sábado, 17 de septiembre de 2011

El tercer sector y la bidireccionalidad entre ciencias sociales y administrativas

Por David Muñoz Aristizabal.

La relación y el aporte de los conceptos del pensamiento administrativo y la gerencia social en la formación de científicos sociales parten de una conexión constante entre las ciencias administrativas y las ciencias sociales en sus procesos de consolidación disciplinar. Los desarrollos de estas dos disciplinas fluyen paralelamente a cambios constantes en la sociedad, determinándose mutuamente.

El pensamiento administrativo parte de la sistematización de prácticas, “entendida (ésta) como todo acto rutinario establecido por un grupo humano en el orden de la técnica, la religión, la economía o la política” (Podestá y Jurado, 2003: 82), que produce un saber especifico de acuerdo a los medios usados y en consistencia con sus propios fines. Este saber comienza a echar raíces en el contexto de la Revolución Industrial, la cual trajo consigo la expansión, crecimiento y diversificación de las industrias, imponiéndole a sus administradores “la necesidad de optimizar sus procesos, de ‘organizar la casa’, pues si bien existían los medios económicos para que la industria subsistiera, la idea era que produjera los mejores resultados posibles y que continuara creciendo” (ibíd., 2003:84). Las prácticas y cambios que implicó la Revolución Industrial hizo que la sociedad pasara de ser ‘tradicional’ (con una forma de producción en la que el trabajo y el hogar estaban unidos) a ser de ‘autoridad central (en la que imperaba las relaciones feudales) y finalmente a ser la ‘sociedad de mercado’ en la que la competencia profundizó la necesidad de saberes que hicieran más competentes a las industrias y empresas.

El primer contacto explicito entre las ciencias administrativas y las ciencias sociales ocurrió a partir de la descomposición social catalizada, según las ciencias sociales, por la relación entre burguesía y proletariado en el capitalismo en auge, lo cual se expresó en fenómenos como pobreza, mendicidad y desarticulación familiar, emergiendo así un nuevo campo de problemáticas sociales denominado ‘cuestión social’, sobre la cual la cual se trató de generar relaciones de producción equilibradas, estables y “funcionales al capitalismo” (ibíd., 2003:94). Así pues, la ‘cuestión social’ surge como un objeto de estudio para las ciencias sociales en (y en sí para) el mundo capitalista, introduciendo una relación en la que las ciencias administrativas beben de las ciencias sociales para menguar los efectos negativos del capitalismo, o por lo menos comprenderlos, planteando una direccionalidad diferente en la relación que trae a lugar la pregunta de este ensayo, la cual se hace aun más explícita en la década de 1930 con los aportes de Mayo al pensamiento administrativo con un enfoque más humanista y cercano a la ‘Cooperación’ introducida por el clero católico.

Esta direccionalidad se mantiene posteriormente cuando la teoría administrativa toma conceptos y variables propios de los estudios sobre el comportamiento humano y organizacional como la motivación, liderazgo, trabajo en equipo y comunicación (ibíd., 2003:96), entre otros, lo cual permitió explicar dinámicas sociales propias de estos entornos de una forma diferente a la que la perspectiva administrativa ofrecía.

El cambio en la direccionalidad de la relación entre ciencias sociales y administrativas se consolida a partir del surgimiento del tercer sector. Éste emerge a partir de la crisis del Estado de Bienestar en la que por la gran cantidad de funciones que este cumple y demandas que atiende. Todo esto queda reducido y expresado en forma de bienes y servicios para la población, luego para propender por el consumo pleno de estos y así mantener dinamizado al capitalismo. En este sentido, el Estado se ve obligado a reducir sus funciones, cediéndoselas al mercado, es decir, a entes privados, generando formas de tercerización o simplemente la salida del Estado de un mercado especifico. Surge así un incipiente Estado Neoliberal, el cual, además de lo anterior, plantea la desregularización del mercado por parte del Estado.

