a presentar importantes resultados de bonanza económica. Diferencia que se acentúa, aún más, luego de la privatización del puerto el 21 de diciembre de 1993.

Su cercanía a Panamá y proximidad a países del Asia-pacífico y ciudades del este los Estados Unidos, ha convertido a Buenaventura en el puerto geoestratégicamente más importante del país. En congruencia con lo anterior, en Buenaventura se empiezan a dar dinámicas delictivas que la van convirtiendo en un caldo de cultivo para diferentes formas de expresión de la ilegalidad, desde la emergencia de grandes capos responsables de la exportación de las drogas ilícitas del Cartel de Cali a los Estados Unidos en los 80 y 90, hasta la conformación de pequeños traficantes locales, herederos del negocio del narcotráfico luego de la entrega de los grandes cabecillas de dichos carteles. A partir de 2000 suceden, por un lado, la mayor etapa de fragmentación del tráfico de drogas en la que se fortalece la articulación de actores nacionales e internacionales que participan de manera independiente y diferenciada en cada eslabón de la cadena productiva, y por el otro, una expansión de la siembra de coca y la arremetida de los paramilitares en la zona. Así, además de actores que hacen parte del proceso de producción, en Buenaventura también hacen presencia actores que actúan de intermediarios, encargados de hacer funcionar la red de transacciones, que en este caso no sólo son de orden internacional sino que involucra, también, a la primera etapa: el cultivo de la hoja de coca.

Como un fenómeno macro de transformación de las estructuras criminales, en Buenaventura se produce un fenómeno de expansión de las denominadas bandas criminales o neo-paramilitares (La Empresa, Los Urabeños), que nacen con el proceso de desmovilización del 2005, y que se expresan en una nueva forma de apropiación y adaptación de la violencia, y unas formas de control territorial que visibilizan procesos transitorios de re-territorialización de la misma. Los actores armados de los grupos criminales no son externos a estos territorios, sino que es a diferencia del paramilitarismo contrinsurgente, en esta fase sera la misma población de estas ciudades la que se está vinculando a las dinámicas del narcotráfico. Lo anterior, a través de un proceso de reconfiguración de las estructuras organizacionales del tráfico de drogas que hoy han llegado a presentar una cara cada vez más relacionada a formas de outsourcing criminal.

Violencia en Buenaventura
Buenaventura se configura como lugar de interés estratégico, pues su área marítima une al norte y sur del Litoral Pacífico y dentro del territorio colombiano este puerto es considerado como punto final de las rutas de exportación de la producción nacional de la droga ilícita proveniente, principalmente, de los departamentos de Cauca y Tolima. Así pues, Buenaventura se constituye como un lugar de conflicto en donde tienen lugar fuertes disputas por el control territorial por parte de varios actores armados ilegalmente; los cuales luego de cierta permanencia en este territorio, expanden sus repertorios de acción con tal de obtener mayor control sobre todas las actividades ilícitas que van desde narcotráfico hasta el cartel de robo y el contrabando de gasolina. La diversificación de las fuentes de financiación, además, es una de las características de las bandas criminales que ocupan los vacíos de poder que dejó, en distintas zonas del país, el proceso de Desmovilización, Desarme y Reintegración realizado durante una de las administraciones de Álvaro Uribe. Esto coincide con que desde los últimos diez años, Buenaventura se ha caracterizado por sufrir recurrentes episodios de violencia cargada, cada vez más, de barbarie y sevicia.

Claramente es un territorio de frontera, una puerta para la importación y exportación, lo cual se presta, infaliblemente, para el contrabando que va desde exportaciones ilegales hasta la entrada de insumos químicos para la industria ilegal, relacionadas al comercio de drogas ilegales, pero también al comercio de armas para la guerra y las redes de protección a la industria, y los bienes utilizados en los procesos de lavado de activos. Por lo tanto, el Pacífico terrestre de Buenaventura, así como su extensión marítima, se configura como un lugar de interés no sólo para el Estado y demás actores políticos, sino también para el narcotráfico en general que vincula bandas criminales (Paisas, Urabeños, Rastrojos, Empresa) y guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).

Esta confluencia de intereses, hace de Buenaventura una población con indicadores de pobreza, marginalidad y violencia que se expresa entre 2003 y 2010, en cifras de aproximadamente 1900 personas muertas, de las cuales más de 1300 son jóvenes entre 15 y 35 años, es decir que el 67% de la población total víctimas son estas generaciones de jóvenes. Desde el 2000 se presentan denuncias, reportes de prensa, e informes de medicina legal que indican un aumento considerable de asesinatos, desplazamientos, masacres colectivas, amenazas y desapariciones forzadas que incluyen personas tanto inocentes como pertenecientes a los grupos criminales, o a las fuerzas armadas. Además de las víctimas que han sido líderes comunitarios, periodistas, activistas, etc. De hecho, durante el 2014, se han presentado más de 50 personas asesinadas y la Armada Nacional ha capturado a 41 personas de las cuales 12 son menores de edad y la Policía ha capturado a 60 miembros de las bandas criminales.

