Investigador, Programa de Gobernabilidad en el Pacífico, Universidad Icesi
Tumaco es la segunda ciudad más grande del litoral Pacífico colombiano, con más de 200 mil personas. La belleza de sus playas y esteros; sus patrimonios natural y cultural, y la alegría y calidez de su gente, contrastan con los altos niveles de pobreza, con el histórico abandono del Estado y de la nación, y con la persistencia de las violencias en las últimas décadas. Sus zonas rurales, habitadas principalmente por comunidades indígenas y afrocolombianas, han tenido que padecer las disputas por el dominio territorial entre organizaciones armadas ilegales. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias – Ejército del Pueblo (FARC-EP), las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y las bandas criminales y de narcotraficantes, se han turnado la imposición de órdenes sociales por las vías de la fuerza y el despojo desde hace unos 20 años, no sólo en buena parte de las zonas rurales, sino también en la cabecera de este municipio.
Las condiciones geográficas, la cercanía a Ecuador, y la ubicación marítima de este, el segundo puerto más importante en el Pacífico de Colombia, hacen que Tumaco se haya convertido en los últimos tiempos en uno de los mayores productores y exportadores de cocaína en el país. En 2015, la Organización de Naciones Unidas (ONU) registraba casi 17.000 hectáreas de coca sembradas en esta región, y según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), entre el 2000 y 2015 Tumaco está clasificado como uno de los municipios con mayores registros de proporción de cultivos de coca en relación con su tamaño (para más información ver esta nota en El País y esta de hsbnoticias).
Asimismo Tumaco esta entre los municipios más violentos de Colombia. Del 2000 al 2012 se contaban allí 2.427 homicidios, y en 2014 se calculaba una tasa de 75 homicidios por cada 100.000 habitantes, superando más de tres veces el promedio nacional. Durante 2014 también se reportó un aumento en el número de víctimas causadas por minas antipersonales, por la extorsión (ver), y por los atentados terroristas, como el sucedido hace más de un año y medio, cuando la voladura de la guerrilla a la estructura petrolera produjo uno de los mayores desastres ambientales en el país. Nos referimos al derrame de más de 10.000 barriles de combustible en el río Mira y otros cauces, afectando el suministro de agua potable y el sustento de unas 11.000 familias de pescadores y agricultores.
El municipio, además hace parte de las regiones en donde se han venido desarrollando estrategias y programas militares como el plan de guerra Espada de Honor, una ofensiva interinstitucional para combatir a las FARC; o el Plan Troya Pacífico enfocado en neutralizar las bandas criminales y sus economías ilícitas, o la implementación de la Política Nacional de Consolidación y Reconstrucción Territorial (PNCT) (ver), que busca asegurar la protección de los derechos fundamentales de la población en los territorios afectados históricamente por el conflicto armado y los cultivos ilícitos.
Los desplazamientos forzados son quizá la mayor y más visible expresión de los efectos del conflicto armado en Tumaco en los últimos años. De acuerdo con el Sistema de Población Desplazada (SIPOD) y el Registro Único de Víctimas (RUV), entre 2000 y 2012 se reportaron 74.348 víctimas de desplazamiento forzado en el municipio, mostrando el 2009 y el 2011 como los años más críticos, en los que primaron los desplazamientos intramunicipales, intraurbanos y hacia Ecuador. Estos hechos además convirtieron la cabecera municipal de Tumaco en receptora de población desplazada de otros municipios cercanos. Así se evidencia con el barrio Familias en Acción, formado por cientos de personas que huyeron del conflicto armado, y ahora comparten minúsculos territorios tomados a los manglares de Tumaco, en busca de de la reconstrucción de sus vidas (ver).
Desplazamientos vs. amenazas y acciones de guerra
Utilizando información cuantitativa y cualitativa del Banco de Datos de Derechos Humanos de Cinep, Noche y Niebla,* realizamos un ejercicio de investigación con estudiantes de la Universidad Icesi, y encontramos que del 2001 al 2014, en Tumaco se observa una relación directa entre las amenazas (que son principalmente de muerte), y los desplazamientos forzados. En el 2011, por ejemplo, todos los casos de desplazamiento forzado fueron de personas que habían sido amenazadas de muerte.**
Como se puede ver en los siguientes gráficos, las amenazas personales y colectivas están relacionadas con la tendencia a desplazarse. Las que más se repiten son las amenazas de muerte, desalojo, o reclutamiento de algún familiar, y generalmente son los padres los amenazados con el reclutamiento de sus hijos.
De los años estudiados, el número más alto de desplazamientos se produjo en el 2007. Así, 1.018 campesinos huyeron de la violencia generada por los grupos armados en este año. Por su parte el 2008 es el año en que más amenazas y desplazamientos se presentaron. En este año encontramos que fueron principalmente los grupos paramilitares los que amenazaron de muerte a la comunidad afrodescendiente de Tumaco, hecho que generó desplazamientos masivos de esta población (ver). También se puede observar un pico en la gráfica durante el 2013, que corresponde con el desplazamiento de 38 personas. El número de amenazas de este año fue de 96, es decir, el 40% de las personas amenazadas terminaron desplazándose. Al igual que en el 2001 y el 2008, los principales actores de las amenazas fueron los grupos paramilitares.
De manera contraria, tal y como lo muestra la gráfica anterior, encontramos que en general, las relación entre asesinatos y desplazamiento se comportan de forma inversa. Es decir, cuando las variables de muertes están más altas, la variable de desplazamiento está baja y en ocasiones en cero. Por el contrario, en los años del centro del gráfico que son 2005, 2006 y 2007 las variables de muertes están muy bajas, mientras que las de desplazamiento están bastante altas.
El dos de octubre de 2016, el 71,19% de los tumaqueños votaron afirmativamente el plebiscito que preguntaba por la refrendación de los acuerdos de paz realizados en La Habana entre representantes del Gobierno y las FARC-EP. Información testimonial nos permite afirmar que el narcotráfico, a pesar de ser percibido como un “motor de desarrollo y empleo” para Tumaco, es mayor el anhelo de sus pobladores de que no se repitan hechos de violencia, ni amenazas, ni asesinatos, ni desplazamientos, ni actos terroristas. De esta forma la gente de Tumaco de nuevo podrá “vivir con tranquilidad, para regresar a la calle, para volver a conversar con los vecinos, o poder salir al mentidero a contar historias y mitos de miedo, pero de miedo a los espantos o almas en pena, y no al terror de los actores armados”, tal y como nos lo narró una líder local.
Notas:
Agradezco mucho los aportes de María Alejandra López, estudiante de la Universidad Icesi, por su trabajo con las bases de datos, y a la profesora Valeria Eberle por compartir con nosotros los datos del proyecto de investigacion sobre política en el Pacífico. También agradezco las contribuciones de Martha Meza, estudiante de la Maestría en Periodismo.
* Nuestro estudio utilizó la base de datos elaborada por el proyecto Análisis de la Participación Política en Escenarios de Conflicto 1997-2014, que usa información de la Revista Noche y Niebla de CINEP. El proyecto en mención definió 19 categorías para identificar la intensidad y tipología del conflicto en los 41 municipios que tienen jurisdicción administrativa en el litoral Pacífico. Nuestro ejercicio investigativo se centró en Tumaco y para ello también accedimos directamente a la base de CINEP.
** Es necesario tener en cuenta que en años como en el 2002, hubo desplazamientos, pero el número de desplazados y amenazados no se conocen. Sólo se sabe que hubo amenazas y desplazamientos en masa.
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