lunes, 24 de octubre de 2011

La opinión pública y la política

Columnista Adolfo A. Abadía.

Reseña del capítulo 20: “la comunicación política y la opinión pública”, del texto de Josep M. Vallès (2000) Ciencia política: una introducción

Esta lectura trata la relación entre la política, los medios de comunicación y la opinión pública, un triangulo de inmanente e intrínseca positiva correlación. Considero que esta relación triangular podría hacerse más visible si analizamos sobre quién serían los agentes que corresponderían a cada uno de los tres conceptos anteriores. En congruencia con lo anterior, presento los que, a mi parecer, son los principales agentes responsables de cada uno de los términos. Primero, los agentes de la política sería la élite política minoritaria; segundo, los responsable de los medios de comunicación responden a la lógica de la empresa privada; tercero, la opinión pública es la “distribución de las opiniones individuales” (ibíd., 2000:297) presentes en una sociedad civil determinada. En este sentido, el vínculo de estos tres conceptos se traduce a la interacción de una élite política, de la empresa privada y de la sociedad civil misma.

Josep Maria Vallès i CasadevallAhora, debido a que “los protagonistas de la vida política recurren constantemente a los medios de comunicación […] para conseguir el favor público a sus propuestas y para erosionar la credibilidad de sus adversarios” (ibíd., 2000:300) y la opinión pública responde a la combinación de dos factores: primero, el “sistema de actitudes predominantes en la sociedad (como) la cultura política de aquella comunidad”; segundo, la inclinación determinada ante los mensajes recibidos de la “intervención de los medios de comunicación” (ibíd., 2000:297).

En este sentido, para el autor, es evidente que la “política de masas (implica) una relación […] entre gobernantes y opinión. Los la sociedad civil tienen “mayores oportunidades para expresar públicamente sus demandas y aspiraciones. Por su parte, los dirigentes políticos se esfuerzan por captar las tendencias de la opinión, intentando evitar errores de apreciación que puedan costarles el apoyo popular” (ibíd., 2000:299-300). Luego, la opinión pública puede entenderse como un fenómeno coyuntural dinámico y que responde, a las transformaciones de una opinión en generalizada que “equivale a la traducción verbal de una actitud política en un momento dado. (Es decir) un pronunciamiento a favor o en contra de una situación, una propuesta o un personaje” (ibíd., 2000:296).

Es en este sentido que el autor se propone a analizar en profundidad el elemento que permite segmentar información que alimenta la construcción de una opinión pública en tanto a que la “mayor parte de la experiencia política de los ciudadanos es indirecta (en otras palabras) nos llega por medio de alguna forma de comunicación, que nos aproxima datos y opiniones alejados de nuestro entorno inmediato” (ibíd., 2000:289). Aquí es importante resaltar que el autor no está hablando de cualquier la comunicación en general, sino que se está refiriendo a un tipo de comunicación en particular: la «comunicación política» la cual define como el “intercambio de mensajes de todo tipo que acompaña necesariamente, a la toma de decisiones vinculantes sobre conflictos de interés colectivo” (ibíd., 2000:289) presente durante los procesos políticos en forma de expresión, elaboración y negociación, adopción y aplicación, movilización y definición de demandas, propuestas de intervención, apoyo e implementación de la misma.

La comunicación política y la opinión pública en Ciencia política: una introducción de Josep M. Vallès (2000)Con base a lo anterior, para el autor, el modelo ideal la comunicación política incorpora los siguientes elementos: el emisor, el receptor, el mensaje y los canales de transmisión y de retroalimentación (ibíd., 2000:289). En este sentido, la comunicación política puede concebirse como una relación entre individuos: emisor-receptor, que llevan puesto una especie de lentes que funcionan como filtros de predisposiciones lo que les permite seleccionar e interpretar las fuentes de comunicación a las que se expone y a las que presta mayor atención (ibíd., 2000:293). Ahora con la intensión de conocer esa predisposición, en las democracias liberales se usan las “encuestas y sondeos de opinión funcionan como instrumento central de comunicación política […] (para) averiguar las orientaciones de los ciudadanos sobre determinadas cuestiones de actualidad política, escrutar sus futuras intenciones de voto o medir la aceptación de los líderes políticos y de sus propuestas” (ibíd., 2000:298). Por otro lado, la comunicación puede también entenderse como una actividad de grupo del cual se destaca la existencia de “actores más atentos a los mensajes que circulan por el espacio político y que «re-emiten» hacia su círculo de contactos” (ibíd., 2000:293).

De esta actividad grupal se desprende la comunicación de masas como forma de transmisión de información a un número mayor individuos y que puede ser interpretada, como muestra el autor (ibíd., 2000:294-295), desde tres puntos de vistas diferentes:

  1. Desde la perspectiva del Emisor, el cual parece tener la capacidad ilimitada para manipular al receptor y forzarle a comportamientos inicialmente no deseados, lo que se conoce como el fenómeno de la propaganda política.

  2. Desde la perspectiva del Receptor, el cual no es pasivo, en este sentido, los medios fortalecen las actitudes y opiniones previas del sujeto: la comunicación no modificaría, sino que consolidaría posiciones previas.

  3. Desde una perspectiva diferente a las anteriores, la del Canal de transmisión, el cual moldea, a través de la forma de transmitir el mensaje, la capacidad de percepción y de análisis del sujeto receptor. Así, la importancia se centra en el medio que lo transmite: el mensaje (influyente) es el propio medio.

A manera de conclusión, cabe resaltar que el intercambio de mensajes entre los emisores y receptores, por un lado, y la forma en que se trasmiten los mensajes mismos, por el otro lado, son el centro de concentración de las prácticas políticas, según el autor, debido a que en cada uno de estos momentos, “los actores son emisores-receptores constantes de mensajes, mediante los cuales formulan su visión de la situación y pretenden que sea compartida por otros. Por ello, no es concebible en las sociedades de hoy una política sin la intervención intensísima de los medios de comunicación, convertidos en actores políticos de primer plano” (ibíd., 2000:296).

Bibliografía

VALLÈS, Josep (2000). “la comunicación política y la opinión pública” en Ciencia política: una introducción, pp.298-301. Barcelona: Editorial Ariel, S.A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
De Colombia para el mundo