Impactos y cambios sociales
Por un lado, el descuartizamiento que se viene llevando a cabo hace varios años en Buenaventura, se hace público con la puesta en evidencia de las casas de pique. El aumento significativo de los desmebramientos, decapitaciones y torturas, hacen parte de técnicas del terror que deshumanizan al enemigo, pues más allá del ejercicio de matar, se expresan sistemas de normas y valores internos trasgredidos, manifestados en la corporalidad mediante la tortura, que anulan la subjetividad de la víctima. Por demás la agresión no va dirigida únicamente sobre quien se ejerce la acción; más bien se configura como un mensaje emitido, al resto de la población con el fin de hacer patente una advertencia para implantar terror colectivo, dejando en manos de cada individuo la responsabilidad de la existencia propia, nunca será culpa del verdugo. La violencia y la muerte dejan de ser elementos instrumentales que suprimen el obstáculo que el enemigo representa en la consecución de un fin, para demostrar un ejercicio de poder sobre el cuerpo hasta denigrarlo. También debe reconocerse que esta dinámica obedece a un cambio de repertorios que se inaugura con la llegada y arraigo del neoparamilitarismo que con el narcotráfico, involucran la disputa territorial por rutas estratégicas de tráfico de drogas.

Así, el narcotráfico ha gestado lógicas diversas de crimen. Una de ellas es la forma en que se racionaliza la violencia mediante la tercerización de la misma, como si se tratase de la prestación de un servicio. El ejercicio de la violencia se ha descentralizado dando lugar a pequeños focos de control, para regular la competitividad y especialización en la prestación de un servicio susceptible de ser contratado. En ese escenario, el papel del narcotráfico se expresa en tanto consumidor de ese tipo de violencia, representada en Colombia por las “oficinas de cobro” y los llamados sicarios a sueldo, sector que en general, contrata y coopta jóvenes de barrios marginales como ha venido dándose en aumento en Buenaventura. La tecnificación y la instrumentalización de la violencia, dejan ver que su ejercicio como práctica performativa ya no justifica un ideal político, la defensa de los propios, o una motivación emocional, sino que se vuelve un fin en sí mismo al estar mediada por una transacción económica.

Por ello, la situación actual de Buenaventura no se puede entender sin hacer una lectura adecuada de los elementos históricos mencionados y del contexto social y económico atravesado por dinámicas del narcotráfico, el conflicto armado y el capital privado. El gran ausente ha sido el Estado como protector de la población y principal combatiente de la pobreza, la escasez de oportunidades económicas, la negación o restricción de los servicios públicos, los conflictos y la represión del Estado mismo. Con todo y eso, la precariedad de las condiciones de vida de los habitantes de Buenaventura ha sido una constante histórica y aunque desde los años 70 se vienen estipulando políticas que ayuden a cambiar este panorama, la efectividad de dichas políticas, sin embargo, quedan en entredicho al ver la situación social en que está sumida la totalidad de la población. Recordemos dque de acuerdo al Dane el 80,6% de la población del puerto viven en condiciones de pobreza.

Finalmente, otra forma de dar cuenta de esa racionalización de la violencia, viene desde la idea de seguridad como política estratégica del Estado, que en nombre de la protección a la población despliega un proceso de militarización del espacio como una forma de control sobre el mismo. Se desconoce así que lo que se ataca es la consecuencia de un abandono histórico de la población, que permitió la emergencia de poderes y legitimidades locales. Por otra parte, las políticas de seguridad expresadas en la militarización dan cuenta de técnicas de gobernanza, que involucran variables económicas, pues recordemos el lugar estratégico que representa Buenaventura para la economía del país.

En virtud del neoliberalismo y la protección de las élites políticas y económicas en juego, se despliega todo un andamiaje político-militar, que desconoce las implicaciones sobre la población misma, pues su cotidianidad es invadida por un ambiente de intimidación que impide el desarrollo de las prácticas diarias a plena cabalidad, y que ya no es sólo ejercida por los actores armados al margen de la ley. A mayor escala, las implicaciones económicas y políticas rebosan las agendas de seguridad y económicas; a menor escala las repercusiones de la violencia en la sociedad civil inmediata a estos enfrentamientos está cobrando cada vez más la tranquilidad de muchos habitantes.

Militarización: ¿solución?
A corto plazo, son preocupantes todas estas generaciones de jóvenes que proyectan su vida a través de formas de ascenso social y económico asociadas a su interés por la vinculación formal o informal a las empresas criminales. Desde una perspectiva tanto individual como colectiva, su identidad se construye política, económica y socioculturalmente a través de lenguajes, relaciones de poder, prácticas económicas y saberes, que se expresan a través de los diversos repertorios de violencia que se han mencionado. Sin embargo, a mediano o largo plazo, la población de Buenaventura a futuro estará mayoritariamente constituida por aquellos niños que hoy incluyen en su memoria colectiva los gritos de las casas de piques y de torturas, que escuchan mientras intentan prestar atención al profesor(a) que enseña frente al tablero en su escuela.

