Por Juan José Torres. En colaboración con Trans-pasando fronteras. |
La transdisciplinariedad como palabra es muy poco conocida, como dice Basarab Nicolescu (1996) es “una palabra de una belleza virginal” de la cual casi no se ha explorado y que la verdad no se ha aprovechado al máximo.
Sabemos que las palabras tienen una fuerza enorme, están cargadas de significados y nos permiten comprender y a la vez transmitir nuestros pensamientos, sentimientos y demás. Pero las palabras juegan unas con otras para formar significados y expresiones mucho más fuertes y con más sentido. Porque una sola palabra significa algo pero no encierra significados totales, es solo un pedazo de aquello que queremos expresar y solo uniéndolas podremos mostrar totalmente aquello que hay en nuestros pensamientos. Igualmente esta unión no es dada por el azar, son unidas por rimas precisas que le dan el significado que queremos a todas esas palabras que conforman las líneas de las frases que expresamos.
En la transdisciplinariedad, para mí, se maneja la misma lógica. Cada área del conocimiento aporta un fragmento como una palabra, tienen un significado, una función pero que no es suficiente para llenar las líneas del conocimiento, pues se necesitan que todas las áreas jueguen entre sí, se comuniquen y entren en una consecución rítmica, en un equilibrio que vaya mostrando cada parte de aquello que queremos conocer. El punto importante es aprovechar esa unión de disciplinas, es decir, encontrar que áreas se comunican entre sí dependiendo del contexto o del problema a tratar.
Volviendo a la metáfora de las palabras, no las podemos unir todas pues existen ciertas combinaciones que permiten que nos expresemos mejor en momentos precisos. Lo mismo ocurre con la transdisciplinariedad pues, aunque queramos, no siempre podemos hacer uso de toda la construcción teórica que existe para explicar un suceso. Por eso es menester encontrar la mejor mezcla de las áreas. Su unión nos permite, en un contexto específico, hablar con mayor dominio del tema en cuestión.
Pero también me parece importante señalar que no solo se debe pensar en que transdisciplinariedad es únicamente la convergencia o el trabajo en red entre las diferentes áreas del conocimiento. Por transdisciplinariedad también se entiende el encuentro de nuestra subjetividad y nuestra objetividad, creo que es una visión que no solo atraviesa lo institucional sino también la forma como los investigadores se deben enfrentar a los problemas, ya que no podemos quedarnos con la visión de que aquel ser es capaz de observar los problemas desde afuera sí mismo. Ahora debemos encontrar cómo es que el problema nos observa a nosotros, cómo nos atraviesa y cómo nos lleva a pensar; es un llamado a que los sentimientos, las metas y las motivaciones de los investigadores se entremezclen con toda la rigurosidad científica. Esto le dará una visión más fuerte aún, más crítica y, sobre todo, más humana de aquello que se quiere investigar.
En fin, la transdisciplinariedad no es solo una palabra “virgen” que requiere ser entendida. También es una revolución, no solo en la forma de relacionarse las diferentes disciplinas sino también en la forma como nosotros, los investigadores, nos enfrentamos a un ambiente cada vez más diverso y repleto de conexiones que no pueden ser entendidas si partimos de estructuras rígidas. Necesitamos flexibilizar nuestra forma de pensar y la transdisciplinariedad nos está llamando a eso, así que debemos atender su llamada.
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