“En Colombia, la gente se muere más de envidia que de cáncer.”
Cochise Rodriguez. Primer Latinoamericano que obtuvo el Campeonato Mundial de Ciclismo.
Hace algunas semanas, mientras veía un programa muy tradicional de humor colombiano en la televisión (sí, lo acepto: era Sábados Felices), salió un humorista contando el siguiente chiste: …después de muchos años de no verse, se encontraron Juan y Pedro, dos viejos amigos colombianos en el exterior. Juan le contaba a su viejo compadre que después de 5 años fuera de su país, aún seguía en la lucha de realizar su sueño de conseguir dinero para él y su familia, a través de un pequeño negocio que había montado.
Mientras Pedro decía: “hombre viejo Juan, en cambio a mí me ha ido muy bien gracias a Dios; el negocio de importaciones de productos colombianos que monté, ha caído muy bien entre estos extranjeros. Cada vez, mi microempresa crece más y más. Incluso al punto de que hace 3 meses pude comprarme un Ferrari!“. Su amigo mientras tanto pensaba: “Mínimo es un carro Chimbo o Robado!“…
Esta historia jocosa y ficticia en su momento me hizo recordar, en medio de carcajadas, un mal que aqueja a gran parte de los colombianos en la vida real y cotidiana; pero lo que definitivamente no puede ser coincidencia, es que haya recordado nuevamente dicha historia en las últimas semanas. El mal, ese que dice que “En Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer” para nada es una novedad. Pero lo que sí es una novedad, o al menos un motivo gigantesco de indignación o incluso vergüenza para mí, siendo parte de esta grandiosa y a veces increíble patria, han sido ciertas noticias recientes que han tenido un alto cubrimiento de los medios de comunicación: Amplios debates o discusiones en los cuales se ha puesto en tela de juicio los méritos de algunas personas que han triunfado y/o son reconocidos ampliamente por fuera de nuestro país. Esto puede parecer trivial o incluso ridículo, pero créanme, no lo es.
Y digo que no es trivial porque he visto la forma en la que el trabajo de tres colombianos ha sido, sino menospreciado, definitivamente se ha intentado minar el mérito que representan. Pero esto no sigue siendo lo grave, ni lo que me indigna. Lo que a mi manera de ver es terrible, es que los ataques más fuertes, las críticas mas subjetivas y los comentarios más incisivamente destructivos hacia el mérito de los trabajos de estos colombianos provienen de: Sí señores, Bocas Colombianas.
En primer lugar, es necesario recordar lo que le sucedió a un, hasta hace unos meses poco conocido científico colombiano: el Dr. Raúl Cuero. La historia del Dr. Cuero es bastante ejemplar: nació en una pobreza profunda, en Buenaventura; creció jugando con plantas y pequeños animales, aspecto que despertó desde temprano su interés por la biología. Hijo de padres trabajadores, pero a los ojos de la academia, ignorantes. Siempre veía cómo su padre en casa leía todos los días. Cuando finalmente el Dr. Cuero aprendió a leer (en un prostíbulo, que era el único sitio con luz eléctrica en su barrio) se dio cuenta de que su padre, todos esos años había cogido el libro que leía, al revés.
Jugando basquetbol (llegó a ser el mejor jugador universitario del país), el Dr. Cuero pudo acceder a la Universidad del Valle, donde empezó a desarrollar sus estudios en biología, específicamente en botánica. Finalmente, la fundación Rockefeller se interesó en una de sus investigaciones y le ofreció una beca para seguir estudiando en los Estados Unidos. Su trabajo de investigación se ha desarrollado en el ámbito de la microbiología sintética, y se le adjudican importantes descubrimientos y desarrollos. Ha desarrollado investigaciones financiadas por la NASA y ha recibido premios de tecnología de la misma entidad. El Doctor Cuero siempre fue poco conocido por sus compatriotas, y apenas hasta hace poco, empezó a aparecer en medios de comunicación, entrevistas y foros organizados en nuestro País. Muchos de los medios que trataron de reivindicar lo poco que se conocía a este personaje en los círculos de la sociedad colombiana, empezaron a decir cosas como “el Bonaerense que trabaja en la NASA”, o empezaron a difundir información de este personaje, que al parecer, empezó a despertar envidias y recelos.