Buenaventura no aguanta más. Mientras se militarizan los barrios, la sociedad es permeada por procesos de naturalización de la muerte a temprana edad, de transformación de las estructuras familiares en función de la deasparación y asesinato de los hombres jóvenes, de rupturas en la credibilidad de la población en las instituciones que representan autoridad y poder dentro de la sociedad, de reproducción de prácticas y relaciones sociales marcadas por la individualidad y de reproducción de factores de miedo dentro de la población.

A pesar de lo anterior, asesinatos como los de Luis Carlos Rentería de 29 años, las masacres y desapariciones colectivas de los jóvenes desde hace más de 10 años, están despertando movilizaciones y llamados de atención de la comunidad que sacrifica su seguridad y su vida, divulgando y denunciando los constantes crímenes, que hacen de uno de los puertos más importantes del país, un lugar de violencia invisibilizado y maquillado por discursos de securitización. Porque la violencia no son solo los asesinatos, violencia es la marginalidad y pobreza en que está sumida la totalidad de la población del Puerto colombiano más importante del país. Violencia es la indiferencia con la que el resto del país, se ha olvidado del Puerto.


* En este artículo colaboraron: Inge H. Valencia, Natalia Perez, Laura Torres, Olga Llanos, Cristian Erazo y Adolfo A. Abadia.

lunes, 26 de mayo de 2014

Carta a un votante del Partido Conservador, el Polo Democrático y el Partido Verde… Hagamos un frente amplio por la paz

Columnista José Jairo Jaramillo.

Ustedes votaron por tres buenos candidatos, Enrique Peñalosa y Marta Lucia Ramírez, defensores de la trasparencia en el manejo de los recursos públicos y de la lucha en contra de la politiquería, y Clara López, promotora de la igualdad y de la dignificación de la vida de los más humildes.

La polarización de la nación llevo al resultado que se obtuvo, Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga disputaran la Presidencia de la República en tres semanas. Ustedes, elegirán al próximo jefe de Estado. La elección presidencial depende en gran medida ahora de ustedes. Pueden abstenerse de votar por que no le llama la atención ninguna de las dos alternativas que quedan, o puede movilizarse en torno a una de ellas y desequilibrar la balanza a favor de alguno de los candidatos.

Solo le quiero expresar la dicotomía a la que se enfrenta no solo usted, sino el país. La salida negociada al conflicto (LA PAZ) o la salida militar (LA GUERRA). El candidato del Centro Democrático dice querer la paz, pero plantea una posición hipócrita frente a la misma, pues le pone unas exigencias tales a la guerrilla que hace imposible la negociación, para el Uribismo solo es viable la rendición, ello implicara abortar estos diálogos. Por otro lado hay un candidato Presidente, seguramente tiene profundas diferencias con Santos y no voto por él en primera vuelta, que le apuesta todo a los diálogos con la insurgencia. Si está de acuerdo con la salida negociada de la guerra, tiene una opción en segunda vuelta, tal vez no le guste quien la encarna, pero es claro que la otra opción, óscar Iván Zuluaga, es la antítesis de la paz.

Quienes apoyamos la paz, debemos hacer un frente amplio para defender este proceso, no podemos retroceder. Nunca se había avanzado tanto en temas sustanciales (agro, política, narcotráfico) con la guerrilla. Más de 220.000 muertos en 50 años de conflicto, 5.000.000 de desplazados y más de 200 billones de pesos invertidos en los últimos 10 años en guerra, son razón suficiente para apostar por la paz. No se quede en casa el próximo 15 de junio, porque si se abstiene de participar, es posible que al finalizar la jornada electoral el Uribismo retorne al poder.

Por eso es el momento de buscar puntos de encuentro, la paz es uno de ellos. Como decía Luis Carlos Galán al margen de nuestras diferencias compañeros del polo, del partido verde y del partido conservador creo que la mayoría de colombianos: No aceptamos la violencia, creemos en la razón, en el derecho de nuestro pueblo a buscar su destino por las vías de la razón…ese destino es la salida negociada a la guerra. Por eso apoye el proceso de paz, votando por Juan Manuel Santos, o invitando a otros a que lo hagan.

domingo, 25 de mayo de 2014

La democracia es un estilo de vida

Columnista Adolfo A. Abadía.

Cada cuatro años los ciudadanos colombianos tenemos la oportunidad de ejercer una de las expresiones democráticas, quizás de las pocas que muchos podremos ejercer. Esta es, a su vez, una de las piezas fundamentales de todo humano como ciudadano de alguna nación. No es nada más que manifestarse políticamente a través del voto. Esto significa elegir la preferencia y el rumbo político que se considera más acertado, es dejar sentado nuestra inclinación política y dar prerrogativas a una postura frente a otras. Con el voto estamos participando en la configuración de los políticos que participarán en los debates que están implícitos en el quehacer de la política. Es una oportunidad para vivir la experiencia de la democracia.

