martes, 23 de octubre de 2012

¿Por qué los estudiantes somos terroristas? (Parte 1)

Por Jhosef Eduardo Meza Cuesta.
Estudiante de Ciencia Política
Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá D.C.

“Dices que quieres una revolución. Bueno, ¿no sabes? que todos queremos cambiar el mundo. Me dices que es evolución. Bueno, ¿no sabes? que todos queremos cambiar el mundo. Pero cuando hablas de destrucción ¿No sabes que conmigo dejas de contar?
Los Beatles, Revolution, 1968.

Los últimos sucesos de las principales universidades públicas, en especial el asesinato de un agente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en la Universidad del Valle, en Cali, y la quema de un carro de un estudiante de ingeniería industrial en al Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, ocurridas en estas semanas, me llevan a reflexionar acerca de una de las implicaciones que siempre trae esto para los demás estudiantes, y no solo para los encapuchados; desafortunadamente, esta no es la primera vez que ocurre, ya que siempre, prácticamente por cualquier motivo, hay disturbios en los campus de las principales universidades públicas del país, en los que hay un herido, mucho gas lacrimógeno, invasión por parte de los policías, o como en estos días, un carro quemado o un muerto.

Cuidado, tiene un libro...No sé si considerar como ventajoso o perjudicial que esto es obra de unos pocos y no del total de estudiantes. De hecho, muchas personas dirían que lo primero. Sin embargo, la realidad es muy diferente. He escuchado anécdotas de varios compañeros que han sido insultados por transeúntes cuando entran la Ciudad Universitaria de Bogotá después de un disturbio; el más común, es el apelativo de “terrorista”. A mí nunca me ha ocurrido esto, o de lo contrario, esto, en vez de un artículo reflexivo, sería un panfleto incendiario, como los que publican los famosos “capuchos”. A pesar de esto, también me he visto afectado por mi status de estudiante de la Universidad Nacional; cuando la gente sabe que estoy allá, después de felicitarme, me pregunta cosas como “¿Entraste echando piedra?” “¿Cuántas veces has aparecido en las noticias arrojando cocteles molotov?” “¿Por qué no han construido un Hospital Universitario para los estudiantes de medicina? Tal vez porque las han usado para tirárselas a los policías”.

Creo que casi todos los colombianos reconocen que estar en una universidad pública es un gran privilegio porque son de las mejores que hay en el país –lo digo sin presumir-, pero, también tienen cierto o bastante recelo y temor hacia nosotros por lo que siempre ocurre algún disturbio en el que, en el menos extremo de los casos, se afecta la movilidad de los alrededores de los campus, o en más extremos, terminan con su invasión por parte de los agentes de la policía. Aquí, nosotros los verdaderos estudiantes deberíamos preguntarnos ¿por qué somos “terroristas”?

Si esto fuera un artículo para publicar en una revista científica, debería buscar todos los referentes teóricos que traten esa palabra, pero solo voy a usar dos de las más comunes: la heredada por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en la que todo aquel que piense diferente a lo que está establecido es alguien que está en contra de Colombia –siguiendo un poco la dicotomía amigo-enemigo; y la que infunden los politizados medios de comunicación, que afirman que los “capuchos”, y por extensión el conjunto de los estudiantes de la universidades públicas, son terroristas. ¿Por qué los somos? Este es el objetivo de mi escrito, que no debería ser publicado, quizá porque me acusen de lo mismo.

Los intereses de los medios de comunicación: entretener y deslegitimar

No se de donde saqué esto, pero, una de las teorías críticas de los medios de comunicación afirma que la iniciativa privada de los medios de comunicación busca obtener ganancias considerables a través de la publicidad de varios productos y servicios, y la forma de atraer audiencias con dicho objetivo es transmitiendo contenidos que las entretengan mientras las inducen al consumismo. En muchos estados publicados en Facebook aparecen cosas que reflejan una de sus consecuencias, y es que los asuntos que son más relevantes –en especial la política- o no so tenidos en cuenta, o se las considera como un simple circo.