Sin embargo, se producen tensiones entre el mercado y la población, llegando en cierta forma a reintroducir los fenómenos de descomposición social cuyo principal regulador había sido el Estado, pero debido a las dinámicas de reducción del mismo ya no actúa de la misma forma frente a estos fenómenos. Aquí es donde el tercer sector surge para paliar los efectos negativos de las tensiones entre el mercado y la sociedad, alimentados por la retirada del Estado de este tipo de roles. Este sector es “el ámbito de las organizaciones sociales, solidarias, cooperativas y voluntarias que son privadas, pero que no se rigen necesariamente por las mismas normas, objetivos e intereses de la empresa privada, que también son públicas en la medida que actúan en relación con problemáticas de orden global tradicionalmente asignadas al dominio de lo estatal” (Sánchez de Roldán, 2002:2)

Las organizaciones del tercer sector, encabezadas principalmente por científicos sociales, introducen la gerencia de lo social como forma de acción, por lo cual aplican saberes propios de la gerencia y administración sobre lo social. Inicialmente, la incipiente gerencia social aplicó sus técnicas, teorías y prácticas a su objeto de trabajo y de acuerdo a los fines propios de las ciencias administrativas, como son “maximizar su eficiencia y eficacia y por tanto su productividad” (ibíd., 2002:3). El saber administrativo tradicional se ha orientado a la división y organización de las operaciones dentro de contextos laborales específicos que integran los procesos de producción, que son cada vez más complejos. Esto es sintetizado por Aktouf como “la amalgama de lo que se espera de cada uno de los sucesivos especialistas, según la necesidad del momento” (ibíd., 2002:5). Sin embargo, por un lado, surge la necesidad de ampliar “las fronteras del pensamiento Administrativo Tradicional” (ibíd., 2002:18) a partir de la indagación introspectiva de las empresas sociales, identificando sus características, contextos de aplicación, dimensiones y relaciones con la sociedad, lo cual es un primer paso en la consolidación de la Gerencia Social. Ésta es definida por Elssy Bonilla como

“un conjunto de herramientas conceptuales, metodológicas, analíticas y operativas que constituyen un campo especifico de conocimiento y habilidades para garantizar una gerencia transparente y eficiente en los procesos de las políticas, los programas y proyectos sociales. Esto incluye entre otras destrezas la capacidad de identificar y definir los problemas sociales, de generar los procesos interinstitucionales y de propiciar y facilitar la participación de los usuarios en el diseño y ejecución de los programas” (ibíd., 2002:20)

Esta definición no contempla la condición de su contexto de aplicación y su volatilidad y cambio constante de sus variables que otras definiciones si contemplan, introduciendo un cambio en la orientación de la Gerencia Social hacia algo diferente a la aplicación mecánica del saber administrativo tradicional a un nuevo objeto, como es la sociedad.

El aporte y relación de los conceptos estudiados del pensamiento administrativo y la gerencial social, generando un mutualismo entre las ciencias administrativas y las ciencias sociales. Sin embargo, específicamente, las ciencias administrativas han nutrido a las ciencias sociales en un ejercicio específico de estas, como puede ser la Gerencia Social. Ésta relación direcciona el trabajo de las ciencias sociales a resultados específicos determinados en los distintos proyectos que se proponen dentro del tercer sector (o fuera de éste), que buscan repercutir sustantivamente sobre la sociedad. Orientan a las ciencias sociales a “salir del escritorio”, a llevarlas a no solo a explicar cómo funciona la sociedad y explicar sus problemas, sino a proponer formas de actuar sobre los mismos, llevando ese saber de la teoría a prácticas para la transformación de realidades sociales concretas.

Decir que la relación entre ciencias sociales y administrativas es bidireccional sería quedarnos en términos abstractos. Esta relación es complementaria. Las ciencias sociales dan cuenta de los procesos sociales de forma que las ciencias administrativas no logran por si solas por la misma naturaleza de sus objetos de estudio. Los aportes de las ciencias administrativas introducen en las ciencias sociales formas de acción para transformar su propio objeto de estudio orientadas a resultados y que aterrizan sus conocimientos en un contexto practico de aplicación especifico según el proyecto.

Bibliografía

PODESTÁ, P. y Jurado, J. (2003). “Fundamentos del Saber Administrativo”. ESAN. En: Cuadernos de Difusión. Año 8. No. 15. EAFIT. Medellín.

SÁNCHEZ DE ROLDÁN, Karem. (2002) “El desarrollo de habilidades gerenciales para el tercer sector: un marco conceptual y una metodología”. En: Cuadernos De Administración. Universidad Del Valle. N 27/ Marzo.

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