Esta jornada electoral registró quizá el más alto nivel de abstencionismo para elecciones presidenciales de las últimas de las que se tiene registro para el principal cargo político del país. Y esto me da pie a pensar un par de cosas. Por un lado, a pesar del alto abstencionismo, es evidente que los colombianos queremos vivir en un régimen democrático. Esto se ve expresado en que muchos colombianos se enorgullecen de la estabilidad de régimen democrático colombiano, más aún cuando se comparan otros casos de países latinoamericanos. La idea de trasfondo que apoya esa afirmación, en muchos de los casos, varía entre dos extremos, –es que no nos convertimos en una nueva Cuba– dicen unos, y –es que no nos volvimos en una dictadura como ocurrió en varios países del cono sur del continente-. Mi posición ante estas dos dicotomías es muy simple, no vivimos en Cuba, pero emergieron grupos de lucha revolucionaria que han dado lora hasta el día de hoy. No vivimos una dictadura que arrasara quienes respiraran “aires de izquierda”, pero hemos sido testigos de cómo se han asesinados sistemáticamente a los líderes políticos que representaran la oposición a los partidos tradicionales de Colombia, en particular a los partidos de izquierda como ocurrió con la Unión Patriótica en los 80. En todo caso, nuestros dos partidos tradicionales han sido promotores de grandes y sangrientos enfrentamientos que se han reproducido a lo largo y ancho de la historia colombiana.

A pesar del alto abstencionismo, también es común escuchar -es que Venezuela es una Democracia pero en decadencia-. Aquí lo que está en discusión es el grado que se le da a ciertos valores y principios que se consideran implícitos en la experiencia de vivir en una democracia. Por lo tanto, si una nación privilegia principios como la igualdad, la libertad, el libre mercado, la justicia, el derecho, la multiculturalidad y la pluri-etnicidad, no es nada anormal que se manifieste en contra de cualquier acto que vaya en contra de esos principios. En este sentido, se entiende que muchos colombianos critiquen los golpes a la libertad de expresión que ocurre en Venezuela; que cause conmoción la intención de invitar a Cuba, país que difiere a Colombia entre otras cosas por su modelo económico, a un foro de presidentes latinoamericanos como ocurrió en la pasada VI Cumbre de las Américas. Al parecer, sentar una posición es más sencillo cuando se mira hacia afuera, pero si observamos hacia el interior, lo que ha pasado y sigue ocurriendo, entonces llegaríamos a la conclusión que aquí también ocurren cosas tan graves como en países vecinos. Por ejemplo, la interceptación ilegal de la comunicación privada de personas de la opción o de aquellos quienes presuntamente representan un “peligro” para la democracia rompiendo con todas las libertades y derechos de la contraparte es un asunto demasiado grave. Retomando el caso venezolano, a pesar de todo lo que ha ocurrido, y está ocurriendo, en términos de violación a los derecho humanos y fraude electoral, el nivel de abstención es aproximadamente 3 veces menor que en Colombia.

A pesar del alto abstencionismo, no paro de escuchar afirmaciones como -para que votar si siempre son los mismos-. Nada es tan recurrente como escuchar la anterior frase, y más en momentos próximos a las elecciones y en círculos familiares. Si bien, sí se eligen, y últimamente reeligen, candidatos de amplia trayectoria política y cercana a las familias de la élite política que, directa o indirectamente, han jugado un importante rol en la política colombiana; sin embargo, jamás son los mismos. No son los mismos pues, por ejemplo y a simple vista, Gaviria y la constitución del 91 no es lo mismo que el proceso 8000 con Samper; el Samper “sin visado norteamericano” no fue lo mismo como el “Tour internacional” de Pastrana en busca de apoyo para su proceso de paz; la zona de distención de Pastrana no se puede comparar con las políticas de seguridad democrática de Uribe; y ni siguiera el Uribe de 2002-2006 se puede comparar con el Uribe que fue hasta el 2010 pues el Uribe del segundo periodo le tocó defenderse de mucho de lo que hizo en su primer periodo (DAS, DMG, AIS, AUC, Falsos positivos, Yidispolítica, Parapolítica, etc.); y para notar la diferencia entre Santos y Uribe, no falta sino googlear sus cuentas de twitter y mirar como sus posituras están constantemente enfrentadas. Por otro lado, la variedad de candidatos y opciones políticas no son las mismas. Fácil fue, por mucho tiempo, votar por el candidato del partido liberal o el del partido conservador. Ahora la emergencia de nuevos partidos y movimientos políticos, así como de candidaturas independientes, han marcado la diferencia en las últimas elecciones. La variedad de opciones es tan variada como los colores del arcoíris; también, la fuente de los apoyos políticos así como de los apoyos económicos se mueve a multiniveles. En una nivel van de lo legal a lo ilegal, en otro nivel de la “Para”- a “Farc-política”; en un tercer nivel, la tensión gira entre políticas seguridad y políticas con impacto social, en otro nivel de carácter más coyuntural, la disyuntiva es entre el Uribismo y el Santismo, o cualquier oposición política que el exmandatario Álvaro Uribe mencione en su cuenta Twitter. Actualmente, la polarización política gira entorno a proceso de paz adelantado en La Habana, entre quienes apoyan este proceso de negociación y quienes no lo hacen.

