Los deportes son para la vida una parte fundamental, teniendo en cuenta la posibilidad que tenemos todos de realizarlos, la necesidad de hacerlo por bienes en la salud y las emociones que producen en algunos. Viendo, escuchando o practicando algún deporte son cientos las emociones que se trasladan del corazón al pecho y la garganta de un aficionado. Sin embargo, la realidad vista desde un panorama más social nos lleva a plantearnos la posibilidad de que los deportes hayan sido manchados por acontecimientos bochornosos o de carácter social negativo.
Son tantos los momentos históricos en el deporte qué debemos hacer un viaje por países, continentes, lenguas y culturas muy diversas. Me planteo hacer ese viaje así como lo logró hacerlo Carpentier sobre la música en Concierto Barroco al igual que lo hace este autor Cubano, adentrándose en vidas de músicos relevantes para la historia de ese arte lo haré yo con los actores principales del deporte mundial.
Un viaje que emprenden unos aficionados hacia el estadio de Hillsborough sería el inicio de un fatídico sábado, cientos de jóvenes, niños y adultos se adentran en un estadio con capacidad reducida, 96 entraron por última vez a un estadio de fútbol. Son los deportes estos contrastes, la ilusión de viajar incluso kilómetros para ver a una camiseta roja con tintes blancos patear un balón en busca de pasar de fase, ni siquiera en busca de una copa. Morir debido a una fase clasificatoria ¿Sería menos doloroso si hubiera sido en la final de la Champions League? es una estupidez tan solo plantearse la pregunta, pero lo fue aún más lo que opinaron medios de comunicación y policía al respecto, buscando hallar en las víctimas un culpable. Víctima y victimario puestos sobre una misma mesa, comiendo juntos de la misma injusticia.
Son los prejuicios los culpables de los peores momentos del deporte, sin dudarlo dos veces considero mi afirmación verídica e inquebrantable. Fueron 96 las personas fallecidas en Hillsborough y fueron esas mismas 96 las catalogadas como hooligans, hinchas extremadamente violentos que visitaban los estadios de Gran Bretaña para ver deporte. Los prejuicios de manera irremediable interfirieron en la noticia fatídica, fueron los desadaptados quienes provocaron la muerte de 96 personas. Vemos en los videos repartirse unos a otros publicidad como si fuesen camillas que iban a salvar una, dos, tres o noventaises vidas, fueron los desadaptados quienes permitieron que ese 96 no fuera un 97, 98 o 100.
Los desadaptados corriendo por toda la cancha en busca de ayuda, halando personas de los brazos para poder sacarlos de las montañas humanas. Los desadaptados salvando vidas y luego calificados de eso, de inhumanos, de hooligans peligrosos que habían provocado 96 muertes al no saber comportarse en un estadio de fútbol. La culpa la tienen ellos, eso dicen los medios oficiales, para no admitir que utilizaron los prejuicios como pared de contención para no ahogarse en el caos que ellos habían provocado. 96 vidas perdidas y una sociedad evidentemente corrompida por lanzarse la pelota no de un arco al otro sino de un culpable a un inocente que debe cargar con la presión social. 96 motivos para hablar del deporte.
-¿36 es un número menor que 96?
- No.
36 fue un número mayor que 96 en un momento específico de la historia en el cual los deportes reunidos en un solo lugar fueron tergiversados de maneras inimaginables en la actualidad. Berlín fue el lugar escogido, no fueron 96 los muertos, fueron millones los escondidos detrás de una verdadera cortina de humo. La anterior es una afirmación que suelo detestar “el deporte es una cortina de humo” no lo es, una cortina de humo no saca vidas adelante y enseña carácter a personitas que dedican su vida a una pasión en específico. Pero esta sí fue una verdadera cortina de humo.
Criminales fueron aplaudidos en Berlín en 1936 en la Olimpiada Nazi. Los deportes reunidos en su maxima representacion mundial fueron utilizados para fomentar crímenes contra la humanidad. Un hombre negro humilló al pequeño hombre blanco llevándose tres medallas de oro a su congregación llena de más gente de color. Crímenes cometidos contra los considerados inferiores, de razas que no tenían nada que rescatar. Un hombre blanco ayudó a un hombre negro a ganar una de esas tres medallas. Discriminación, censura y privación de libertad. Libertad, un salto triple y un hombre negro con una medalla dorada en su cuello. Odio, desprecio, miradas humillantes. Un himno que hizo enojar al genocida conocido como Hitler.