En el periódico el Espectador, hace unas semanas se publicó una columna que generó gran controversia. En esta columna, que no fue escrita por un periodista investigativo, sino por un profesor de la Universidad de Antioquia de apellido Bernal, se acusaba al Dr. Cuero de haber inflado su hoja de vida; lo trataba prácticamente de mentiroso, le reducía el mérito a los premios que habían obtenido las investigaciones del colombiano, y terminaba aseverando que el Dr. Cuero no trabajaba en la NASA, sino que trabajaba PARA la NASA a través de investigaciones ajenas a dicha organización. Toda esta serie de comentarios, escritos claramente con un tono Hostil y sin ánimo constructivo (Ver Columna del Espectador) obviamente generaron toda clase de reacciones frente al tema; pero tristemente, creo que el Dr. Cuero, a pesar de dar la cara desde el primer día de publicación de esas palabras en su contra, quedó ante la opinión pública colombiana como un farsante.
Éste, de los tres casos que este escrito trata, es quizá el que más me indigna. Yo he estado presente en al menos 6 conferencias, foros o charlas del Dr. Cuero. Yo vengo escuchando de él desde el año 2007, en una conferencia de la Fundación Yo Creo en Colombia diseñada por su presidente Pedro Medina y posteriormente como multiplicador de esa misma conferencia. He conocido personalmente al Dr. Cuero, y en todas y cada una de sus presentaciones, nunca he escuchado las “mentiras” que el profesor Bernal le achacaba. De hecho, escuchando una de esas deliciosas discusiones telefónicas que saben hacer en la W en las mañanas, escuchaba cómo ese señor Bernal menospreciaba los premios que el Dr. Cuero había recibido de la NASA, alegando que eran premios rutinarios y que sólo venían con bonificaciones monetarias de 300 ó 500 dólares, recuerdo haberme hecho la siguiente pregunta: “¿Y es que cuanto dinero de la NASA ha recibido ese profesor Bernal como premio pues? o incluso, ¿Será que el profesor Bernal alguna vez ha recibido alguna financiación de la NASA para cualquier investigación de tipo científico?” Claramente la respuesta favorecía mi indignación. El profesor Bernal, no era nadie, o al menos en el campo que se desarrolla el Dr. Cuero, no era nadie. Pero el daño que estaba causando era mucho, y al parecer sigue siéndolo.
Otro caso en el que se demuestra el hambre de algunos a la hora de dañar o cuestionar los logros de otros, es el del Artista Óscar Murillo (Ver Historia del artista). Este pintor, nació en Colombia, pero a los 10 años se trasladó con su familia al Reino Unido. Fue criado en Londres, donde empezó a vivir la vida que muchos latinoamericanos deben vivir cuando deciden irse de su país de origen por razones económicas. Murillo trabajaba como aseador en varios lugares, y como ayudante en otros tantos, entre esos galerías de arte en esa costosa ciudad. Alguna vez, el curador de una de las galerías en las que trabajaba, lo invitó a mostrarle alguna de sus obras. Cuando este joven artista le mostró una de sus pinturas, el curador se sorprendió. “Se la regalo, es suya” le dijo Murillo; ante lo que el curador se rehusó y le ofreció mil dólares por esa “insignificante” obra.
Es allí donde se le abren las puertas del mundo del arte en una de las ciudades más especializadas en el tema a este colombiano. Se dedicó a seguir trabajando en oficinas, estudios de yoga, etc., siempre dedicando parte de su día al trabajo artístico en el taller. Murillo empezó a ser invitado a diferentes exposiciones en Los Ángeles y en su país de residencia; a lo que empezaron las sorpresas: Las obras de este artista empezaron a ser cotizadas a muy altos precios, al punto de que sus obras, monetariamente hablando, en cuanto artistas colombianos, sólo son superadas por las del Maestro Fernando Botero. Este aspecto es el que se termina convirtiendo en motivo de críticas y comentarios por parte de algunas personas que no son capaces de aceptar la existencia de un colombiano que casualmente es un artista talentoso y joven. Curiosamente en Colombia, se encuentran los primeros críticos de este desconocido artista: “¿cómo alguien tan joven puede vender obras que cuestan 400 mil dólares?”, “es alguien sin experiencia”; misteriosamente muchos conversadores colombianos terminaron conociendo más de arte que miembros de la galería Carlos/Ishikawa en Londres. De nuestra tierra empezaron a surgir aquellas palabras que sólo están compuestas por falso realismo, y una envidia que parece de ficción.