Y sin embargo, el abstencionismo también puede entenderse como una elección racional, una decisión que indica desacuerdo con las opciones que se presentan como candidatos, sus propuestas, sus trayectorias políticas. El abstencionismo puede también indicar un ambiente de inconformidad generalizado con el método de elección de las personas que aspiran al poder político, incertidumbre por el alto grado de probabilidad de que “se pierda el voto”; pero más preocupante aún, puede ser un indicador de que la democracia, con todos los “pro y contras”, no es el régimen político con el cual se sienten identificados.

Yo los invito a que nos pensemos la democracia no como un conjunto de oportunidades, de reglas, de instituciones y entidades, ni como la acumulación de derechos, valores y principios, de libertades y deberes. La democracia es todo eso y mucho más. Es una forma de ver al mundo, de aproximarse a la vida, de resolver los conflictos, de apreciar la alteridad, de interactuar con el “otro”, de comunicarse con los demás, de interpretar la complejidad, de entender las relaciones sociales. La democracia es un estilo de vida, la cual es mejor vivirla a plenitud.

domingo, 18 de mayo de 2014

Queremos paz… ¡con mano dura!

Columnista Hugo Andrés Arévalo González.

Ven en él, un discurso y una figura claras y contundentes. Quieren a toda costa que se penalicen a los grupos armados que han desangrado a Colombia: que paguen por las muertes de niños, mujeres y hombres; por las violaciones, robos y desplazamientos. Muchos hemos sentido tanta rabia por estas situaciones que me imagino que es la primera sensación que se experimenta: venganza a través de la mano dura de la justicia.

Él es un personaje sin propuesta, por eso no es el “número uno”: es claro que todo lo que hace y dice es un monólogo emitido por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez (ver video). Resulta tan idéntico su discurso, que da risa verlo haciendo incluso los mismos gestos que aquel paisa iracundo viudo del poder.

El otro, que ahora busca la reelección, parecía en sus comienzos de gobierno como un náufrago aferrado una tabla en medio del inmenso mar. Emite con una convicción sorprendente, unas iniciativas absurdas, como por ejemplo: que Colombia perteneciera al “selecto” grupo armado de la OTAN, que dizque porque Colombia también “tiene el derecho” (ver video). Que Colombia tiene también el derecho de qué? ¿No le basta con la guerra interna para ir a buscar más pleitos por fuera? Luego -y como nos tiene acostumbrados-, vería la reacción de las personas, y con base en eso, se retractaría de sus despropósitos. Sin embargo, este otro que parecía que iba a tener peores resultados que Uribe; terminó quitándole –no con mucho esfuerzo voluntario- gran parte de las huestes conservadoras, liberales, etc., etc., a su maestro de corruptelas.

Del candidato que por prejuicio social denotaría con su cabello blanco, “sabiduría”, nos queda nada más que mirar y no esbozar palabra alguna ante su burrada. Pero para argumentar el porqué de lo dicho anteriormente, no es sino recordar que en una reunión de Hang Out de El Tiempo, afirmó que "en la agricultura moderna, casi que lo menos importante es la tierra" (ver video). Resulta vergonzosa su cita en un país donde la violencia creciente desde la década de los 50 ha sido ocasionada básicamente por un problema de injusta distribución de la tierra.

Jorge*, es uno de tantos colombianos que le critica las políticas “sociales” a Uribe, sobre todo cuando tiene que ver con seguridad. Es por eso que está en contra de las evidencias de los ciudadanos y campesinos asesinados por la fuerza pública, presentados como insurgentes abatidos. Jorge tiene 53 años y es médico, y como profesional ha tenido que ver cómo sus colegas de trabajo le sonríen al sistema de salud corrompido por la Ley 100 de 1993 de su majestad Álvaro Uribe. Conoce de cerca la muerte en manos de quienes se supone, deben salvar las vidas de los ciudadanos, pero para sorpresa de muchos, Jorge votará (¡botará!) por Óscar Iván Zuluaga, porque dice ser muy conservador y quiere recuperar la posibilidad de volver tranquilo a su finca; y porque, según él, lo peor de todo es que las FARC no sean culpabilizadas y castigadas por todo el daño que le han hecho a la sociedad.

La guerra ya no es opción: si usted quiere un cambio pero piensa como Jorge*, no puede seguir pidiendo el mismo modelo guerrerista que han elegido los colombianos que vivieron antes que usted: bala y más bala. La alternativa es otra y muy obvia: la guerrilla nació por las desigualdades del gobierno; porque los campesinos no eran tenidos en cuenta, porque se les estaban robando la tierra y no se les daban garantías de una vida digna. La respuesta coherente para acabar con gran parte de la guerra colombiana, es ésa: dar educación, garantizar el derecho a la vida, a la libre expresión; redistribuir las tierras según sus aptitudes y en extensiones similares, regular la explotación mineral de las multinacionales, mejorar la educación reforzándola con nuevas estrategias de aprendizaje dignas de nuestro siglo; mayor inversión económica, incentivar el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Sólo cuando entendamos que la opción para acabar la guerra, no es más guerra; habrá paz.