Las manchas en los deportes son incontables. Contables si nos ponemos en la ardua labor de discriminar una mancha de otra hasta llegar a hacer una lista con las manchas y manchitas. La del 36 fue la máxima expresión de un reguero de manchas. No fue sino casi 20 años después cuando la sociedad se dió cuenta de su error, de lo cometido por ellos mismos, de lo que habían permitido que sucediera. Pero era ya una mancha imposible de borrar, una mancha que llega hasta el 2020 en un escrito sobre los deportes. Quizás porque fueron los mayores asesinos de la historia quienes se escondieron detrás de esa mancha y cortina de humo. Los primeros prejuicios contra los mal llamados hooligans son difícilmente comparables con los realizados por los nazis contra todo lo que no se asemejara a ellos.
Hooligans y Nazis son dos términos tan diferentes, maneras de llamar a personas igual de diferentes, pero hay algo en lo cual se ingresan ambos, los prejuicios y los deportes. La utilización de unas olimpiadas para esconder la mugre que hay en casa y buscar propaganda la podemos contrastar con la necesidad de llamar vándalos a unos aficionados con la finalidad de cubrir sus propias manchas. Una mancha histórica que tiene el fútbol con la sociedad ha sido utilizada para tapar una que tiene la justicia con las víctimas.
La construcción de una identidad es lo que creo ha influido notoriamente en los dos acontecimientos anteriores, unos tomados por bandidos y los otros por héroes, siendo todo lo contrario “¿Héroes o payasos?” se preguntan dos personajes de Demasiados Héroes de Laura Restrepo, somos payasos creyendole a unos falsos héroes, concluiría yo. Construimos una identidad como sociedad americana, otra como europeos, una más como colombianos o franceses, alemanes o ingleses, pero compartimos una misma como payasos, una que no fue construida por nosotros mismo sino que nos la hachantamos de manera graciosa. Confiando en payasos y dudando de héroes. Considerando mayor el 96 que el 36, payasos.
Un recorrido histórico por la música, quizá es lo que hace Carpentier, he perdido yo mi rumbo. No soy una “fomentora” de lo real maravilloso, ni autora de ningún Boom, son una estudiante que empezó hablando de los deportes sabiendo que terminaría hablando de estos con carácter social. Una denuncia no es lo que escribo, me tomo libertades de buscar una voz dentro de todo este lenguaje que no es clásico pero tampoco barroco. Encuentro en este un tema tan interesante que debí no haberlo escogido, sumar una pasión por los deportes con una por la historia me ha llevado a perder el hilo de ese recorrido que dió Carpentier y yo quería dar.
Yo no soy una autora del Boom por eso me doy la licencia para continuar hablando de los deportes como una reunión de sentimientos que han hecho relevante ciertos momentos históricos. Hay uno en particular que ha dejado huella en mi memoria, el partido de fútbol que presencié, que viví que ví con mis propios ojos, el partido de fútbol más desigual e igualitario de la vida. Dos bandos nunca antes tan opuestos, unos dejaron se quitaron sus botas pesadas y se pusieron las de caucho para poder moverse a la velocidad del balón por encima del barro, los otros 11 dejaron el temor de desconocer a quienes habían combatido durante años. Eran 11 vs 11.
Hombres fornidos que habían luchado con balas durante décadas se encontraban dándose las manos en señal de cortesía para iniciar una batalla que sería más significativa que los disparos que habían realizado años atras. Estaban de-construyendo identidades que les habían dado sectores políticos y sociales. No encuentro manera poética de decir lo que sentí en ese momento, porque no hay manera terrenal de decirlo y no es porque conozca el cielo “sino porque aquí nunca ha habido nada tan bello”.
Un conflicto armado pasó a ser uno deportivo, mucho más ameno y divertido, significativo para ambos bandos como para el público expectante que miraba con ilusión el futuro cada vez más llevadero. Los deportes que antes habían significado prejuicios y cortinas de humo ahora, en mi actualidad, tienen un significado mucho menos metafórico pero más significativo. Era el inicio de un fin, eliminando esas limitaciones que teníamos frente a nuestros rostros. Jamás una joven podía llegar a estar tan emocionada al ver un balón entrar en una portería, sin importar si era la del ala sur o norte. Hipocresía se le podría llamar en una cancha de futbol normal, doble cara, vendida, sandía, doble camiseta y tantos apodos más, pero en ese momento solo fuí una colombiana feliz.
sábado, 25 de abril de 2020
Los deportes
Por Mary Dagua.
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