Cuando hay “tropeles” en las universidades públicas más importantes, esto también ocurre, por desgracia. Recuerdo que se viene a mi mente me transporta al 30 de Marzo de 2011, un miércoles por la mañana. Varios amigos y yo estábamos en una clase, cuando empiezan a estallar las “papas bomba” y la policía hace un ataque de gas que llega hasta el salón. Por esta razón, ordenaron la evacuación del campus universitario. En un restaurante, donde era transmitido el suceso, se veían a los encapuchados formados en la Plaza del Che y hablaban con tanta gravedad que pareciera que hubieran asesinado al presidente de la república en la UN. Por la noche, en efecto, dijeron la noticia en una afirmación que revivió el debate de hace más de cuatro años: dicha formación impulsó a los politizados medios de comunicación a sostener que habían infiltrados de los grupos guerrilleros en la Universidad Nacional.

Personalmente creo que eso no es extraño, porque su ideología es totalmente compatible con el de la guerrilla. Pero, lo que mas molesta es que la transmisión de dicha noticia se hizo con un tono tal que los periodistas, implícitamente, decían que los estudiantes de la UN somos nada más que “terroristas” y que la Ciudad Universitaria es el nido de ratas donde nos ocultamos. A los lectores les recomiendo leer los comentarios que aparecen en la versión digital de El Tiempo en referencia a las universidades públicas, sea lo que sea que publiquen, y verán el cuasi odio visceral que mucha gente expresa hacia nosotros. Y estos gracias a los noticieros de televisión…

¿Por qué la televisión? La radio, el internet y la prensa escrita analizan con bastante certeza las problemáticas y las propuestas que surgen de las universidades públicas. Pero la televisión, cuya misión es simplemente el entretenimiento de las masas –sin importar las consecuencias de deformar los asuntos importantes- no lo hace. Tal vez debería hacer el análisis de medios para comprobarlo, pero es bastante obvio que los principales noticieros de televisión, empezando por Caracol y RCN sólo transmiten desde estos lugares cuando ocurre algún disturbio. El resto del tiempo, pareciera que no existiéramos para ellos.

Un ejemplo: actualmente la sede de Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia está atravesando una situación difícil porque muchos de los edificios están mal estructuralmente. En cualquier momento podrían derrumbarse, matando a cualquier cantidad de gente. Si me equivoco, me corrigen, pero dichos noticieros de televisión no han hecho ninguna cobertura periodística al respecto. En cambio, los periódicos y la radio, en especial El Tiempo y El Espectador en cuanto a lo primero, han estado pendientes de la situación aunque no lo suficiente como deberían.

Se podría considerar otra causa de porque somos terroristas para la televisión en especial: y es que, además del dramatismo y los tientes sensacionalistas con que transmiten la información, hay intereses de por medio que no quieren que no se le dé la voz a los miembros de las respectivas comunidades académicas: la monopolización de los medios por parte de las familias más poderosas de Colombia, la contratación de periodistas que están ideologizados políticamente, y la legitimidad con que aun gozan las ideas de derecha a pesar de todos los problemas que han tenidos sus mayores exponentes, provocan que se oculten las labores más importantes que realizan las universidades públicas a favor del progreso del país. Si ocurriera todo lo contrario, los medios caerían inmediatamente en la quiebra…

La población: fácilmente influenciable por los medios, difícilmente convencible por los estudiantes…

La principal consecuencia de la deslegitimación de las universidades públicas por parte de los noticieros de televisión es la creación de un estereotipo que predomina en la población acerca del estudiante que está ahí. Un posible experimento que se podría hacer es preguntar a la gente cual es la imagen que se le viene a la mente cuando le hablan de la Universidad Nacional, de la Universidad de Antioquia, de la Universidad del Valle, de la Universidad Pedagógica Nacional, de la Universidad Distrital, de la Universidad Pedagógica Nacional y Tecnológica de Colombia, y todas las importantes, y el resultado se resumiría en dos palabras: inteligentes y “tirapiedras”.

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