Para terminar, lo más preocupante: algunos compañeros y colegas de mi juventud, justifican y promueven la reelección de Santos porque es el “único” que ha estado tan cerca de un proceso de paz. Sin embargo, aunque sea verdad, son innegables dos hechos: 1. Que su iniciativa del fin del conflicto armado en mutuo acuerdo con los grupos guerrilleros es un caballo de Troya para su reelección. Y 2. Mis compañeros dicen que cómo no firmar el proceso de paz bajo mano de Santos, si es él y su equipo quienes conocen ya los procedimientos. Y que firmarlo AHORA, evitará más guerra; que pensemos en las familias y su dolor.

Mis respuestas: el proceso de paz y su gabinete, pueden seguir sin Santos hasta que se pacte lo necesario. El fin del conflicto sí evitaría más violencia en teoría, pero es falso: cuando las políticas paternalistas entregan subsidios por todos lados para maquillar los daños del TLC al sistema productivo y económico; cuando el modelo de salud es otro tipo de guerrilla para los colombianos; cuando la educación deplorable son las minas que quiebran los sueños de los niños; cuando los salarios, son bombas devaluadas ante los altos costos de la canasta familiar, etc.

Ante todo esto, no hay argumentos para apoyar al proceso de paz bajo la mano de que quien escribe una cosa con una de ellas; lo borra con la otra.

Jorge* es un alias dado para proteger a la persona.

La razón de mi voto

Columnista José Jairo Jaramillo.

La razón de mi votoEscribo esta columna antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, seguramente Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga pasaron a segunda vuelta, que se celebrara el próximo 15 de junio. La elección presidencial se polarizo, y ello hizo que de 5 buenos candidatos, quedaran dos viables (con opciones reales)... el candidato de la Unidad Nacional (que es una coalición entre los partidos Liberal, Cambio Radical y de la U) y el del Centro Democrático.

Manifiesto mi apoyo al Presidente Juan Manuel Santos, un hombre que se atrevió a dar inicio a un proceso de paz, a pesar del costo político que ello implicaba, un proceso que ha avanzado como ningún otro en la historia del conflicto en Colombia; se han llegado a acuerdos a tres de los cinco puntos de la agenda de negociación 1) en materia de política agraria, 2) participación política y recientemente 3) narcotráfico, faltan dos, reparación a las víctimas y fin del conflicto.
Apoyo el proceso de paz, en los últimos 50 años han muerto aproximadamente 220.000 colombianos con ocasión de la guerra, y ha habido más de 5.000.000 de desplazados. Además de los elevadísimos costos económicos de mantener indefinidamente la confrontación militar, nosotros gastamos el 5% de nuestro Producto Interno Bruto en aparato militar, EEUU apenas el 4%. Para este año el presupuesto para defensa es de 28 billones de pesos, es decir nos gastamos por segundo alrededor de $887.000, en mantener la confrontación, y gastos militares.

Santos está comprometido con sacar a Colombia de la guerra, por eso lo respaldo, mientras Óscar Iván Zuluaga representa a los sectores económicos y políticos que se han lucrado del conflicto, y se han visto beneficiados políticamente de él (gran ejemplo de ello es Álvaro Uribe Vélez que le vendió al país la ilusión de ganar la guerra por la vía militar, no lo consiguió, pero gracias a ella fue elegido dos veces y hoy quiere ser reelecto interpuesta persona… Zuluaga representa a quienes quieren que todo siga igual, que no se hable de reparación a las víctimas, de ocultar que Colombia vive en conflicto hace 50 años, de parar la restitución de tierras, y lo más importante de abortar un proceso de paz que por más duro que sea es el camino correcto.

Hemos vivido una guerra sucia, en la que el ex presidente Uribe y su candidato el “Zorro” zuluaga, han chuzado desde el fiscal al mismo Presidente Santos (esto confesado por su hacker) para por cualquier medio (legal o ILEGAL) desprestigiar, y vilipendiar un proceso de paz que no les gusta, por que de concretarse los deja sin razones para hacer política…yo como joven si quiero que esto cambie, y espero que usted apreciado lector piense lo mismo, si estamos en segunda vuelta y esta Santos y Zuluaga no lo piense tanto, por sus hijos y por su país la mejor opción es la paz y no la guerra. Juan Manuel Santos presidente.

¿Quiénes ganaron? ¿Quiénes perdieron?

Por Reynell Badillo.