El último caso al que quisiera referirme, es el de Luis Abel Delgado. Este Costurero nariñense ya era conocido en el ámbito nacional por ser quien teje la banda presidencial que se le impone en la ceremonia de posesión a cada nuevo jefe de gobierno en Colombia.
Este Colombiano es mundialmente conocido por la calidad del trabajo que hace al coser y tejer piezas o prendas representativas únicas. Su trabajo es considerado de tal forma que incluso lo ha llevado a conocer personalmente y hasta relacionarse en cierta amistad con los Papas Benedicto XVI y Francisco I; y ha hecho trabajos ornamentales para las vestimentas de estos dos personajes. Alguna vez, en una emisora local, en una forma de halago, el locutor le dijo al señor Delgado que “él era el sastre del papa”. Craso Error.
En menos de tres días, ya habían colombianos saliendo a los medios a denunciar que el señor Delgado no era ningún sastre papal, habían medios que se habían tomado el trabajo de haber llamado al Vaticano a preguntar si efectivamente conocían a esta persona; salieron a decir que era un mentiroso o una farsa, que este colombiano no era conocido en los círculos relacionados con la indumentaria papal. Simplemente Indignante.
Y cuando a este señor se le preguntó de su relación con los Papas (Dado el revuelo de las noticias que lo acusaban de ser un farsante), fue sincero, y dijo que efectivamente había bordado algunos ornamentos para sus vestidos. También dijo que los conocía personalmente y que en varias ocasiones había conversado con ellos en privado. Pero dijo que él nunca había asegurado ser el sastre oficial del Papa; de hecho aclaró la diferencia entre un sastre oficial y ser quien bordara simplemente ornamentos para su vestido o su corona.
Estas tres historias se convierten en un argumento muy fuerte a la hora de criticarnos a nosotros mismos como colombianos. Han sido décadas, en las cuales nuestra imagen como nación ante el mundo siempre estuvo marcada por las toneladas de cocaína colombiana en el mundo, por la cantidad de atentados terroristas, por el número de niños asesinados por Luis Alfredo Garavito, por los interminables gobiernos influenciados por el narcotráfico, por la falta de esperanza; para que ahora, cuando la realidad colombiana definitivamente nos muestra un futuro mejor, cuando nuestro país es considerado una de las próximas economías emergentes más importantes del mundo, justo ahora, cuando cada vez son más los compatriotas que se dedican a hacer que nuestro nombre como nación esté en lo más alto y el mundo nos agache la cabeza en reconociminento de muchos de nuestros logros, somos nosotros mismos quienes nos empezamos a convertir en los principales obstáculos para los logros de muchos de nuestros compatriotas. De nuestras entrañas nacionales salen las críticas, las palabras destructivas, las envidias que opacan las cosas espectaculares que somos capaces de hacer.
En Colombia, parece que casi 50 años de guerra en este conflicto armado no nos hubieran enseñado la importancia de unirnos como sociedad y resaltar las cosas buenas que podamos tener. Parece que personas como el Profesor Bernal, o los críticos del Maestro Murillo o el señor Delgado, desconocieran la importancia que representa para nuestro país el esfuerzo y el trabajo que estas personas realizan día a día, muchas veces sin recibir ningún reconocimiento en la tierra que los vio nacer. Probablemente una nación en la cual el éxito de algunos es motivo suficiente para entrar a desprestigiarlos, encuentre en la forma de actuar de sus ciudadanos, las razones por las cuales los extremismos políticos y la falta de solidaridad son grandes factores para la existencia de un interminable conflicto armado interno.
@Juanfechava
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