jueves, 19 de enero de 2012

“La asombrosa guerra de Michael Kohlhass” o la quiebra de la justicia

Columnista Carlos Herrera Rozo.

PARA REFLEXIONAR

“La creencia, de acuerdo con la economía neoclásica, de que el comercio internacional sin limitaciones permitirá que los países pobres se acerquen a los ricos va contra la experiencia histórica y contra el sentido común. Una economía mundial que se desarrolla gracias a la generación de crecientes desigualdades está acumulando inevitablemente problemas para el futuro”.

Eric Hobsbawm / “Historia del siglo XX”

Heinrich von Kleist, nacido en Fráncfort del Oder en 1777, Kleist era hijo de un oficial. En 1804, Kleist debutó como dramaturgo con el estreno en Graz (Austria) de 'La familia Schroffenstein', drama con el que se inicia una producción dramática y narrativa abundante.

La obra y la vida de Heinrich von Kleist sigue siendo para muchos un enigma 200 años después de su muerte. Von Kleist sigue siendo sin lugar a dudas una de las figuras más contradictorias y complejas de la literatura alemana. Su figura ha sido reclamada por diversas corrientes estéticas y ha intentado, a lo largo de los años, ser instrumentalizada por las más variadas ideologías políticas.

Heinrich von KleistSu narración 'Michael Kohlhaas', una de sus obras más famosas, cuenta la historia de un hombre al que 'el sentimiento de la justicia hizo asesino y bandolero'. Esa obra, para muchos, es la más representativa del autor. Ha hecho que algunos relacionen a Kleist con la banda terrorista 'Fracción del Ejército Rojo' (RAF) y, por extensión, con el terrorismo de izquierdas en general.

En todo caso, la obra de Kleist y las percepciones que se puedan tener son contradictorias y no se agotan en el terreno político sino que parece haber algo más esencial. Thomas Mann, por ejemplo, parecían sentir una mezcla de atracción y repugnancia por la obra de Kleist. Quizás se deba a la radicalidad de sus narraciones y sus dramas, en donde suele haber descripciones y representaciones de excesiva violencia qu resultan difíciles de digerir.

Kleist se suicidó el 21 de noviembre de 1811, junto con su amiga Henriette Vogel, al lado de un lago entre Berlín y Potsdam. El escritor tenía 34 años, sus obras de teatro no tenían el éxito esperado y sus esfuerzos por conseguir un empleo como director dramático habían fracasado.

Mientras que en vida le fue negado el reconocimiento, después de su muerte ha habido olas de admiración por Kleist que han ido cambiando la percepción de su obra. A comienzos del siglo XX, los expresionistas lo reclamaban como su 'hermano mayor'.

Mientras que en 1911, en el primer centenario de la muerte, había quien definía a Kleist como culminación del clasicismo, cincuenta años después otros lo definían como precursor de la vanguardia y ahora su teatro es relacionado con el de Samuel Becket.

“LA ASOMBROSA GUERRA DE MICHAEL KOHLHASS”

Ahora, con un poco más de tiempo, aprovechando las fiestas navideñas, he releído la pequeña novela de Heinrich von kleist, “La Asombrosa Guerra de Michael Kohlhass”. Nacido el 18 de octubre de 1877 en Frankfort y suicidado el 21 de noviembre de 1911 en Postdam. Escribió una novela del siglo XIX que describe con aplicada narrativa, la vida, la tradición y las costumbres del país de los Lânders en el siglo XVI. Como en toda obra LITERARIA nos encontramos ante una ficción, pero debemos pisar con pie firme, pues nos movemos en terreno movedizo, un camino sembrado de trampas en el que habrá que leer entre líneas para no perdernos en subterfugios sin importancia: las novelas no se escriben para contar historias sino para transformar la vida.

Heinrich von kleist, cuenta la historia de un hombre al que un terrateniente, Junker von Tronka, le decomisa, de manera arbitraria, una recua de caballos que era su más preciado tesoro. Michael Kohlhass, procura por todos los medio con cumplir con las exigencias y obligaciones que se le imponen para recuperar, cumpliendo la ley, sus equinos. Pero no lo consigue. Las bestias han desaparecido. El sentido de justicia se quiebra. El episodio desata en Kohlhaas, hasta ese día un ciudadano ejemplar, un sentido de retaliación, justiciero, que lo transforma en forajido. Buscando la reparación por el daño sufrido, destruye pueblos, asesina civiles y siembra el terror por las riveras del rio Havel. Cuentan que llamaron hasta a Martin Lutero para que interviniera e intercediera para apaciguar a Kohlhaas. El Reformador Lutero le envió una misiva en la que le consignaba lo siguiente:“Kohlhaas, tú que pretendes haber sido enviado para empuñar la espada de la justicia ¿de qué te precias, osado, al valerte de la locura de la ciega pasión si desde la coronilla hasta el calcañar representas el colmo de la injusticia”. Pero solo consiguió un armisticio, la guerra continuó por muchos años.

Es el sentimiento de injusticia, el poder del agravio cometido por quienes tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley lo que resulta intolerable y violento, tanto más si el violentado, atacado por el estado, resulta ser un ciudadano común y corriente cumplidor de su deber. La desmesurada actitud del estado como de la respuesta provocada impide cerrar las heridas con un hombre que, de una u otra forma, refleja una realidad cotidiana de injusticias ancladas al pasado y, otras, al presente en que vivimos, flor apenas entre abierta. Kohlhaas, muere como un criminal sin indulgencias, o sí, el Príncipe de Sajonia le reconoció los bienes perdidos, sus derechos y su honra. Pero lo condeno a muerte por haber “quebrantado la paz territorial”. Reparado el agravio, no solo se hizo justicia con él sino con aquellos quienes le habían infringido el daño. Y para que no se repitiera la historia, el Principe se comprometió a educar como caballeros y hombres de bien a los hijos del condenado. Así termina la historia. De ella dijo su autor, Heinrich von Kleist: “El mundo habría tenido que honrar su memoria, a no ser porque el hombre dio en exagerar el cultivo de una virtud: fue el sentido de la justicia, la razón que lo convirtió en forajido y asesino…”

Esta novela nos invita a la reflexión frente al sentido de la justicia y el alcance de la injusticia, cuando se ejercen la una como virtud y la otra como defecto de la autoridad en la aplicación del imperio de la ley. Desde aquí, invito a los lectores, a leer esta obra aleccionadora en estos tiempos de guerras injustas, de crímenes nefandos sin sanción, de injusticia y de incumplimientos en el ejercicio y aplicación de la justicia o en el engaño reiterado de políticos marrulleros en el ejercicio de la democracia. Por último, para cerrar esta reseña, no debemos olvidar que el pilar fundamental de la democracia es la justicia en todos sus órdenes.

PARA REFLEXIONAR

Entre la espada y la pared…
“Los mejores engaños son aquellos que parecen proporcionar a la otra persona una oportunidad: las victimas sienten que controlan la situación; pero, de hecho, son marionetas. Tenemos que ofrecer a los demás opciones que actúen a nuestro favor sin importar lo que elijan. Hay que forzarlos a tomar decisiones entre el menor de dos males, sirviendo cualquiera de ellas para nuestros propósitos. Hay que ponerles entre la espada y la pared: se la van a clavar vayan donde vayan”.

ANÓNIMO

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