El pasado 9 de marzo tuvieron lugar las elecciones legislativas en Colombia. Por varias razones, estas fueron posiblemente de las más controvertidas que ha habido en la historia del país. Entre ellas, porque tenemos que a nuestro ex presidente Álvaro Uribe Vélez, que por cierto modificó la constitución para que se extendiera el periodo presidencial mediante la reelección, le dio por volver a ingresar a la escena política, ahora aspirando a una curul en el congreso de la república y con un partido que poco a poco se ha ido fortaleciendo, y en las encuestas mostraba una intención de voto del 23% (ver). Por otro lado, los diálogos de paz que avanzan en La Habana tienen claros contradictores, y estos están a la espera del resultado para ingresar por la puerta grande al capitolio nacional. Si esto se da, el proceso se vería afectado y posiblemente serian otros 50 años de guerra armada; además, a esto se le suma el abstencionismo electoral que hace a Colombia uno de los países de Latinoamérica con menos porcentaje poblacional que asiste a las urnas, un grave problema sumado a la corrupción que agobia desde hace años al país y el fraude electoral que frenéticamente se adueña de todas las regiones, por otro lado, gran parte de los candidatos al congreso vienen de familias elitistas, o en otras palabras, han estado presentes anteriormente en el poder y sus familias no tienen la mejor reputación posible, hay una gran lista que es apreciable por todos nosotros gracias a los famosos apellidos que la conforman; por último pretendo en este ensayo analizar como quedaron repartidas las curules, y a quien afecta este panorama.

En primer lugar, sería interesante observar la situación política del ya electo senador Álvaro Uribe Vélez; para contextualizarnos debemos comprender ante todo que en un pasado este fue nuestro presidente, el primero en ser reelegido y por ende quien más ha permanecido en el poder continuamente, pero al parecer a nuestro ex presidente no le basto con vivir durante 8 años en el palacio de Nariño, y después de expresar su inconformidad con la forma de gobernar de Juan Manuel Santos, quien por cierto fue apoyado por el mismo para llegar al poder, se apartó del partido que antes había creado (Partido de la U) y conformo el que ahora recibe el nombre de Centro Democrático, como presidente, Uribe Vélez luchó arduamente contra las FARC, pero precisamente combatió el fuego con más fuego, y por lo tanto era de esperarse que, así como lo ha hecho, fuera la oposición más visible del proceso de paz, ahora, trasladando toda esta historia a las elecciones pasadas, podemos darnos cuenta que claramente su regreso a la política fue magistral, 19 curules en la cámara alta no es nada despreciable para un partido incipiente, su popularidad evidentemente le brindo una gran cantidad de votos y ahora Centro Democrático es líder, después del partido de la U, de la mayoría en el congreso, pero esto solo nominalmente, ya que como es bien sabido, la “Unidad Nacional” así como es llamada esa coalición de partidos que están a favor del presidente Santos, comprende los partidos liberal, cambio radical, de la U, y parte de los conservadores, conforman la verdadera mayoría en el congreso, sumando a esto los partidos de izquierda que efectivamente apoyaran los procesos de paz, que son la más dura crítica del Uribismo, parece entonces que la gobernabilidad del presidente está más que asegurada, pero sin perder de vista que efectivamente habrán cambios impulsados por los opositores, las condiciones de la negociación no podrán continuar tal cual iban, pero esto no debe implicar que se den por terminados, y mucho menos si el partido conservador se rinde a la coalición Uribista; de esta manera hemos analizado de manera muy somera y breve la condición actual del ex presidente, y la relación que guardaron estas elecciones con los diálogos de paz, que según el presidente deberían terminar antes de que finalice el año en curso.

Otra perspectiva interesante para su análisis, es sin duda el abstencionismo electoral que desde hace años ha afectado a Colombia, pero nadie parece darse cuenta, las elecciones del pasado 9 de Marzo no fueron la excepción, el 57% (ver) de la población apta para asistir a los comicios sencillamente no apareció, y le dejaron a menos de la mitad de los ciudadanos la responsabilidad de elegir a los gobernantes, este es un grave problema, ¿Qué tan legítimo es un gobierno donde más del 50% ni siquiera se preocupan por aparecer? ¿Cuánta confianza se tiene en las instituciones públicas si ni siquiera se hace el esfuerzo por elegir bien? Definitivamente es cuestionable el resultado, aunque para algunos fue una “victoria de la coalición de la paz” (Santos, J. 2014), esta victoria puede ser fácilmente cuestionada, y no precisamente por los votantes, sino por la cantidad exuberante de ciudadanos que no mostraron su posición, ¿será que el hecho de que el voto no sea obligatorio, ni hayan sanciones para quien se abstenga de hacerlo está afectando seriamente el sistema? Al parecer sí, la balanza se ha inclinado siempre hacia el mismo lugar, cuanto menos personas asistan, es mucho más controlable la votación, y lo más cruel, es que quienes lo hacen, no van por convicción, sino por cumplirle a alguien, que con dinero ha maleado su convicción, el clientelismo aborda la nave de la democracia, y le ha servido a sus defensores para mantenerse en el poder y transferirlo mágicamente de generación en generación; el fraude electoral ya es tan común como nuestro himno, los mismos ciudadanos han aprendido a convivir con él, y ya hace parte de la cotidianeidad de los colombianos, los políticos engañan con eufemismos a los pueblos, que poco a poco se sumen en el más mísero de todos los males: la ignorancia, esa misma ignorancia que les hace escoger mal, escoger por obligación, o lo que es peor, pensar que no votando castigan a los dirigentes que en un pasado han dañado sus vidas.

En fin, vuelven a sonar los mismos apellidos que antes han empantanado nuestro órgano legislativo, es supremamente asombroso como se han logrado librar de la justicia, y el pasado 9 de marzo obtuvieron una votación considerable, a detrimento de los valores que deberían regir a nuestro congreso, Musa Besaile Fayad, Yamina del Carmen Pestana Rojas, José Alfredo Gnecco, Roosvelt Rodríguez y Dayra Galvis, solo para mencionar algunos nombres, muchos de ellos han estado comprometidos con parapolítica, otros son herederos de familias que para no llamarlos fraudulentos, se les acuña el distintivo de “defraudadores del erario”, como lo dice Samper:

“Numerosos congresistas nuevos se posesionarán el 20 de julio avalados por jugosas (y dudosas) votaciones. Algunos son hijos de un reo, hermanos de un personaje con orden de captura o parientes de ‘parapolíticos’, de contratantes de ‘carruseles’ o de funcionarios corruptos. Tendrá curul, incluso, un debutante cuyos progenitores –ambos– están inhabilitados para hacer política por supuestos nexos con ‘paracos’ y contratos indebidos”.

La tradición se mantiene, y esto no es un secreto para nadie; la perpetuación de las familias en el poder ya es un hecho, al parecer muy difícil de frenar.

Por último, es importante analizar como quedo conformado nuestro órgano legislativo, y apenas bastara una mirada a las cifras para comprender la situación, en lo referente a las 102 curules que se disputaban en el Senado, 21 fueron asentadas en el partido de la U, siendo este el líder reñido de las pasadas elecciones, el segundo lugar lo ocupan simultáneamente la oposición Centro Democrático, y los conservadores, con 19 curules cada uno, el partido liberal se muestra en el tercer puesto con 17 curules, ampliamente lejos de Cambio Radical, que obtuvo 9, los partidos Verde, Opción Ciudadana y Polo Democrático obtuvieron 5 curules cada uno y el partido Mira, después de los escándalos que lo rodearon termino sin su lugar en el Senado; tal como se había dicho antes, la coalición nacional es la evidente ganadora, tal como están las cosas, al menos en el Senado el presidente Juan Manuel Santos tiene muchas cartas a su favor, y si las sabe aprovechar seguramente su gobernabilidad estará plenamente garantizada. En cuanto a la cámara de representantes, aquí fue más arrolladora la diferencia, 39 curules para el partido liberal, 37 para el de la U, 27 para los conservadores, 16 para Cambio Radical, 12 para Centro Democrático, 6 para el Partido Verde y Opción ciudadana, 3 para el Polo Democrático y Mira, y una minoría restante, conformaron las 166 curules de la cámara de representantes, aquí la diferencia es aún más abismal, y 92 de estas apoyaran la gestión del presidente, dentro de lo que se puede prever, ante la oposición de Centro Democrático y posiblemente los conservadores, el congreso sigue manteniendo su estatus Santista, y aquí, respondiendo a la pregunta del título, ganaron las elites, los adinerados, los que mueven las maquinarias políticas, el presidente y sus “secuaces”, la coalición nacional, Uribe (guardando proporciones), las FARC, las familias tradicionalistas, y sencillamente perdieron los únicos dos actores que siempre han tenido que someterse a la hegemonía de los anteriormente mencionados: la democracia y el pueblo.

sábado, 17 de mayo de 2014

Proyecto Videocracia - 2da versión

El Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi invita a la presentación del evento: VIDEOCRACIA: Democracia y Paz. Este evento corresponde a la segunda versión de un ejercicio de reflexión político-audiovisual que se enmarca dentro de las actividades académicas del curso de Política Comparada I. Los objetivos que se buscan con el desarrollo de éste ejercicio es diversificar la metodología de investigación de la ciencia política, acercando a los estudiantes de cuarto semestre a que exploren desde una perspectiva creativa e interdisciplinar nuevas formas de estudiar la relación entre democracia y paz. A través de este ejercicio, se busca que los estudiantes apropien competencias enfocadas en la producción de narrativas político-audiovisuales a través de la realización de un video corto que se enmarca dentro de un proyecto macro llamado “II Festival de la Democracia: Videocracia - democracia y paz”.

Este festival pretende socializar a un público amplio y diverso los videos que los estudiantes han venido desarrollando durante todo el semestre y, adicionalmente, generar un debate interdisciplinar en torno a ellos. Es este sentido, el festival ha invitado a un grupo de comentaristas de diferentes áreas para que una vez socializados los videos de los estudiantes, ellos puedan reaccionar y/o reflexionar a los mensajes que los estudiantes mostraron en sus videos sobre el vínculo (si existe) entre la paz y la democracia.

Los cortos y el debate se realizará el próximo martes 20 de Mayo en el Auditorio – Varela de la Universidad Icesi de 8.30 am a 12m.

Están todos cordialmente invitados.

Mayor información con Juan Carlos Gómez B – Departamento de Estudios Políticos – jcgomez[@]icesi.edu.co – (0572)5552334 – ext. 8129.

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